?C¨®mo se gestionan los fondos para los supervivientes del Holocausto?
La relaci¨®n entre la Jewish Claims Conference y Berl¨ªn ha estado plagada de altibajos
La ¨²ltima reuni¨®n entre las v¨ªctimas del Holocausto representadas por la Jewish Claims Conference (JCC) y el Gobierno alem¨¢n resolvi¨®, sin mayores dificultades, un aumento en las indemnizaciones alemanas a los jud¨ªos supervivientes del nazismo. La JCC, con sede en Nueva York, surgi¨® en 1951 para facilitar la relaci¨®n entre los jud¨ªos y la Alemania ocupada por las potencias aliadas occidentales. Ante la enorme complicaci¨®n de atender las reclamaciones de millones de afectados por la persecuci¨®n y por los planes genocidas de Adolf Hitler, el Gobierno del democristiano Konrad Adenauer (CDU) buscaba un interlocutor ¨²nico con quien negociar las reparaciones. Poco despu¨¦s de que Adenauer declarara en el Bundestag su voluntad de compensar a los supervivientes del Holocausto, el presidente del Consejo Jud¨ªo Mundial Nahum Goldmann convoc¨® en Nueva York a m¨¢s de 20 organizaciones de v¨ªctimas. All¨ª fundaron la JCC, que acaba de conseguir que Alemania ampl¨ªe los fondos para atender en su propio domicilio a los supervivientes del Holocausto enfermos o dependientes. Ser¨¢n 772 millones entre 2014 y 2017.
La relaci¨®n entre la JCC y el Gobierno alem¨¢n siempre fue acompa?ada de una notable discreci¨®n por ambas partes. Desde 1952 y seg¨²n fuentes de la Diplomacia alemana, Bonn y Berl¨ªn han transferido a la JCC unos 57.000 millones de euros para las v¨ªctimas de su per¨ªodo m¨¢s oscuro. El dinero sirve para pagar pensiones vitalicias de 300 euros mensuales a los que pasaron m¨¢s de tres meses en un campo de concentraci¨®n nazi o en uno de los guetos cerrados, como el de Varsovia. Tambi¨¦n tienen derecho a la pensi¨®n los que vivieron seis meses escondidos o con identidad falsa. Los que tuvieron que escapar por la persecuci¨®n o sufrieron otras formas de intimidaci¨®n pueden percibir 2.556 euros en un solo pago. La JCC ha funcionado durante d¨¦cadas como una suerte de ONG veterana que celebra reuniones peri¨®dicas con Berl¨ªn para presentar sus necesidades.
El historiador de la Universidad de Bochum Constantin Goschler recuerda que ¡°hubo tiempos en los que las negociaciones eran tensas¡±. Tras una primera fase tutelada por los Aliados, la JCC y el Gobierno superaron sus diferencias estableciendo unas ¡°reglas del juego¡± a mediados de los sesenta. A primeros de los 80 se pens¨® que la JCC se iba a disolver paulatinamente, porque su tarea parec¨ªa cumplida. Pero la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y la Unificaci¨®n de Alemania abrieron un nuevo frente de negociaci¨®n. Las v¨ªctimas pod¨ªan reclamar las posesiones robadas por los nazis en ciudades orientales. Muchos supervivientes lo hicieron, pero se gener¨® una pol¨¦mica sobre los bienes de los asesinados. ?Pertenec¨ªan a sus herederos o a la comunidad jud¨ªa representada por la JCC? Los que no presentaron sus reclamaciones antes del 31 de diciembre de 1992 vieron como la JCC se quedaba con terrenos o viviendas de sus parientes muertos.
Un jurado de Nueva York declar¨® culpables a tres antiguos directivos de la organizaci¨®n por una estafa de 44 millones
Otro asunto pol¨¦mico es la corrupci¨®n en el seno de la JCC. Un jurado de Nueva York declar¨® culpables hace un par de semanas a tres antiguos directivos de la organizaci¨®n por una monumental estafa de 44 millones de euros mediante reclamaciones fraudulentas de falsas v¨ªctimas. Aunque es dinero alem¨¢n, el caso encontr¨® poco eco aqu¨ª. El profesor Goschler ve dos causas: primero, las precauciones obvias que toman los alemanes para hablar de jud¨ªos y dinero. Segundo, porque a Alemania le conviene que la JCC administre las indemnizaciones. A cambio de mostrarse generosos con la JCC, las autoridades alemanas se ahorran el engorro de comprobar cada reclamaci¨®n y denegar las que sean injustificadas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.