El nuevo presidente deber¨¢ equilibrar el poder de los militares
El creciente poder del Ej¨¦rcito en la vida p¨²blica estriba en una posible fractura de sus filas por conflictos vinculados a preferencias pol¨ªticas
Para los venezolanos la se?al de que este domingo comenzaba una nueva jornada electoral fue el sonido de la diana con que despiertan a los soldados en los cuarteles. Ya est¨¢n acostumbrados a que se los trate como tropa. Desde el a?o 2000, Hugo Ch¨¢vez instruy¨® a sus comandos electorales y grupos de base a utilizar ese penetrante sonido de madrugada para llamar al combate electoral. Uno de los tantos s¨ªmbolos de la conjunci¨®n c¨ªvico-militar que el fallecido presidente impuls¨® como columna vertebral de su proyecto pol¨ªtico y que se convirti¨® en el rasgo distintivo de la autodenominada Revoluci¨®n Bolivariana.
Desde 2007, en instalaciones y actos militares se exhibe el lema e importaci¨®n cubana, ¡°Patria, Socialismo o Muerte, ?Venceremos!¡±. Ch¨¢vez, que se hab¨ªa declarado ¡°socialista¡± en 2005, alent¨® ese grito de guerra como testimonio de lealtad y, a la vez, amenaza a la disidencia. Con ello contrariaba los esfuerzos deliberados que a lo largo del medio siglo anterior los l¨ªderes civiles de la rep¨²blica hab¨ªan desplegado para confinar a los uniformados en sus cuarteles y en algunas sinecuras burocr¨¢ticas desde la que pod¨ªan disfrutar de ciertas prebendas.
Sin embargo, en su deriva para constituirse en s¨ª mismas en el partido pol¨ªtico de la revoluci¨®n, las fuerzas armadas venezolanas pasaron de ser el ¨¢rbitro final en el equilibrio de poder, a ser el poder a secas. Su poder de fuego se increment¨® considerablemente durante el gobierno de Ch¨¢vez: c¨¢lculos de la organizaci¨®n no gubernamental Control Ciudadano sostienen que entre los a?os 2005 y 2012 Venezuela gast¨® 16.000 millones en compras de equipo militar a proveedores externos de Rusia, China y Espa?a. Pero su capacidad de incidencia no viene precisamente de all¨ª. El sistema de control e inteligencia pol¨ªtica del gobierno, as¨ª como la log¨ªstica de las misiones de asistencia social, descansan sobre la estructura castrense. Once de los actuales gobernadores de las 23 provincias venezolanas, elegidos por voto popular el pasado diciembre, son oficiales retirados ¨Cdoce, si se incluye al opositor Henri Falc¨®n, gobernador del estado de Lara y Jefe del Comando Electoral de Henrique Capriles. Alrededor de 1500 oficiales, activos o en retiro, dirigen institutos del Estado en el gobierno central, los entes aut¨®nomos y las gobernaciones regionales.
Al nuevo presidente de Venezuela, supuesto a completar desde esta semana el periodo constitucional hasta 2019, le tocar¨¢ lidiar con esa hipertrofia de lo militar. No ser¨¢ sencillo. Muerto Ch¨¢vez y desaparecidos con ¨¦l su ascendiente y conocimiento ¨ªntimo de la vida castrense, las claves para devolver a los militares a los cuarteles quedan encerradas en una caja negra. El reto parece id¨¦ntico para el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que entre sus filas cuenta con algunos pupilos de Ch¨¢vez venidos de las fuerzas armadas, como Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, pero que por circunstancias generacionales no tienen jerarqu¨ªa para imponerse entre las promociones activas de la oficialidad.
La actuaci¨®n del actual ministro de la Defensa, el almirante Diego Molero, durante la reci¨¦n finalizada campa?a electoral permite calibrar el gusto que los uniformados le han tomado a la partisan¨ªa abierta. Desde su cuenta en Twitter llam¨® sin escr¨²pulos a votar por la opci¨®n del presidente encargado, Nicol¨¢s Maduro, y se enfrasc¨® en pol¨¦micas con dirigentes de la oposici¨®n. Mediante un oficio instruy¨® a los mandos de los diversos componentes a incorporar al saludo entre militares la consiga: ¡°Ch¨¢vez vive, la lucha sigue¡±. Durante el proceso de votaci¨®n de este domingo, fueron frecuentes las denuncias del p¨²blico sobre incidentes en los que el personal militar encargado de la custodia de los centros electorales, iban m¨¢s all¨¢ de ese papel y se abrogaban papel de fiscales.
Otra amenaza impl¨ªcita en el creciente poder¨ªo de los militares en la vida p¨²blica estriba en una posible fractura de sus filas por conflictos vinculados a preferencias pol¨ªticas o intereses grupales. En particular, la inc¨®gnita m¨¢s apremiante es la de la Milicia Bolivariana, un cuerpo creado por Ch¨¢vez y puesto a las ¨®rdenes directas de la presidencia ¨Csin rango constitucional, sin embargo-, y por el que sienten fundados recelos los otros cuatro componentes profesionales: Ej¨¦rcito, Aviaci¨®n, Armada y Guardia Nacional. Su comandante, Mayor General Gustavo Gonz¨¢lez L¨®pez, se ufana de su afinidad con Ch¨¢vez y el sector m¨¢s radical de la base oficialista. Dise?ados para funcionar como un maquis en caso de invasi¨®n externa o conmoci¨®n interna. Hasta hace poco se cifraban en unos 150.000 sus efectivos. Sin embargo, este s¨¢bado un tuit de la ministra de la Juventud, Maripili Hern¨¢ndez, escrito en clave de chiste para desmedro del candidato opositor, Capriles Radonski, revel¨® otra cosa: ¡°En lo que Capriles oy¨® que la Milicia tiene 375.000 combatientes, pueblo disciplinado en armas, dijo: mejor voto por @NicolasMaduro¡±.
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