La desaparici¨®n de 11 personas pone en jaque al Gobierno de M¨¦xico DF
Tras seis d¨ªas del supuesto rapto a plena luz de un grupo que sal¨ªa de un ¡®afterhours¡¯, las autoridades no esclarecen nada
La violencia mafiosa en M¨¦xico se relacionaba hasta ahora con tierras de provincia como Tamaulipas, en el polvoriento noreste, o como Michoac¨¢n, un Estado del suroeste con zonas sometidas a los carteles y en las que los vecinos de los pueblos han decidido armarse de fusiles y defenderse por su cuenta. Todo eso no pasaba en la capital, M¨¦xico DF, que pese a los problemas de seguridad consustanciales a una megal¨®polis como esta parec¨ªa un feudo blindado a los desbarres extremos del crimen organizado. Hoy, esta idea est¨¢ en duda. Un grupo de 11 vecinos del barrio popular de Tepito supuestamente fue raptado a plena luz el domingo pasado a la salida de un after-hours del coraz¨®n de la capital, a medio minuto andando del bello y afrancesado Paseo de la Reforma, y todav¨ªa no se sabe nada de ellos: el Gobierno de la ciudad no confirma ni desmiente que se haya producido dicho rapto colectivo, pierde testigos por el camino, filtra a la prensa pruebas que ni siquiera hab¨ªan visto los familiares de las posibles v¨ªctimas y, seis d¨ªas despu¨¦s de lo ocurrido, no tiene ni por asomo una hip¨®tesis s¨®lida del caso de los 11 de Tepito.
Cada hora que pasa sin informaci¨®n oficial concluyente, la pregunta gana m¨¢s peso: ?en la capital de M¨¦xico tambi¨¦n pueden abrirse los mismos agujeros negros que se abren en zonas menos poderosas de la Rep¨²blica?
La idea no oficial de lo que sucedi¨® el domingo por la ma?ana, construida por las versiones de los familiares, basadas en el supuesto testimonio de un joven que escap¨® del supuesto rapto, es que el grupo de desaparecidos ¨Cj¨®venes entre los 16 a?os y la treintena- fue sacado de la discoteca a toda prisa por el due?o del local ¨Ccon la excusa de que iba a haber una redada policial- y que afuera los esperaba un comando de tipos armados y encapuchados que se los llev¨® en tres furgonetas.
La versi¨®n popular se ramifica en matices: que si el comando eran polic¨ªas uniformados, que si eran civiles con armas largas, que si las furgonetas llevaban logotipos policiales, que si eran tres furgonetas, que si eran cinco. Todo ese desbarajuste de rumores es lo que se espera que resuelvan las autoridades, pero de momento estas, a pesar del paso de los d¨ªas, no logran m¨¢s que balbucir inconcreciones.
Este viernes, el fiscal jefe de la capital, Rodolfo R¨ªos, cuyo organismo investiga el caso desde el mi¨¦rcoles pasado -es decir, desde cuatro d¨ªas despu¨¦s de los hechos-, afirm¨® que no saben si hubo o no un rapto colectivo: ¡°No hemos determinado a¨²n si existi¨®¡±. Todo lo que precis¨® R¨ªos es que sus investigadores hab¨ªan entrado en la discoteca, que permanece clausurada, y que hab¨ªan encontrado ¡°diversas botellas, diferentes sustancias y huellas dactilares¡±. La fiscal¨ªa cate¨® el after-hours este jueves. Cinco d¨ªas despu¨¦s.
Una prueba preciada eran las grabaciones de las c¨¢maras de vigilancia que tiene la discoteca en la puerta de entrada, pero cuando fueron a por ellas, los investigadores se llevaron la decepci¨®n de que no estaba la memoria de almacenamiento de los v¨ªdeos.
Hasta el momento, las ¨²nicas im¨¢genes de las que dispone la fiscal¨ªa, dependiente del Gobierno de la capital, son las de dos furgonetas de vidrios polarizados que fueron grabadas circulando por la zona de los hechos el domingo por la ma?ana. Estas im¨¢genes han sido publicadas este s¨¢bado, pero no por la fiscal¨ªa, sino por un peri¨®dico al que se las filtr¨®, lo que ha elevado a¨²n m¨¢s la rabia de los familiares de los desaparecidos.
El desbarajuste de la investigaci¨®n no acaba ah¨ª. La fiscal¨ªa ha perdido el rastro de uno de los j¨®venes que al parecer pudo escapar de la supuesta emboscada. El fiscal R¨ªos dijo ayer que no sab¨ªan d¨®nde estaba ese testigo, que en alg¨²n momento de la semana lleg¨® a prestar declaraci¨®n en el Centro de Atenci¨®n a Personas Extraviadas y Austentes, integrado en la fiscal¨ªa. El jueves pasado EL PA?S estuvo en el barrio de Tepito y supo por los familiares de los desaparecidos que, en efecto, hab¨ªa un joven que se hab¨ªa salvado del supuesto rapto y que hab¨ªa declarado ante las autoridades.
-?Y le han puesto protecci¨®n policial? ¨Cpregunt¨® este peri¨®dico.
-No, ¨¦l anda por ah¨ª ¨Crespondieron los familiares.
Media hora m¨¢s tarde, a trav¨¦s de estos vecinos, EL PA?S pudo hablar por tel¨¦fono con un hombre que dec¨ªa ser el testigo en cuesti¨®n. Relat¨® la misma versi¨®n de los hechos que manejan los familiares, que un grupo armado ¨Cde civiles, seg¨²n ¨¦l- se llev¨® a sus amigos en furgonetas sobre las once de la ma?ana, y dijo que ¨¦l logr¨® escapar por la azotea del after-hours. Adem¨¢s afirm¨® que hab¨ªa prestado declaraci¨®n sin desvelar su nombre.
-?Y c¨®mo no le exigieron que les dijese su identidad?
-Les dije que no les daba mi nombre. Fui con una gorra y con gafas de sol ¨Cexplic¨® el supuesto testigo.
Surrealista o no, este testigo no es la ¨²nica v¨ªa de investigaci¨®n que por el momento se le ha escapado de las manos a la fiscal¨ªa. Tampoco saben d¨®nde est¨¢ Ernesto Espinosa Lobo, el due?o de la discoteca. Un local que, para m¨¢s confusi¨®n, tiene varios nombres: el que pone en un cartel en la fachada, Restaurante Bicentenario, el que aparece en los registros oficiales, After Heavens, y otros dos por los que lo conoce la gente: Mam¨¢ Grande y Amsterdam. La discoteca de los cuatro nombres era un lugar oscuro, seg¨²n los testimonios recabados por este peri¨®dico entre vecinos de Tepito. Una familiar de uno de los desaparecidos, una chica joven cuyo nombre mantendremos en el anonimato, y que iba con frecuencia al local, lo describi¨® as¨ª: ¡°Abr¨ªa a las cuatro de la ma?ana y cerraba a las seis de la tarde. La gente iba armada, los clientes y los vigilantes, pero nunca pasaban nada¡±. Esta chica cuenta que en la discoteca se vend¨ªa droga abiertamente: ¡°tachas [pastillas] y perico [coca¨ªna]¡±, y que iban all¨ª a escuchar m¨²sica electr¨®nica ¨C¡°minimal, house, progress¡±-. La joven dice que eran conscientes de que el After Heavens ten¨ªa un ambiente ¡°muy pesado¡±, pero aclara que nunca se hubieran imaginado que pudiese pasar lo que supuestamente pas¨®: ¡°Yo he estado en balaceras en antros con muertos, pero nunca hab¨ªa visto una cosa as¨ª, que lleguen y se lleven a la gente¡±.
En cuanto al perfil de los desaparecidos ¨Cgente joven, todos de Tepito, un barrio que es el mayor centro de comercio pirata de todo M¨¦xico y que est¨¢ considerado como uno de los lugares m¨¢s peligrosos de la ciudad-, por ahora solo ha trascendido que uno de ellos, de nombre Jerzy Ortiz, de 16 a?os, es hijo de un supuesto peso pesado del hampa de Tepito, hoy encarcelado, que se llama Jorge Ortiz y que es conocido como El Tanque, y que otro de los desaparecidos, Said S¨¢nchez, de 19 a?os, es hijo de Alejandro S¨¢nchez, alias El Papis, tambi¨¦n preso y en su momento socio de El Tanque. De todos modos, las autoridades no han confirmado que la filiaci¨®n de estos dos desaparecidos tenga que ver con lo que sucedi¨® el domingo. Como tampoco se ha confirmado otro de los rumores que circulan y que vincula el caso de los 11 de Tepito con el asesinato, en la madrugada del viernes 24 de mayo, dos d¨ªas antes del supuesto rapto colectivo, de un supuesto traficante de droga al por menor en la discoteca Black, en el acomodado barrio de La Condesa, a diez minutos en coche del After Heavens.
En medio de todo esta mara?a de cabos sueltos, esta ma?ana se especul¨® con que hubiesen aparecido los cad¨¢veres de tres de los 11 secuestrados en un municipio del Estado de M¨¦xico, que circunda a la capital, pero el Gobierno de este lugar lo ha desmentido.
El caso, por lo tanto, sigue abierto y confuso, y la reputaci¨®n de islote de seguridad que ten¨ªa la capital en medio de toda la crisis de violencia criminal que sufre la Rep¨²blica, est¨¢ en tela de juicio. A finales de 2012, el exjefe del Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, dijo que su ciudad estaba a punto de convertirse en ¡°la ciudad m¨¢s segura del mundo¡±. La desaparici¨®n de 11 j¨®venes en una crepuscular discoteca del centro mismo de la capital podr¨ªa cortar en seco esa ilusi¨®n y poner ante los ojos de las autoridades un reto que en buena medida daban por sentado: la seguridad de la capital de M¨¦xico.
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