El precedente kosovar
Mientras Kosovo y Serbia acercan posturas, Espa?a se enroca en la hostilidad hacia Pristina
¡°El Gobierno espa?ol, deseoso de contribuir a la paz y prosperidad de los Balcanes, ha decidido reconocer a la Rep¨²blica de Kosovo. El Gobierno toma esta decisi¨®n de acuerdo con la legalidad internacional y al amparo de la opini¨®n de la Corte Internacional de Justicia, que en julio de 2010 asegur¨® que la declaraci¨®n de independencia formulada por Kosovo 'no viol¨® el derecho internacional, la resoluci¨®n 1244 (1999) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ni ninguna otra norma aplicable de derecho internacional'. Adem¨¢s de las razones jur¨ªdicas, el Gobierno ha tomado nota del hecho de que desde la proclamaci¨®n de la independencia del Estado kosovar en febrero de 2008 sean ya 98 los estados que han manifestado dicho reconocimiento, entre ellos una mayor¨ªa muy significativa de nuestros principales socios y aliados europeos. Es previsible, adem¨¢s, que gracias al acuerdo recientemente alcanzado por las autoridades kosovares y serbias, mediante el cual ambas partes se comprometen a no obstaculizar el reconocimiento y acceso de uno y otro a diversas organizaciones internacionales, entre ellas la propia Uni¨®n Europea, el n¨²mero de Estados que reconozcan a Kosovo siga creciendo con el tiempo. La decisi¨®n del Gobierno no s¨®lo se fundamenta en la innegable existencia f¨¢ctica y jur¨ªdica del Estado kosovar sino que refleja el compromiso de la pol¨ªtica exterior del Gobierno con la estabilidad de los Balcanes, que es a su vez un elemento central de la pol¨ªtica exterior de la Uni¨®n Europea. En ese sentido, el Gobierno se felicita porque el acuerdo recientemente alcanzado por las autoridades kosovares y serbias, que concede un grado sustancial de autonom¨ªa a las municipalidades serbias, permitir¨¢ normalizar la convivencia entre ambas comunidades y facilitar el cierre de las heridas dejadas por el conflicto que asol¨® a la antigua Federaci¨®n Yugoslava. Gracias a la mediaci¨®n de la Uni¨®n Europea y a la perspectiva de adhesi¨®n a la UE, kosovares y serbios podr¨¢n en un futuro reencontrarse en plenitud de derechos en una Europa plural, abierta, pac¨ªfica y democr¨¢tica. El Gobierno desea aclarar que este reconocimiento no constituye precedente ni puede ser utilizado en otro contexto que el espec¨ªficamente kosovar. Si algo ofrece Espa?a a los espa?oles y al mundo es un modelo de convivencia democr¨¢tica y pac¨ªfica que garantiza el m¨¢ximo respeto a la diversidad y a las identidades en un marco caracterizado por un elevad¨ªsimo nivel de autogobierno¡±.
Que una declaraci¨®n de este tenor no sea posible hoy muestra los efectos debilitantes que el debate sobre Catalu?a y la independencia tiene sobre la pol¨ªtica exterior espa?ola. En lugar de establecer un discurso claro y coherente, tanto hacia dentro como hacia fuera, que separe y a¨ªsle el caso de Kosovo de los problemas internos, este Gobierno, como el anterior, sigue enredado en complejos e inseguridades. As¨ª, mientras Kosovo y Serbia acercan posturas en un contexto europeo, Espa?a sigue enrocada en una posici¨®n de hostilidad total hacia Kosovo y sus ciudadanos, que acaban siendo las v¨ªctimas de esos demonios nacionales y ven sus pasaportes rechazados y sus visados denegados por nuestras autoridades.
Claro que la responsabilidad aqu¨ª no es s¨®lo de Gobierno y oposici¨®n, sino de los independentistas vascos y catalanes que se dedican a agitar el espantajo del precedente con la incomprensible esperanza de que el reconocimiento de Kosovo les beneficiar¨ªa en algo. Lo que les atrae del precedente kosovar es dif¨ªcil de entender. ?El conflicto b¨¦lico y posterior intento de desplazamiento masivo de poblaci¨®n? ?La ocupaci¨®n por parte de la OTAN durante m¨¢s de una d¨¦cada? ?El que su Constituci¨®n la elabore un finland¨¦s bajo los auspicios de la ONU? ?El ser administrados como una colonia por un funcionario de la Uni¨®n Europea?
Debido a la locura nacionalista que se apoder¨® de Serbia en la d¨¦cada de los noventa, los kosovares vieron sus instituciones suprimidas, sus escuelas y hospitales cerrados y sus universidades clausuradas. La reacci¨®n fue primero pac¨ªfica: los profesores siguieron dando clases en sus casas y los m¨¦dicos atendiendo a la gente por su cuenta. Pero en un momento dado, ante la ausencia de apoyo internacional y la radicalizaci¨®n de Serbia, los j¨®venes cuestionaron a los mayores y se lanzaron a la resistencia armada. Ante las intenciones genocidas de Milosevic, la OTAN desencaden¨® una guerra en la que Espa?a, podemos decir con orgullo, particip¨® con aviones F-18. Kosovo es un problema que, desgraciadamente, no pudo solucionarse pol¨ªtica y pac¨ªficamente, lo que forz¨® a la comunidad internacional a intervenir militarmente para proteger a los kosovares, que naturalmente se negaron posteriormente a reintegrarse en el estado agresor. ?D¨®nde est¨¢ el precedente? En la estupidez humana, sin duda. Pero en nada m¨¢s. Respetemos un poco a los kosovares y manteng¨¢moslos al margen de nuestra pol¨ªtica interna. No se lo merecen.
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