1. Urge abrir la puerta a la democracia
La elecci¨®n directa del jefe de la Comisi¨®n puede ser un primer paso en una UE imperfecta
En pleno Eurogrupo, la reuni¨®n de ministros de Finanzas del euro, el alem¨¢n Wolfgang Sch?uble se lleva a un rinc¨®n al franc¨¦s Pierre Moscovici, al presidente chipriota, Nikos Anastasiadis, y a los representantes de la troika (Comisi¨®n, BCE y FMI). All¨ª, lejos del resto de ministros, se decide c¨®mo ser¨¢ el controvertido rescate. Minutos m¨¢s tarde, el Eurogrupo en pleno lo aprueba por unanimidad. Esa reconstrucci¨®n de la jugada de Chipre resume todos los males que aquejan a la Uni¨®n, que son b¨¢sicamente dos: las dificultades para gestionar la crisis del euro ¡ªel Eurogrupo tuvo que volver a reunirse apenas dos d¨ªas despu¨¦s ante la posibilidad de que el rescate, que acababa con la garant¨ªa de los dep¨®sitos bancarios, prendiera de nuevo la mecha de la inestabilidad¡ª y las dudas acerca de la legitimaci¨®n democr¨¢tica de algunas decisiones, que se manifiestan en una desafecci¨®n creciente, tanto en el Norte como en el Sur, con un continente cada vez m¨¢s fraccionado entre acreedores y deudores, con una divisa que parece tomada de los libros sagrados: ¡°El rico dominar¨¢ a los pobres, el que toma prestado es esclavo del que presta¡± (Proverbios 22, 7).
¡°Un objeto fant¨¢stico¡±, un difuso pero atractivo objeto de deseo: as¨ª defin¨ªa la Uni¨®n el psic¨®logo brit¨¢nico David Tuckett en los a?os dorados del europe¨ªsmo, en los que el proyecto europeo¡ªcon sus valores y su Estado del Bienestar y ese poderoso y evocador relato de la posguerra que le ha valido el Nobel de la Paz¡ª, era la ciudad en la colina en la que se miraba todo el mundo. Pero los a?os del boom pasaron, y la crisis ha desempolvado viejos fantasmas.
Hay que buscar un nuevo reparto de competencias. Europa sigue pensando en un federalismo ejecutivo de estilo peculiar, tecnocr¨¢tico? J¨¹rgen Habermas, fil¨®sofo alem¨¢n?
Europa avanza hacia una mayor integraci¨®n econ¨®mica. Hacia un mayor federalismo bancario y financiero. Hacia una uni¨®n presupuestaria que tome la forma de un nuevo contrato entre Estados basado en principios de solidaridad y de responsabilidad. El ¨²ltimo de esos pasos adelante para reparar las grietas del euro es una uni¨®n pol¨ªtica para que la integraci¨®n no desemboque en la consagraci¨®n de un poder tecnocr¨¢tico: desde el punto de vista de legitimidad pol¨ªtica, esa tr¨ªada formada por el Parlamento, la Comisi¨®n y el Consejo produce un agujero negro en el que corre el riesgo de desaparecer lo que llamamos democracia.
Un Parlamento d¨¦bil e incapaz de pararle los pies a Comisi¨®n y al Consejo; un Consejo que carece de transparencia y que no rinde cuentas a nadie, y una Comisi¨®n desaparecida ¡ªa pesar de que tiene m¨¢s competencias que nunca¡ª y empe?ada en darle la espalda a la ciudadan¨ªa, con esa pol¨ªtica de austeridad a ultranza que ha provocado movimientos sociales en Espa?a, que ha servido para nombrar a dos tecn¨®cratas como primeros ministros en Grecia (cuna de la democracia) e Italia (que se ha cobrado esa afrenta en las ¨²ltimas elecciones), que ha sido contestada desde las m¨¢s altas instancias judiciales en Portugal, que ha recibido un rev¨¦s del Parlamento chipriota en aquel grotesco primer rescate acordado. Tres a?os despu¨¦s del arranque de la crisis, el eurodesencanto y las sospechas sobre el d¨¦ficit democr¨¢tico crecen tanto en los pa¨ªses del n¨²cleo ¨Ccansados de rascarse el bolsillo con los rescates¡ª como en la periferia, hastiada por unos recortes que no dejan ver el final del t¨²nel.
¡°No se puede acusar a Europa de antidemocr¨¢tica: en todo caso la UE es una democracia imperfecta; aunque con la crisis hay que reconocer que hay una extraordinaria apariencia de d¨¦ficit democr¨¢tico¡±, conceden fuentes europeas. A medida que se va retocando el edificio del euro, los riesgos son a¨²n mayores: el equilibrio institucional vigente est¨¢ quebr¨¢ndose dram¨¢ticamente a favor del poder intergubernamental, bajo el inquietante poder¨ªo de Alemania. Y la crisis ha dejado la democracia europea en una zona de grises. ¡°Hay que buscar un nuevo reparto de competencias. Europa sigue pensando en un federalismo ejecutivo de estilo peculiar, tecnocr¨¢tico, que se refleja en la timidez de las ¨¦lites pol¨ªticas para invertir la polaridad de un proyecto que hasta ahora ha sido gestionado a puerta cerrada y que se resiste a remangarse para entrar en una lucha de opiniones, ruidosamente argumentada en el espacio p¨²blico¡±, dice J¨¹rgen Habermas (La construcci¨®n de Europa). ?M¨¢s Europa? ¡°La UE repite un viejo error: el de los acuerdos que no miran m¨¢s all¨¢ de la econom¨ªa, tomados por jefes de Gobierno sin implicar compromisos jur¨ªdicos, que o bien quedan sin efecto o bien resultan antidemocr¨¢ticos¡±, advierte Habermas.
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