Una batalla poco ortodoxa
Una mujer logra rezar con la parafernalia masculina ante el Muro de las Lamentaciones Los ultrarreligiosos reciben el gesto entre insultos y botellazos
Bonnie Ras sab¨ªa d¨®nde se met¨ªa el viernes 10 de mayo. Poco antes de las siete de la ma?ana un estruendo emanaba de la plaza frente al Muro de las Lamentaciones de Jerusal¨¦n. Era una mezcla de pitidos, gritos e insultos. ¡°Nazis, volved a Alemania¡±, le gritaron en hebreo, mientras se abr¨ªa paso, nerviosa, entre una marabunta de hombres vestidos al estilo ultraortodoxo, con gorro y traje negro sobre camisa blanca. ¡°Zorra¡±, clamaban desde el fondo. Esquiv¨® una botella. A su izquierda, un cord¨®n de polic¨ªas forcejeaba con un peque?o grupo de ultrarreligiosos. Uno de ellos gritaba con ira, la mand¨ªbula desencajada y la mirada perdida. Otros lanzaban vasos, piedras, sillas.
Para esos hombres, Ras estaba profanando el lugar m¨¢s sagrado para el juda¨ªsmo, un muro que conten¨ªa un recinto en el cual, seg¨²n la tradici¨®n, se hallaba en tiempos inmemoriales un templo que guardaba el Arca de la Alianza. Lo que hac¨ªa all¨ª esta madre de dos hijas, nacida en Nueva York hace 54 a?os, de apariencia y voz afable, era, simplemente, rezar.
El muro es un lugar de culto f¨¦rreamente controlado por rabinos ultraortodoxos, que no solo dividen su acceso entre hombres y mujeres, sino que imponen una serie de tradiciones que mujeres como Ras est¨¢n decididas a cambiar. Cuando comenz¨®, en 1988, la lucha del grupo Mujeres del Muro parec¨ªa quijotesca. Rezan en ese lugar sagrado, dentro de la secci¨®n estrictamente reservada a las mujeres, con un atuendo tradicionalmente reservado a hombres. Durante la oraci¨®n, Ras se cubri¨® la cabeza con el taled, un manto de oraciones con flecos. Ley¨® de la Tor¨¢ y enunci¨® el kadish, un rezo religioso que, seg¨²n la tradici¨®n, solo puede articularse en presencia de al menos 10 varones mayores de 13 a?os. Otras mujeres se aplicaron las filacterias, unas cajas con pergaminos de las escrituras, unidas a unas cintas de cuero, sobre un brazo y la frente. Un sacrilegio para los ultraortodoxos.
Pero este mes, por primera vez, la polic¨ªa estaba para protegerlas. Hasta ahora, por lo mismo, eran detenidas. A Ras, de hecho, la arrestaron en tres ocasiones. Tras la ¨²ltima, el 11 de abril, la polic¨ªa present¨® cargos porque un fallo de 2003 de la Corte Suprema de Israel proh¨ªbe a las mujeres rezar del modo en el que lo hacen los hombres ante el muro. Finalmente, el mes pasado, la justicia ordinaria fall¨® a su favor. El caso, El Estado de Israel contra Ras, abri¨® el camino a toda una revoluci¨®n en los usos y costumbres del muro.
El empe?o de un grupo de mujeres ha propiciado que se proyecte una zona de rezo en la que no se discrimine por sexos
¡°Cuando o¨ª el veredicto sent¨ª alivio, pens¨¦ que todo hab¨ªa acabado, despu¨¦s de tantos a?os de lucha¡±. Comenz¨® a acudir al muro en 2009. Un a?o despu¨¦s se mud¨® de Estados Unidos a Israel. ¡°Los rabinos ultraortodoxos nos ven como una amenaza a su modo de vida. Y buscan que las mujeres no sean vistas en p¨²blico, que no se unan en grupos. Eso ya no cabe en el nuevo Israel¡±, a?ade.
Puede, s¨ª, que la justicia est¨¦ de su lado, pero esos mismos rabinos no se van a resignar. Y durante el ¨²ltimo rezo se esmeraron en mostrar m¨²sculo. Enviaron al muro a miles de estudiantes de sus yeshivas para ahogar a las mujeres en un ensordecedor oc¨¦ano de rabia. ¡°Son unas reformistas¡±, gritaba, a modo de insulto, Nachman Manweiss, un estudiante de 21 a?os que se dejaba los pulmones. ¡°Esto es una ofensa a lo m¨¢s sagrado de todo lo sagrado. A m¨ª no me importa que recen como quieran, pero que no lo hagan aqu¨ª¡±, dijo.
Hace solo unos meses parec¨ªa que la determinaci¨®n de las mujeres iba a abrir fisuras irreconciliables en el muro y en Israel. Muchas de esas fieles son norteamericanas. ¡°Vengo de una familia muy comprometida con la lucha por los derechos civiles en mi pa¨ªs¡±, asegura Ras. Los arrestos, que comenzaron en 2009, crearon indignaci¨®n en Estados Unidos, el aliado m¨¢s fiel de Israel en la escena internacional, y fuente inagotable de donaciones econ¨®micas. Por ello, el primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, decidi¨® buscar una soluci¨®n de compromiso. Y le encarg¨® buscarla a Natan Sharansky, director de la Agencia Jud¨ªa, un organismo que sirve de enlace entre Israel y las comunidades de fieles jud¨ªos del mundo.
Sharansky, varias veces ministro, es una figura muy respetada en Israel. Antes de emigrar, fue un disidente en su Uni¨®n Sovi¨¦tica natal, donde estuvo encarcelado por luchar para que el Gobierno permitiera emigrar a ciudadanos jud¨ªos. En abril propuso un plan: ampliar la plaza dejando la parte que ya est¨¢ en uso en manos de los rabinos ultraortodoxos y creando un nuevo oratorio bajo el control conjunto del Gobierno de Israel y la Agencia Jud¨ªa.
Su idea es erigir una plataforma elevada sobre unos restos arqueol¨®gicos. Es una zona de unos 80 metros de largo, donde Sharansky propone que se permita lo que ¨¦l llama ¡°rezo igualitario¡±, donde cada creyente podr¨¢ orar como desee, mezclados hombres y mujeres. El Gobierno a¨²n debe aprobar formalmente esa propuesta, aunque Netanyahu se ha mostrado a favor.
¡°Por primera vez en la historia tendremos en el muro representaci¨®n igualitaria, cualquiera podr¨¢ decidir d¨®nde reza, sin por ello tener que violar las costumbres tradicionales del lugar¡±, explica Sharansky en su oficina de Jerusal¨¦n, ante una enorme fotograf¨ªa del muro, que cuelga en la pared. ¡°El que quiera rezar seg¨²n el rito de los rabinos ortodoxos podr¨¢ hacerlo. La ¨²nica diferencia es que habr¨¢ otra zona para rezo igualitario. Todos obtienen algo con esa soluci¨®n¡±, a?ade.
¡°La propuesta de la Agencia Jud¨ªa es positiva¡±, asegura Ras. ¡°Pero nosotras no buscamos simplemente rezar en una zona igualitaria. La justicia nos dio la raz¨®n y nos permite leer la Tor¨¢, con el taled, en la zona reservada a las mujeres en el muro. Nunca pedimos otra cosa¡±, a?ade.
Ya en 1928, en los a?os del mandato brit¨¢nico, cuando los jud¨ªos colocaron por primera vez en el muro una pantalla para aislar a las mujeres de los hombres, los ¨¢rabes que controlaban el recinto protestaron, y las quitaron, dando pie a unas revueltas en las que murieron 243 personas. La separaci¨®n de las mujeres, a las que eventualmente se les dar¨ªa solo el 20% de la plaza para rezar, nac¨ªa con violencia. Ahora han conseguido, con el respaldo de la ley, que su voz se oyera claramente en ese lugar sagrado para su religi¨®n.
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