L¨ªneas rojas
Obama piensa que, cuanto menos se utilice, mayor ser¨¢ el poder de Estados Unidos
Obama no ha resuelto en el quinto a?o de su presidencia la enorme brecha entre su vibrante ret¨®rica y la acci¨®n pol¨ªtica ejercida desde la Casa Blanca, la medida que dista entre predicar y dar trigo. Su razonable ejercicio de contenci¨®n en la tragedia de Siria est¨¢ siendo atacada como un signo de indecisi¨®n que responsabilizar¨ªa a EE UU de alimentar un vac¨ªo pol¨ªtico que se proyectar¨ªa desde Egipto hasta Ir¨¢n. El presidente quiere cerrar de una vez las guerras de Irak y Afganist¨¢n, cuyas m¨ªnimas rentas no justifican su inmenso coste econ¨®mico, desestabilizador en el plano dom¨¦stico. Obama es prisionero de sus palabras. Nunca debi¨® afirmar que la utilizaci¨®n de armas qu¨ªmicas por parte de Al Assad cruzar¨ªa una l¨ªnea roja que cambiar¨ªa ¡°sus c¨¢lculos¡±. Queda atrapado en una jaula geoestrat¨¦gica y sin buenas opciones. Otra l¨ªnea roja que se salt¨® fue su imprudente promesa de cerrar la c¨¢rcel de Guant¨¢namo, que desbarata su ret¨®rica condena de la ¡°falsa opci¨®n¡± de tener que elegir entre la libertad y la seguridad.
Al bombardear objetivos en Siria, Israel cumple su l¨ªnea roja de impedir que la milicia radical Hezbol¨¢ obtenga misiles rusos o iran¨ªes. ?Act¨²a como polic¨ªa de la regi¨®n, subcontratado por Washington? ?Esta ambig¨¹edad de EE UU le convierte en un tigre de papel a los ojos de Teher¨¢n, Corea del Norte o aliados estrat¨¦gicos como Jap¨®n o Corea del Sur? Lo que comenz¨® hace dos a?os como un levantamiento popular a contra El Asad, en la estela de la primavera ¨¢rabe, ha mutado en una guerra sectaria manipulada por fuerzas exteriores y en la que act¨²an Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª para alterar el equilibrio regional del poder. La crisis de Siria muestra los l¨ªmites del poder de Estados Unidos, que Obama interpreta correctamente, atendiendo al rechazo de la opini¨®n p¨²blica a una nueva intervenci¨®n exterior, frente a los que aseveran que EE UU se ha convertido en una naci¨®n prescindible en retirada del exterior por culpa del presidente.
No est¨¢ claro que una intervenci¨®n a¨¦rea norteamericana, impensable sin una amplia coalici¨®n ¨¢rabe y europea, tuviera efectos ben¨¦ficos en Siria. Debe tenerse en cuenta el malhadado ejemplo de Irak, invadido con la mentira de la existencia de armas de destrucci¨®n masiva y hoy un pa¨ªs partido, enfermo de terrorismo. El caso de Libia tampoco habla a favor de la fuerza militar para resolver conflictos pol¨ªticos y tribales. Como Thomas Jefferson, Obama piensa que, cuanto menos se utilice, el poder de Estados Unidos ser¨¢ mayor. Probablemente Washington no quiere el triunfo final de los rebeldes, cada vez m¨¢s en manos de la facci¨®n insurgente de Al Qaeda. Los que defienden el uso de la fuerza bas¨¢ndose en la supuesta utilizaci¨®n de armas qu¨ªmicas, sin esperar a la comprobaci¨®n del d¨®nde, el c¨®mo, y el qui¨¦n, olvidan su silencio cuando Reagan alent¨® masivos ataques qu¨ªmicos de Sadam Hussein en la guerra de Irak contra Ir¨¢n, con miles de v¨ªctimas, o cuando EE UU emple¨® el Agente Naranja contra Vietnam del Norte en la guerra del sureste asi¨¢tico.
Obama, el gran realista en pol¨ªtica exterior, sopesa la defensa de los valores democr¨¢ticos y los impulsos humanitarios frente a la p¨¦rdida de vidas estadounidenses y la idea del pa¨ªs atrapado de nuevo en una guerra en Oriente Pr¨®ximo. Y concluye que no es obligado escoger entre realismo o idealismo. Richard Haas, presidente del Council of Foreign Relations, advierte que la invisible mano de Adam Smith es impotente en el mundo de la geopol¨ªtica. Sin embargo apoya la visi¨®n del presidente al defender que ¡°la amenaza m¨¢s cr¨ªtica para EE UU hoy no es una China en ascenso, o un Ir¨¢n nuclear, sino la debilidad de los cimientos dom¨¦sticos del poder americano¡±. Obama preferir¨ªa aumentar la presi¨®n, sin intervenci¨®n militar directa, hasta que El Asad y su guardia pretoriana se dieran cuenta de que tienen la guerra perdida y accedieran a negociar un cambio ordenado de r¨¦gimen. Acerca su posici¨®n a la de Rusia, a la que intenta sumar a una conferencia internacional que implique a los cinco grandes del Consejo de Seguridad de la ONU. El derecho de injerencia para proteger a la poblaci¨®n siria decaer¨ªa en pro de evitar un incendio mayor. Despu¨¦s de todo, no hay intereses vitales de EE UU en Siria. Algo parecido a lo ocurrido en la Conferencia de Par¨ªs en 1919, al t¨¦rmino de la Gran Guerra y la desaparici¨®n del imperio Otomano y los imperios centrales derrotados. Los aliados victoriosos, Reino Unido. Estados Unidos y Francia, dibujaron un nuevo mapa de Europa y Oriente Medio, con nuevas fronteras y nuevos pa¨ªses. El primer ministro del Reino Unido, Lloyd George, ante la indiferencia del presidente Wilson, expuso con pragmatismo la soluci¨®n. Mesopotamia, petr¨®leo y regad¨ªos, debemos qued¨¢rnosla. Tierra Santa, sionismo, debemos tenerla. ?Qu¨¦ hay en Siria? Que se la queden los franceses.
fgbasterra@gmail.com
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