El jesuita que pretende cambiar Paraguay
Un sacerdote espa?ol de 84 a?os, leyenda viva de las luchas sociales en Am¨¦rica Latina, explica el panorama del pa¨ªs ante las elecciones presidenciales de hoy
Un simple mosquito no iba a poder con ¨¦l. Y menos en la semana de las elecciones presidenciales. Aunque se trate del mism¨ªsimo insecto del dengue, el que ha provocado en Paraguay la muerte de m¨¢s de 45 personas en los ¨²ltimos cuatro meses. Y aunque la gente de mayor riesgo sean los ancianos y ¨¦l tenga 84 a?os. El Pa¡¯¨ª -padrecito en guaran¨ª- Oliva, el jesuita sevillano Francisco de Paula Oliva, tiene la piel dura. Sobrevivi¨® cinco a?os a la dictadura (1954-1989) del general paraguayo Alfredo Stroessner (1912-2006), super¨® la noche de octubre de 1969 en que el jefe del departamento de Investigaciones de la polic¨ªa orden¨® que lo echaran al r¨ªo, vade¨® sus nueve a?os de exilio en Argentina, y los dos primeros a?os del r¨¦gimen militar. Dec¨ªa que aquella dictadura (1976-1983) era ¡°m¨¢s cient¨ªfica, con much¨ªsima m¨¢s crueldad¡± que la de Paraguay. Estuvo vigilado por la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito argentinos, permaneci¨® escondido durante semanas, mataron a dos de sus colaboradores m¨¢s cercanos y sali¨® con vida de milagro. All¨ª conoci¨® al actual Papa, el tambi¨¦n jesuita Jorge Mario Bergoglio.
-Debe haber avanzado mucho ¨Cdice-. Lo que no sabemos es si el Vaticano lo dejar¨¢ avanzar ahora.
-?A qu¨¦ se refiere con que debe haber avanzado?
-Que cuando yo lo conoc¨ª era un buen sacerdote a la antigua, no entend¨ªa mucho de pol¨ªtica.
El Pa¡¯¨ª Oliva dio muchos tumbos por Am¨¦rica. Hab¨ªa llegado a Paraguay en 1964 con sotana y regres¨® a la Huelva de los ochenta con guayabera, despu¨¦s de trabajar en Argentina, Ecuador y la Nicaragua de los primeros a?os de revoluci¨®n sandinista. ¡°Paraguay me abri¨® los ojos¡±, recuerda. Al cabo de varios a?os en Huelva, donde todo el mundo lo conoce como Paco, regres¨® a Asunci¨®n en 1996. Para entonces era una leyenda en el pa¨ªs. Todo el mundo sab¨ªa c¨®mo luch¨® contra la dictadura. Pero al volver dej¨® claro que no quer¨ªa convertirse en una pieza de museo. Volc¨® toda su energ¨ªa en el barrio de El Ba?ado, un lugar en las afueras de Asunci¨®n, rodeado de cloacas, limitado por las inundaciones del r¨ªo Paraguay, adonde los taxistas se niegan a ir de noche.
Y sigui¨® organizando concentraciones, talleres y protestas contra los dos partidos dominantes, el Liberal y el Colorado. Habla con marcado seseo sevillano, pero se siente paraguayo. Publica sus columnas en el diario ?ltima Hora y despu¨¦s las vuelca en su blog . Ah¨ª redact¨® p¨¢rrafos como ¨¦ste respecto al Partido Liberal: ¡°No podemos votar a la c¨²pula de un partido golpista que, ahora, tiene fraudulentamente el poder por un golpe parlamentario¡±. Y respecto al Partido Colorado: ¡°No podemos votar a la c¨²pula del otro partido golpista que apoy¨® al dictador 35 a?os. Que todav¨ªa lo tiene como su Presidente honorario. Que nunca ha pedido perd¨®n a la ciudadan¨ªa por los miles y miles de asesinados, desaparecidos, torturados o exiliados. Que personific¨® y nos hizo perder una transici¨®n mentirosa y corrompida. Que durante cuatro a?os impidi¨® el gobierno de Fernando Lugo desde el parlamento. Que fue el inspirador del golpe del 22 de junio. Que ha sido el mayor comprador de votos en todas las elecciones¡±.
El mosquito le sorprendi¨® en plena vor¨¢gine electoral, montando una concentraci¨®n para despu¨¦s de las elecciones, con el fin de que se unan las organizaciones progresistas del pa¨ªs. No quer¨ªa ingresar en el hospital, pero sus colaboradores tuvieron que llevarle en medio de una fiebre que lo dej¨® casi inconsciente.
El jueves por la ma?ana recibi¨® al periodista en el hospital. Ten¨ªa enchufado a la nariz un cable por el que tomaba ox¨ªgeno. Hab¨ªa que sentarse a su izquierda, que es por donde mejor escucha. ¡°Las naciones de Am¨¦rica se caracterizan porque hay un peque?o grupo de familias, 10, 15 ¨® 500, pero no m¨¢s¡ Y el resto lo forman sus servidores directos y el pueblo. En Paraguay debe haber unas 100 familias de ¨¦sas, pero les sobra la plata escandalosamente. Aqu¨ª no hay clase media. Argentina, por ejemplo, tiene un pueblo fuerte, organizado, con mucha trayectoria de lucha, pero aqu¨ª no¡±.
No se muestra muy confiado en el presente de las elecciones: ¡°Aqu¨ª se compra todo: las mesas electorales, la asistencia a las urnas, la no asistencia, los veedores¡ Menos el cart¨®n (papeleta) del cuarto oscuro (el lugar donde se vota) se compra todo. El Tribunal Superior de Justicia Electoral est¨¢ vendido tambi¨¦n. La gente no solo cobra por votar sino que algunos exigen que los lleven en coche, aunque el lugar donde votan est¨¢ solo a cuatro cuadras¡±.
Ni tampoco conf¨ªa en el futuro: ¡°Vamos a retroceder 20 a?os. No porque no avanzaremos, sino porque se va a avanzar muy poco. Habr¨¢ mejoras parciales, porque siempre las hay, pero al cabo de varios a?os llegaremos adonde estamos ahora: un pa¨ªs sin plan de pa¨ªs puesto al arbitrio de un caudillo cualquiera¡±.
Y por supuesto, reniega del favorito en las encuestas, el candidato Colorado, Horacio Cartes. ¡°?l compr¨® al Partido Colorado, compr¨® su candidatura, a sus adversarios internos¡ Y ha comprado estas elecciones y seguramente la presidencia. Para echar a Lugo de la presidencia seguro que cont¨® con la plata de otros sojeros (terratenientes de la soja). Eso debi¨® costar mucha plata, no creo que lo pagara todo ¨¦l. Pero ?qu¨¦ har¨¢ cuando no pueda comprar a alguien? Entonces empezar¨¢ la represi¨®n. La parte jur¨ªdica ya est¨¢ preparada¡±.
El Pa¡¯¨ª Oliva duerme en una de las sedes del centro de la ONG que fund¨®, Mil Solidarios. Por la ma?ana, la casa est¨¢ llena de j¨®venes y educadores. Por la noche y los fines de semana, el Pa¡¯¨ª se queda solo.
El pa¡¯¨ª Oliva cree que muchos de los males que padece el pa¨ªs provienen de Stroessner. ¡°La desigualdad siempre existi¨®, pero Stroessner la intensific¨®. Y su arma fue la corrupci¨®n. Reparti¨® ocho millones de hect¨¢reas entre sus seguidores para que lo dejaran gobernar. A aquel terreno se le llam¨® Tierra Mala Vida. Todos fueron conscientes de que compraban Tierra Mala Vida, que la dictadura no ten¨ªa por qu¨¦ regalarla, pero se hicieron los tontos, compraron y revendieron. Y hoy es imposible recuperarlas para hacer una reforma agraria¡±.
-?Qu¨¦ piensa que dejar¨¢ usted como herencia en Paraguay?
-Dejar¨¦ el ejemplo de una persona que luch¨® contra las injusticias y la desigualdad. Eso es mucho en Paraguay. Aqu¨ª nos hemos llevado m¨¢s de 35 a?os en los que m¨¢s de tres personas no pod¨ªan reunirse en cualquiera de las principales ciudades. Para celebrar un cumplea?os en casa hab¨ªa que pedir permiso a la polic¨ªa. Yo cumpl¨ª con mi papel. Ahora tendr¨¢n que venir los otros para adaptar esa lucha a los tiempos que vienen.
-?Y en qu¨¦ consistir¨¢ esa adaptaci¨®n a los nuevos tiempos?
-Habr¨¢ que suprimir o cambiar a los dos partidos dominantes, el Colorado y el Liberal. Mientras se vote por familias y colores, todo seguir¨¢ igual. Aqu¨ª la tradici¨®n est¨¢ muy presente. Pongo un ejemplo: En la localidad de Boquer¨®n se conmemora todos los a?os una guerra que tuvimos con Bolivia (1932-1935). Se invitan a los antiguos soldados, a los h¨¦roes. Y las sillas donde se sientan son coloradas, azules para los liberales y blancas para quien no pertenecen a ninguno de los dos partidos. Un a?o se arm¨® un l¨ªo porque no hab¨ªa suficientes azules y las blancas estaban todas ocupadas y nadie se quer¨ªa sentar en las rojas que sobraban.
Durante la convalecencia en el hospital el Pa¡¯¨ª Oliva sigui¨® escribiendo su columna. Al despedirse le recuerda al periodista el d¨ªa de la pr¨®xima concentraci¨®n que ha convocado. Sus colaboradores le vienen diciendo ¨²ltimamente que necesita descansar. Pero ¨¦l les contesta que un jesuita nunca descansa.
Finalmente, el Pa¡¯¨ª Oliva consigui¨® levantarse para votar. Y despu¨¦s regres¨® a la cama del hospital Samaritano.
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