¡°La libertad de comercio es necesaria, pero la moneda ¨²nica no¡±
El productor de quesos rechaza el euro y califica a la UE de "mala copia" de los Estados
"Nuestra familia lleva ocho generaciones produciendo mantequilla y quesos desde los tiempos de la Rep¨²blica de Venecia, en el siglo XVIII. Quer¨ªamos desarrollar proyectos nuevos e innovadores, que son imposibles en Italia por la escasez de terrenos y porque en este pa¨ªs existe una cultura hostil a la empresa, la innovaci¨®n, el mercado. En el a?o 2000 descubrimos Moravia, una extraordinaria regi¨®n agraria de la Rep¨²blica Checa, que hab¨ªa recuperado la libertad despu¨¦s de 40 a?os y ofrec¨ªa un entorno ideal para desarrollar nuestra tradici¨®n quesera italiana. All¨ª hemos creado Gran Moravia, el resultado de la evoluci¨®n de los quesos semigrasos, vegetarianos y ecosostenibles. Con leche checa y artesan¨ªa industrial italiana.
La incorporaci¨®n de la Rep¨²blica Checa a la UE elimin¨® todos los obst¨¢culos y hoy exportamos a 54 pa¨ªses. La libertad de comercio es necesaria para la paz y la prosperidad de los pueblos, pero lo que no es necesario es que se haga con una misma moneda. En la Rep¨²blica Checa circula la corona y eso no nos supone ning¨²n problema.
No creemos en el euro que tenemos en Italia. Una moneda representa un ¨²nico balance estatal o una homogeneidad absoluta, cosa que nunca ha existido entre Italia y Alemania, por ejemplo. Pensar que es posible que Italia se ¡°germanice¡± gracias al ¡°v¨ªnculo externo¡± o al ¡°pacto fiscal¡± es una ingenuidad. Italia no se puede reformar. Ni la mayor¨ªa de la poblaci¨®n ni las empresas quieren reformas porque afectar¨ªan a privilegios muy enraizados. Adem¨¢s, los sindicatos impiden la modernizaci¨®n. El sector productivo del pa¨ªs est¨¢ en manos de una mayor¨ªa cultural y pol¨ªtica. En el pasado, las devaluaciones eran lo ¨²nico que lograban restablecer el equilibrio entre importaciones y exportaciones y compensaban a las empresas por el peso muerto del sistema, pero hoy eso es imposible porque la moneda es el euro, que, durante 10 a?os, ha garantizado una liquidez artificial, hasta que nos hemos encontrado con el efecto boomerang: la circulaci¨®n del dinero est¨¢ bloqueada.
Como medida de seguridad, hemos llenado nuestros almacenes de queso semigraso, un valor seguro y ligado al marco, porque creemos que los alemanes acabar¨¢n por poner fin al BCE y al dinero que hoy llena de deudas a los pa¨ªses perif¨¦ricos. Llegados a ese punto, la salida del euro ser¨¢ la ¨²nica y dr¨¢stica opci¨®n que le quedar¨¢ a Italia. Cuanto m¨¢s tarde se haga, peor ser¨¢. Los da?os sociales no ser¨¢n consecuencia de la salida del euro, sino de los desequilibrios acumulados durante su vigencia y de la imprudencia demostrada a la hora de adherirse a ¨¦l.
Ahora bien, dejar el euro no tiene por qu¨¦ significar dejar la UE, que es fundamental para todos los pa¨ªses, pero que es necesario transformar. Al darle mayores poderes al Parlamento, la UE se ha vuelto m¨¢s burocratizada y demag¨®gica, ¡°pol¨ªticamente correcta¡± e ineficaz, un obst¨¢culo para la competitividad europea, una mala copia de los Estados nacionales que pone trabas a la energ¨ªa de sus extraordinarias poblaciones."
Este texto fue elaborado por Eleonora Vallin (La Stampa), a partir de una entrevista con Roberto Brazzale.
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