Aumenta la presencia de c¨¢rteles mexicanos en Estados Unidos
En 2008, 230 comunidades estadounidenses denunciaron cierto nivel de presencia de los c¨¢rteles. En 2011, la cifra ascendi¨® a 1.200
Chicago ya tiene su nuevo?enemigo p¨²blico n¨²mero uno. Pero a diferencia de Al Capone, el g¨¢nster m¨¢s temido de la d¨¦cada de los a?os 20, la nueva amenaza para la ciudad ni siquiera ha pisado sus calles. Joaqu¨ªn ¡°El Chapo¡± Guzm¨¢n, l¨ªder del c¨¢rtel de Sinaloa est¨¢ considerado como el principal objetivo de las autoridades de la ciudad, en un reconocimiento al avance de los c¨¢rteles del narcotr¨¢fico m¨¢s all¨¢ de la frontera entre M¨¦xico y Estados Unidos. Estas organizaciones est¨¢n presentes ya en nueve estados no fronterizos, seg¨²n una investigaci¨®n reciente de la agencia Associated Press (AP).
Decenas de casos pendientes en diversos juzgados del pa¨ªs, datos de la Agencia de la Lucha contra la Droga (DEA, por sus siglas en ingl¨¦s) y entrevistas con autoridades de las ciudades m¨¢s afectadas, a los que ha tenido acceso AP, muestran un despliegue de miembros de los c¨¢rteles en EE UU, sospechosos de controlar redes de distribuci¨®n de droga en Estados como Ohio, Kentucky, Carolina del Norte, Indiana, Michigan o Minnesota.
¡°La gente piensa que la frontera est¨¢ a 2.700 kil¨®metros, que este no es nuestro problema¡±, declar¨® a la agencia Jack Riley, director de la DEA en Chicago. ¡°Bueno, resulta que lo es. Estos d¨ªas operamos como si Chicago estuviera en la frontera¡±. Seg¨²n las autoridades norteamericanas, el c¨¢rtel de Sinaloa distribuye la mayor parte de la droga que se vende en Chicago y en otras ciudades del pa¨ªs, en un mercado que asciende a 60.000 millones de d¨®lares anuales.
Los documentos consultados por AP hablan de conversaciones interceptadas a Jos¨¦ Gonz¨¢lez-Zavala, perteneciente al c¨¢rtel de La Familia y residente en Chicago, desde donde supervisaba env¨ªos de coca¨ªna a ciudades de Illinois, Wisconsin e Indiana. All¨ª tambi¨¦n viv¨ªa Jorge Guadalupe Ayala-Germ¨¢n, quien se declar¨® culpable de m¨²ltiples cargos por narcotr¨¢fico. As¨ª como Socorro Hern¨¢ndez, detenida en 2011, y que neg¨® su pertenencia a la misma organizaci¨®n a pesar de que las autoridades de Atlanta, donde fue detenida, le acusaron de ser uno de los miembros de m¨¢s alto rango de La Familia.
Estos d¨ªas operamos como si Chicago estuviera en la frontera¡±
En cuanto a Chicago, los investigadores de la Comisi¨®n del Crimen de la ciudad aseguran que hace dos o tres a?os que detectaron all¨ª la presencia de ¡°representantes¡± de los c¨¢rteles. ¡°Se convirti¨® en un mercado tan grande, que result¨® cr¨ªtico tener un control firme sobre ¨¦l¡±, explica Art Bilek, uno de los responsables.
Sin embargo, otros expertos apuntan a que el aumento de la presencia de miembros del c¨¢rtel no se corresponde tanto con un desplazamiento de sus operativos hasta EE UU, sino de la mejora de las investigaciones llevadas a cabo por la DEA y la cantidad de informaci¨®n que obtienen acerca de sus actividades.
¡°Muchas veces esperan durante meses o a?os para asegurarse que cuando dan el golpe contra ellos, pueden detener a centenares de individuos¡±, comenta Tony Payan, profesor de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Texas El Paso y experto en la lucha contra el narcotr¨¢fico en EE UU. ¡°Eso no significa que haya m¨¢s actividad, sino que hay un mayor seguimiento de esta¡±.
Payan, autor de varios libros sobre los desaf¨ªos de seguridad, inmigraci¨®n y tr¨¢fico de drogas en la frontera, afirma que este se ha mantenido estable desde hace bastante tiempo y que ha sido en esa regi¨®n donde se ha producido la mayor innovaci¨®n en cuanto a la actividad del narco ¡°cambiando constantemente sus estrategias para introducir la droga en el pa¨ªs¡±.
Una de esas estrategias era la de confiar en contactos estadounidenses para superar el l¨ªmite fronterizo. ¡°Llega desde la frontera hasta Atlanta, Houston, Dallas, Chicago, Los ?ngeles o Phoenix¡±, dice Payan. ¡°Pero alguien tiene que recibir ese env¨ªo y se trata casi siempre de miembros de confianza de la organizaci¨®n, que no sean suficientemente reconocibles para las autoridades y que puedan moverse con facilidad dentro de EE UU¡±.
De acuerdo con los datos publicados por AP, esas personas ser¨ªan cada vez m¨¢s ciudadanos mexicanos con un visado temporal o con doble nacionalidad, pero no estadounidenses. ¡°Tienen que ser personas a las que el c¨¢rtel pueda acceder f¨¢cilmente y que al mismo tiempo puedan ejercer presi¨®n sobre ellos, oblig¨¢ndoles a salir del pa¨ªs si hace falta¡±, dice el experto. Si uno de ellos es identificado por la polic¨ªa o tiene antecedentes en EE UU, la organizaci¨®n necesitar¨¢ que salga del pa¨ªs, dificultando su regreso.
Seg¨²n la DEA en Chicago, ¡°se trata de la amenaza m¨¢s seria a la que se enfrenta EE UU en t¨¦rminos de crimen organizado¡±, en palabras de Riley, su director. Las estad¨ªsticas reveladas esta semana citan que en 2008, 230 comunidades estadounidenses denunciaron cierto nivel de presencia de los c¨¢rteles. En 2011, la cifra ascendi¨® a 1.200.
Payan explica que la DEA y otras autoridades estadounidenses luchan contra el narcotr¨¢fico con m¨¦todos tradicionales como la vigilancia de sus comunicaciones, seguimiento y localizaci¨®n de efectivos, as¨ª como el uso de agentes infiltrados en sus organizaciones. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n han adoptado una estrategia mucho m¨¢s controvertida, como el lavado de dinero que despu¨¦s emplea el narco. Una de esas operaciones, vinculada al tr¨¢fico de armas y que intentaba seguir su trayectoria a trav¨¦s de la frontera, termin¨® hace dos a?os en fracaso. Despu¨¦s de que EE UU perdiera el rastro a centenares de armas que formaban parte de la operaci¨®n R¨¢pido y Furioso, del Departamento de Justicia, una acab¨® siendo utilizada para disparar contra un agente fronterizo.
¡°Las autoridades de EE UU saben que con el dinero que est¨¢n lavando las organizaciones est¨¢n invirtiendo en servicios y recursos que mantienen sus operaciones¡±, dice Payan. ¡°Pero es parte del precio que deben pagar en esta labor¡±. El experto defiende que la DEA y el Departamento de Justicia no pueden ¡°inventarse¡± pruebas contra los narcotraficantes y que siempre se aseguran de que, en el caso de detenci¨®n de uno de sus miembros, el juez les d¨¦ la raz¨®n. ¡°Siempre intentan garantizar que cuando dan un golpe contra estos grupos, sea lo suficientemente grande como para captar a centenares de sus miembros. Y que tendr¨¢n que volver a empezar. Son como la Hidra, siempre crece otra cabeza¡±.
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