Europa dislocada
La UE desilusiona crecientemente a su ciudadan¨ªa fabricando un paro inaceptable de 26 millones
Una Europa dislocada, en la doble acepci¨®n de desconcertada y desarticulada, pierde peso mundial mientras EE UU pivota hacia Asia. La UE desilusiona crecientemente a su ciudadan¨ªa fabricando un paro inaceptable, 26 millones, de ellos seis largos aportados por Espa?a, con una pol¨ªtica unidimensional dirigida al alivio de los mercados olvidando a los ciudadanos. La aplicaci¨®n extrema de la austeridad sin advertir que el antibi¨®tico ya ha acabado con el paciente. Tres a?os largos ya mir¨¢ndonos el ombligo sin resolver la crisis, produciendo una fractura entre el Norte y el Sur del continente, y el absoluto descr¨¦dito de la pol¨ªtica y los pol¨ªticos. A los que, sin embargo, cuando todo se viene abajo, se acude en ¨²ltima instancia, como acabamos de ver en Italia, con la llamada a un joven democristiano pasado a la izquierda centrista llamado Enrico Letta, para que forme un dif¨ªcil Gobierno de salvaci¨®n nacional. El presidente octogenario de Italia, que se dispon¨ªa a disfrutar de una merecida jubilaci¨®n, ha sido llamado a salvar la Rep¨²blica. ?Qui¨¦n podr¨ªa hacer en Espa?a el discurso de Napolitano criticando la incompetencia, la corrupci¨®n rampante de la clase pol¨ªtica y la desconfianza absoluta entre la derecha y la izquierda? ?D¨®nde est¨¢n los hombres c¨ªvicos capaces de llamar a una reforma del sistema, de todo lo que se nos ha quedado viejo, Constituci¨®n incluida, que requiere un replanteamiento que ponga fin al disparate de que quien lo hace no lo paga y a la cultura de la impunidad de los partidos, y no solo de ellos? Convengamos que hoy este llamamiento parecer¨ªa inveros¨ªmil, por incre¨ªble, desde cualquiera de nuestros poderes o instituciones, incluida la jefatura del Estado.
La primavera, tan caprichosa meteorol¨®gicamente, nos ha tra¨ªdo los primeros signos de que la austeridad contra viento y marea, sin matices, puede tener sus d¨ªas contados. Se dibuja la aceptaci¨®n de que no era la ¨²nica pol¨ªtica posible. Al tiempo, Alemania empieza a ver las orejas del lobo de la recesi¨®n y teme por la salud econ¨®mica del paciente franc¨¦s. Merkel ve con preocupaci¨®n que su econom¨ªa no repuntar¨¢ esta primavera y que se le echan encima las elecciones de septiembre, a las que tiene que llegar con un panorama de crecimiento econ¨®mico consolidado. Los socialdem¨®cratas sueltan lastre de su apoyo cerrado a la pol¨ªtica europea de la canciller, y un nuevo partido, Alternativa para Alemania, propone una salida ordenada del euro. La Europa meridional que sufre la exigencia de alcanzar reducciones de d¨¦ficits presupuestarios imposibles se rebela, tambi¨¦n Francia; ya no pueden mantener las compras de exportaciones alemanas, que no son absorbidas tan f¨¢cilmente por una China que ha decidido crecer m¨¢s pausadamente; a Daimler Benz, Mercedes y Volkswagen se les achican los beneficios. Petardea el motor del crecimiento europeo.
La austeridad contra viento y marea, sin matices, puede tener sus d¨ªas contados
El presidente de la Comisi¨®n Europea, el portugu¨¦s Barroso, experto en nadar y guardar la ropa, sorprend¨ªa esta semana al declarar que la austeridad ha alcanzado su l¨ªmite, ni es eficaz ni socialmente viable, porque carece del m¨ªnimo apoyo social y pol¨ªtico. Una cierta ca¨ªda del caballo. El FMI admite que minusvalor¨® el impacto sobre el crecimiento del recorte del gasto p¨²blico. Los padrinos intelectuales del art¨ªculo de fe de la austeridad fiscal, los profesores de Harvard, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, han visto refutada su regla de oro: existe un techo del 90% de deuda p¨²blica sobre el PIB a partir del cual el crecimiento econ¨®mico decrece notablemente. Como afirm¨® John Kenneth Galbraith rebatiendo a Milton Friedman, ¡°la desgracia de Milton fue que sus pol¨ªticas hab¨ªan sido probadas¡±, lo mismo podr¨ªa decirse hoy de la austeridad que devasta a Europa.
Sin embargo, la obstinada Merkel no cede y vuelve a hablarse de la cuesti¨®n alemana que tanto signific¨® el pasado siglo. Pintada con el bigotillo de Hitler desde el profundo sur, los griegos estiman que los alemanes debieran reparar con 162.000 millones de euros los da?os causados por la invasi¨®n nazi de su pa¨ªs. Mientras, los alemanes piensan que Espa?a es un pa¨ªs d¨¦bil, corrupto y tradicional de ciudadanos poco trabajadores. Sin el contrapeso de Francia y el Reino Unido enfermo de eurofobia, no hay alternativa al liderazgo alem¨¢n. Un pa¨ªs, como dec¨ªa Kissinger, demasiado grande para Europa y demasiado peque?o para el mundo. Alemania condenada si lidera Europa y condenada si no lo hace. El historiador brit¨¢nico Brendan Simms, autor de Europe: the fight for supremacy, resume as¨ª el problema: ¡°Alemania se sit¨²a inc¨®moda en el coraz¨®n de una Uni¨®n Europea que fue concebida mayormente para constre?ir el poder de Alemania, pero que ha servido por el contrario para incrementarlo, y cuyos fallos de dise?o han despojado de soberan¨ªa a muchos otros europeos¡±.
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