Los fantasmas de Winnie Mandela
La polic¨ªa sudafricana reabre un caso que implica a la exesposa del l¨ªder contra el ¡®apartheid¡¯ en el asesinato en 1988 de un supuesto ¡®traidor¡¯ a la causa negra
Una ma?ana de 1990 estaba hablando con un se?or llamado Nico Sono en la esquina de una calle en Soweto, una ciudad pobre y polvorienta en la periferia de Johanesburgo habitada solo por gente negra. El se?or Sono me dijo que estaba convencido de que Winnie Mandela hab¨ªa matado a su hijo. Hoy, casi un cuarto de siglo despu¨¦s, la polic¨ªa sudafricana ha empezado a investigar el caso, abriendo la posibilidad de que la exesposa de Nelson Mandela, que ahora tiene 76 a?os, sea imputada por asesinato.
Lo curioso no es tanto por qu¨¦ la polic¨ªa esper¨® tanto tiempo para iniciar la investigaci¨®n sino por qu¨¦ no hicieron nada cuando ocurrieron los hechos. Lolo Sono, de 21 a?os, desapareci¨® el 13 de noviembre de 1988. Fue el ¨²ltimo d¨ªa en que su padre lo vio, golpeado en la cara, sangrando y temblando de miedo en una furgoneta en la que viajaban media docena de j¨®venes matones bajo el mando de Winnie Mandela. Seg¨²n me cont¨® Nico Sono, ella, que tambi¨¦n estaba en la furgoneta, se neg¨® a entregarle a su hijo, acus¨¢ndole ¡ªfalsamente, como despu¨¦s trascendi¨®¡ª de ¡°traidor¡± a la causa de la liberaci¨®n negra. Todo lo que me dijo Nico Sono a m¨ª, y m¨¢s, se lo hab¨ªa dicho ya a la polic¨ªa, que adem¨¢s ten¨ªa un esp¨ªa a sueldo en la casa de Winnie Mandela que deb¨ªa haber informado de lo que hab¨ªa ocurrido.
En aquella ¨¦poca Nelson Mandela a¨²n permanec¨ªa en la c¨¢rcel y su esposa era la figura m¨¢s visible de la lucha contra el apartheid. El caso Lolo Sono presentaba a las autoridades una oportunidad de oro para detener a Winnie Mandela, someterla a juicio por la muerte de un chico negro, desprestigiar ante el mundo al movimiento de liberaci¨®n que encarnaba su marido y mandarla a ella a la c¨¢rcel tambi¨¦n. Pero no hicieron nada.
?Por qu¨¦? Porque en aquellos tiempos la justicia estaba al servicio del poder y al poder ya no le interesaba que Nelson Mandela, que llevaba 26 a?os en la c¨¢rcel y desde la distancia amaba a su esposa con locura, sufriera m¨¢s. El gobierno blanco sab¨ªa que los d¨ªas del apartheid estaban contados. Altos mandos del Gobierno llevaban dos a?os conversando en secreto con Mandela cuando desapareci¨® Lolo Sono. Apostaban a que una negociaci¨®n pol¨ªtica con un Mandela liberado les dar¨ªa la posibilidad de lograr un acuerdo que les permitir¨ªa conservar una alta proporci¨®n del poder pol¨ªtico en manos blancas. Se equivocaron, pero en aquel momento no quer¨ªan correr el riesgo de someter a Mandela a un disgusto que lo podr¨ªa radicalizar, o incluso abandonar la negociaci¨®n por las armas. Por eso protegieron a su mujer del peso de la ley.
La pregunta ahora es, ?por qu¨¦ en una Sud¨¢frica plenamente democr¨¢tica, con un presidente negro, las autoridades han optado por volver a perseguirla? Seg¨²n una teor¨ªa ampliamente difundida en Sud¨¢frica y avalada por los hechos de los ¨²ltimos a?os, porque la justicia sigue estando al servicio del poder. Winnie Mandela no tiene una buena relaci¨®n con el presidente, Jacob Zuma. En una conferencia en diciembre del a?o pasado del partido gobernante, el Congreso Nacional Africano, el principal tema sobre la mesa fue la permanencia de Zuma como l¨ªder del partido. Ella dio su apoyo a un grupo opuesto a Zuma. El secretario general del partido, leal a Zuma, declar¨® que la posici¨®n adoptada por Winnie Mandela era ¡°peligrosa¡±. Tres meses despu¨¦s la polic¨ªa hall¨® en una fosa lo que cre¨ªa haber sido el cuerpo de Lolo Sono, e inici¨® su investigaci¨®n.
?Casualidad o conexi¨®n? A¨²n no se sabe. Ni se sabe si la investigaci¨®n de la muerte de Sono llegar¨¢ a las ¨²ltimas consecuencias o si el Gobierno intervendr¨¢ y todo se quedar¨¢ en una advertencia a la se?ora Mandela para que se calle. Lo cierto es que si ella no fuera quien es, si no hubiera estado casada con Nelson Mandela, si no hubiera cometido los cr¨ªmenes que cometi¨® cuando los cometi¨®, hubiera pasado muchos a?os de su vida en prisi¨®n.
Ah¨ª, en prisi¨®n, es donde estaba su marido, en la segunda mitad de los a?os ochenta, cuando ella y su banda de j¨®venes matones lanzaron lo que muchos en Soweto llamaban el ¡°reino de terror de los chicos de Winnie¡±. Aparte de Lolo Sono hubo al menos tres asesinatos m¨¢s de j¨®venes negros claramente cometidos por miembros de la banda. Tambi¨¦n hubo violaciones, secuestros y asaltos.
Un juez dictamin¨® en 1991 que imaginar que los chicos de la se?ora Mandela actuar¨ªan en tales episodios sin su conocimiento era igual de imposible que imaginar ¡°la obra Hamlet sin el pr¨ªncipe¡±. El juez la declar¨® culpable del secuestro de cuatro j¨®venes, de complicidad en posteriores agresiones contra ellos y la conden¨® a seis a?os de c¨¢rcel. Pero ella recurri¨® y nunca los cumpli¨®. Un Tribunal de Apelaci¨®n redujo la condena en 1993 de los seis a?os a una multa de lo que hoy ser¨ªan unos 4.000 euros.
Pocos dudaban que una vez m¨¢s el Gobierno, a¨²n blanco en aquel momento, hab¨ªa influido en el poder judicial. Faltaba un a?o para que se llevaran a cabo las primeras elecciones democr¨¢ticas de la historia de Sud¨¢frica y encarcelar a la popular y populista Winnie Mandela supon¨ªa demasiado riesgo para la entonces fr¨¢gil estabilidad del pa¨ªs. Para su fortuna exist¨ªa en aquellos tiempos la percepci¨®n de que una justicia imperfecta era el precio que se ten¨ªa que pagar para lograr la transici¨®n a la democracia y evitar un ba?o de sangre. Muchos m¨¢s fueron perdonados por sus cr¨ªmenes, especialmente miembros del r¨¦gimen blanco. La diferencia fue que los cr¨ªmenes de Winnie Mandela poco tuvieron que ver con pol¨ªtica y m¨¢s con las actividades de una banda mafiosa.
Nelson Mandela, que al principio no quiso creer que la mujer que hab¨ªa sido el amor de su vida era un monstruo, acab¨® entendi¨¦ndolo al final. Durante el juicio de divorcio entre los dos en marzo de 1996, cuando ¨¦l ya era presidente, su abogado le pregunt¨® si estar¨ªa dispuesto a contemplar la posibilidad de reconciliarse con su esposa. ¡°Si el universo entero intentara convencerme de que me reconciliara con ella no lo har¨ªa¡±, contest¨®.
Hoy, una vez m¨¢s, los fantasmas del pasado de Winnie Mandela han vuelto a despertar. Pero hoy su exmarido, a los 94 a?os, se entera de muy poco de lo que le rodea. La noticia de que finalmente se ha abierto la investigaci¨®n por la muerte de Lolo Sono no la habr¨¢ podido asimilar. Su suerte, mientras se acerca el final de su vida, es que Winnie ya no es capaz de provocarle m¨¢s disgustos.
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