El desencuentro entre Berl¨ªn y Londres crece en la sombra
Merkel prefiere aplazar su cr¨ªtica a los planes brit¨¢nicos, que considera todav¨ªa prematuros
En una de las pocas fotograf¨ªas que pudieron tomar los fot¨®grafos durante la reciente estancia de la familia Cameron en la residencia de invitados del Gobierno federal se ve a la canciller alemana en el parque del palacio Meseberg se?alando a lo lejos con el ¨ªndice de la mano derecha. El primer ministro brit¨¢nico fija atentamente la mirada en el punto indicado por su anfitriona. En otra fotograf¨ªa, se repite la misma escena pero con distinto reparto de papeles. El primer ministro se?ala y la canciller mira. Las observaciones que intercambian sobre el paisaje brandeburgu¨¦s no tienen la menor relevancia; estas im¨¢genes hablan un lenguaje propio. Dicen: aqu¨ª est¨¢n Angela Merkel y David Cameron, dos jefes de Gobierno en perfecta sinton¨ªa. Ese es el mensaje, pero ?es esa tambi¨¦n la realidad?
Despu¨¦s de que Cameron pronunciara su discurso sobre Europa el pasado mes de enero pod¨ªa dar la impresi¨®n de que Alemania es el problema menos importante para los brit¨¢nicos en vista de las batallas que se avecinan. Es cierto que el ministro de Asuntos Exteriores Guido Westerwelle, del liberal FDP, reaccion¨® ante el anuncio de la intenci¨®n de renegociar las condiciones de pertenencia a la Uni¨®n y de convocar un refer¨¦ndum en 2017 advirtiendo que eso era ¡°pretender quedarse solo con lo bueno¡±. Pero la canciller y presidenta de los cristianodem¨®cratas no ha dejado escapar la m¨¢s m¨ªnima cr¨ªtica. En su discurso sobre Europa del 22 de febrero, el presidente de la Rep¨²blica Joachim Gauck hizo el siguiente llamamiento, en cierto modo en nombre de todo el pueblo alem¨¢n: ¡°?Queridos ingleses, galeses, escoceses, norirlandeses y nuevos ciudadanos de Gran Breta?a! ?Queremos que sig¨¢is estando con nosotros!¡±. Seg¨²n ¨¦l, Alemania aprecia la tradici¨®n, el buen criterio y el valor de los brit¨¢nicos. Antes del fin de semana de abril en Meseberg, el portavoz del Gobierno Steffen Seibert se?alaba: ¡°Gran Breta?a es para nosotros un socio importante e irrenunciable en Europa¡±. Ciertamente, esta impresi¨®n de armon¨ªa resulta bastante tranquilizadora. Pero esa p¨ªldora tambi¨¦n tiene efectos secundarios que no son otros que la ilusi¨®n y el malentendido.
La mayor ilusi¨®n consiste en creer que Merkel est¨¢ de acuerdo con la pol¨ªtica europea del primer ministro brit¨¢nico. No hay ninguna declaraci¨®n de la canciller que documente esa supuesta sinton¨ªa. Merkel ¨²nicamente ha optado de forma provisional por no provocar ning¨²n enfrentamiento a cuenta de los planes de Cameron. Exist¨ªan y existen esencialmente tres motivos para ello. Inmediatamente despu¨¦s del discurso de Cameron, lo primero que ten¨ªa que afrontar Angela Merkel era la cumbre de la UE en la que se deb¨ªa llevar a cabo la planificaci¨®n financiera a medio plazo. Y estaba decidida a obligar a nuevos recortes junto al primer ministro brit¨¢nico, as¨ª que no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s en debilitar su posici¨®n ni en aislarlo.
Pero adem¨¢s, en segundo lugar, Merkel ve en Cameron un aliado importante en su lucha por cambiar la cultura de la UE. Lo considera una de las pocas personas que han comprendido realmente que Europa debe experimentar una transformaci¨®n fundamental para poder competir a escala mundial. Las entrevistas en las que Cameron reivindica una Europa ¡°que sea m¨¢s abierta, m¨¢s competitiva y m¨¢s flexible¡± le dan una alegr¨ªa. Pero el tercer motivo es el m¨¢s importante de todos: desde el punto de vista de Angela Merkel, todav¨ªa no hay raz¨®n para enzarzarse en una discusi¨®n sobre los deseos brit¨¢nicos. En este caso Merkel plantea las cosas del mismo modo que en pol¨ªtica interior. Se cuida muy mucho de abordar un tema que cree que todav¨ªa no est¨¢ maduro.
De hecho, por el momento, a Berl¨ªn ha llegado muy poca informaci¨®n sobre la materializaci¨®n concreta de las intenciones de Cameron, especialmente en lo relativo a las competencias que pretende devolver a los Estados nacionales. El Gobierno federal considera el examen de esta cuesti¨®n puesto en marcha por Londres como una maniobra de pol¨ªtica interior y lo aborda como tal, es decir, de ninguna manera. Angus Lapsley, el enviado de Londres para pol¨ªtica europea, fue recibido y escuchado cordialmente... sin que resultase nada de ello. Aunque lo cierto es que se puede especular sobre al menos un inter¨¦s com¨²n en el rebate sobre la reforma: la introducci¨®n de cambios en los tratados de la UE.
El ministro alem¨¢n de Hacienda Wolfgang Sch?uble acaba de argumentar que una uni¨®n bancaria que funcione requiere cambios en los tratados. En vista del rechazo, muy extendido en la UE, a impulsar una nueva convenci¨®n, los alemanes y los brit¨¢nicos podr¨ªan hacer presi¨®n de forma conjunta. En teor¨ªa. Porque resulta dif¨ªcil imaginar c¨®mo se podr¨ªan aunar en la pr¨¢ctica los planes de relajamiento brit¨¢nicos y los deseos de profundizaci¨®n alemanes, que por el momento tambi¨¦n siguen faltos de concreci¨®n. En cualquier caso, la cuesti¨®n podr¨ªa ser tab¨² hasta la celebraci¨®n de las elecciones al Bundestag [Parlamento] y convertirse en un tema candente solo despu¨¦s de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 y de la formaci¨®n de una nueva Comisi¨®n. Entonces estar¨ªa madura en sentido merkeliano la confrontaci¨®n a fondo con este tema.
Pero hasta entonces tendremos terreno abonado para las ilusiones como, por ejemplo, la de que el Gobierno brit¨¢nico no debe temer reacciones en¨¦rgicas por parte de Berl¨ªn. Dejando a un lado la incertidumbre en torno a la composici¨®n del nuevo Gobierno federal, ser¨ªa peligroso sobrevalorar los diferentes planteamientos del ministerio de Exteriores y la canciller¨ªa. Es cierto que los brit¨¢nicos reciben se?ales de impaciencia y enfado del ministerio de Exteriores antes que de la canciller¨ªa, pero eso no debe desembocar en la falsa apreciaci¨®n de que la canciller, al contrario que el ministro de Asuntos Exteriores, quiere mantener a Gran Breta?a en la Uni¨®n pr¨¢cticamente a cualquier precio. Ciertamente, en el Gobierno federal no se cuestiona la voluntad de mantener dentro de la Uni¨®n a los brit¨¢nicos que, centrados en las relaciones transatl¨¢nticas y en la econom¨ªa de mercado, contribuyen a equilibrar la UE. Pero el destino de la Uni¨®n se decide en el continente. No cabe duda de que Angela Merkel o cualquier otro canciller querr¨¢ la conciliaci¨®n con Gran Breta?a. Pero necesitar¨¢ forzosamente la conciliaci¨®n con Francia. Si hay desacuerdo en Berl¨ªn, lo m¨¢s probable es que gire en torno a la cuesti¨®n de con qu¨¦ rotundidad hay que decirle eso ahora a los brit¨¢nicos.
En cualquier caso este tema no sali¨® a relucir en Meseberg. Se habl¨® de Siria y de la Cumbre del G8 en junio. Es decir, de las cosas que toca hacer¡ ahora.
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