El chavismo busca una gran movilizaci¨®n para lograr un triunfo holgado
Para mover el voto el Estado venezolano ha desarrollado una sofisticada tecnolog¨ªa que combina las capacidades de control e intimidaci¨®n del poder con el activismo m¨¢s partidista
Todo parece augurar que en las elecciones del pr¨®ximo domingo en Venezuela, convocadas para escoger al sucesor de Hugo Ch¨¢vez en la presidencia, se registrar¨¢ el menor margen de victoria en los a?os que van de Revoluci¨®n Bolivariana. Los estudios de seguimiento con entrevistas telef¨®nicas coinciden en detectar una disminuci¨®n constante, del orden de 1 por ciento al d¨ªa, de la amplia ventaja que al iniciar la campa?a llevaba el oficialista Nicol¨¢s Maduro frente al opositor Henrique Capriles Radonski. A¨²n as¨ª, hay que otorgarle la primera opci¨®n a Maduro, por, entre otras razones, el endoso emocional del presidente fallecido y la maquinaria electoral chavista.
¡°Teniendo un candidato como Maduro, que claramente no es Ch¨¢vez, hay elementos para pensar que el oficialismo se prepar¨® para exigirle m¨¢s a su maquinaria en esta ocasi¨®n de lo que ya ha dado en otras¡±, deduce Edgard Guti¨¦rrez, un reputado polit¨®logo y consultor electoral venezolano. Esa maquinaria va m¨¢s all¨¢ del ventajismo en la utilizaci¨®n de los recursos del Estado para apoyo de la campa?a, rese?ado con frecuencia por los medios internacionales. Se trata, en cambio, de un crisol de datos personales y de tendencias electorales que permite movilizar, casi a conveniencia y oportunamente, a electores durante el d¨ªa de los comicios.
Movilizar a electores es una actividad leg¨ªtima de los factores en pugna de cualquier democracia. Pero el Estado venezolano ha desarrollado a partir de esa necesidad log¨ªstica una sofisticada tecnolog¨ªa que combina, sin pudor, las capacidades de control e intimidaci¨®n del Estado con el activismo m¨¢s partidista.
En el coraz¨®n de esa maquinaria est¨¢n las denominadas misiones, los programas de asistencia social implementados por Ch¨¢vez con asesor¨ªa cubana y que, adem¨¢s de llevar servicios a sectores tradicionalmente desatendidos, suelen entregar subsidios de dinero. Ya son m¨¢s de 30 en el portafolio gubernamental. Y cada una de ellas exige el registro individual, a¨²n si reiterado, de sus beneficiario. Por ejemplo, la Gran Misi¨®n Vivienda Venezuela, se jacta de tener los datos de m¨¢s de tres millones de familias. Esas bases de datos, en manos del Estado, se consolidan en una misma que permite conocer qu¨¦ ha recibido qui¨¦n y a qu¨¦ aspira tambi¨¦n ese qui¨¦n.
El d¨ªa de las elecciones el oficialismo cuenta con una panoplia de instrumentos ¨Cexit polls, estudios de observaci¨®n, entre otros- que le permite conocer al dedillo, alrededor de las dos de la tarde, c¨®mo marchan las tendencias en los resultados. As¨ª, a dos horas del cierre oficial de las mesas de votaci¨®n, establecido a las cuatro de la tarde, puede activar la llamada ¡°Operaci¨®n Remolque¡±, donde la leg¨ªtima movilizaci¨®n de partidarios deja de ser kosher.
Gracias a la informaci¨®n que se cruza, los encargados de controlar a los electores en cada barrio ¨Cque suelen ser, adem¨¢s, funcionarios adscritos a la gesti¨®n de las misiones gubernamentales-, pueden saber en tiempo real qui¨¦nes fueron a votar, para exhortar a quienes hasta el momento se abstengan, a acudir a las urnas. ¡°En este sistema es muy importante el tema de la territorialidad¡±, dice la economista y asesora Claudia Curiel Leidenz, quien lleva a?os estudiando la articulaci¨®n pol¨ªtica y social de las misiones,¡°que quien me vaya a chequear es el mismo vecino que voy a ver a la cara al d¨ªa siguiente¡±. De acuerdo a Curiel, el llamado a votar no conlleva una amenaza expl¨ªcita de que, de lo contrario, el abstencionista pudiera perder su beneficio social, sino que ¡°se trata de una coacci¨®n mucho m¨¢s elaborada, donde se mantiene a la gente dentro de determinadas expectativas en el marco de un Estado asistencialista¡±.
Luego se echa mano a los recursos del Estado para transportar a los electores que se consiga activar en esas horas calientes. Para aprovechar la coyuntura no se escatiman ni siquiera las posibilidades que hasta las mismas Fuerzas Armadas ¨Ccolumna vertebral del proyecto chavista- puedan aportar. La semana pasada, el diputado opositor Alfonso Marquina denunci¨® la existencia de un plan por el cual la Milicia Bolivariana ¨Cquinto componente de las Fuerzas Armadas venezolanas- estar¨ªa a cargo del transporte de esos electores de ¨²ltima hora el domingo. Aunque la veracidad del documento donde se revela el plan, supuestamente filtrado desde los cuarteles por militares institucionalistas, no se ha establecido, ya en las elecciones presidenciales del 7 de octubre pasado surgieron denuncias que hablaban de transporte de electores en zonas populares por parte de efectivos castrenses.
¡°Imag¨ªnate el efecto de que llegue a tu casa una especie de comisario pol¨ªtico de la cuadra, encargado de gestionar las misiones, y que para colmo le acompa?e un miembro de las Fuerzas Armadas¡±, resume Guti¨¦rrez, por su parte, el efecto persuasivo de la operaci¨®n.
Obviamente, no hay operaci¨®n de este tipo que funcione sin que cuente con una base natural de militantes convencidos. El bolivarianismo, con Ch¨¢vez, incorpor¨® a la pol¨ªtica electoral a amplios segmentos de la poblaci¨®n que, desaparecido el l¨ªder, conservan su lealtad y pasi¨®n iniciales. Pero el chavismo sin Ch¨¢vez no se conf¨ªa y, visto el pobre desempe?o del candidato durante la campa?a, se apresta a poner en acci¨®n una maquinaria que puede resultar decisiva si las distancias en la intenci¨®n de voto entre Maduro y Capriles se acortan en las 48 horas que restan para las elecciones.
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