Suiza se encierra en sus miedos
La pr¨®spera naci¨®n alpina teme la crisis europea y dificulta la inmigraci¨®n Los suizos aprueban en refer¨¦ndum un endurecimiento de las condiciones de asilo
En los vagones de primera clase no hay ni un asiento libre. Son las siete de la ma?ana de un jueves en el tren que une Zurich, el centro financiero suizo, con Berna, la capital. En casi cualquier pa¨ªs esta ser¨ªa la imagen de un tren lleno, sin m¨¢s. En Suiza no. En esta isla de prosperidad europea, los trenes y los atascos en algunas carreteras se han convertido para muchos suizos en claros s¨ªntomas de que algo falla, de que las costuras del Estado de bienestar se fuerzan m¨¢s de la cuenta. Sienten, en definitiva, que en este peque?o pa¨ªs no hay sitio para todos y que, por lo tanto, ha llegado el momento de poner orden en las fronteras. Es un discurso que se escucha en la calle, pero tambi¨¦n en los despachos oficiales, donde se hacen ahora eco de una agenda pol¨ªtica con la que machaca desde hace a?os la extrema derecha.
Los suizos respaldaron ayer en refer¨¦ndum con una amplia mayor¨ªa (79%) un endurecimiento de su ley de asilo. Suiza ha sido tradicionalmente un pa¨ªs muy generoso a la hora de acoger refugiados pol¨ªticos en comparaci¨®n con los pa¨ªses de la UE. El refer¨¦ndum celebrado ayer es solo un paso en una bater¨ªa de iniciativas con las que la clase pol¨ªtica trata de dar respuesta a la creciente ansiedad ciudadana. La medida m¨¢s sonada y la que ha enfadado a Bruselas ha sido la activaci¨®n de la llamada cl¨¢usula de salvaguarda, por la que Suiza ha restringido los permisos de larga duraci¨®n de los trabajadores de la Uni¨®n Europea, incluidos los espa?oles. En los pr¨®ximos 18 meses, hasta tres referendos decidir¨¢n sobre la entrada de extranjeros en el pa¨ªs y contribuir¨¢n a redefinir la identidad de un pa¨ªs en el que los inmigrantes (23% de la poblaci¨®n, la mayor¨ªa de ellos europeos, con los alemanes a la cabeza) han sido hist¨®ricamente el motor de la econom¨ªa.
Suiza ha sido tradicionalmente un pa¨ªs muy generoso a la hora de acoger refugiados pol¨ªticos en comparaci¨®n con los pa¨ªses de la UE. El refer¨¦ndum celebrado ayer es solo un paso en una bater¨ªa de iniciativas con las que la clase pol¨ªtica trata de dar respuesta a la creciente ansiedad ciudadana
Lo de la cl¨¢usula de salvaguarda ha sido m¨¢s una medida simb¨®lica que otra cosa. Afectar¨¢ a apenas 3.000 trabajadores de la UE, que en cualquier caso podr¨¢n solicitar un permiso de corta duraci¨®n hasta que expire la restricci¨®n el a?o que viene. Pero la realidad, los datos, son casi lo de menos. Porque lo que estos d¨ªas dicta los impulsos pol¨ªticos en Suiza son sobre todo los miedos y las percepciones, tanto o m¨¢s reales, por otra parte, que la propia realidad. Se trataba, como reconocen los propios gobernantes, de calmar a la poblaci¨®n y de demostrar que son capaces de decidir sobre el rumbo del pa¨ªs, es decir, de tomar decisiones para controlar la entrada y salida de trabajadores, incluso en contra de Bruselas.
Los apuros financieros de los pa¨ªses de la Uni¨®n han contribuido en buena medida a exacerbar los miedos. El torment¨®n que arrecia con fuerza en el resto de Europa ha vuelto a pasar de largo por Suiza, donde la econom¨ªa va bien ¡ªprevisi¨®n de crecimiento del 1,2%¡ª, el paro resulta casi obviable ¡ªcerca del 3%¡ª, y el ejercicio de su particular democracia directa a¨²n les garantiza una estabilidad pol¨ªtica envidiable. Conscientes del fr¨ªo que hace fuera de sus fronteras, buena parte de la sociedad suiza teme que hordas de trabajadores extranjeros m¨¢s o menos cualificados vengan a estropearles la fiesta. Es l¨®gico, explican, que si sus pa¨ªses no van bien, quieran venir al nuestro. El sonido de la calle confirma alguna de esas tesis. Los idiomas extranjeros se confunden en las grandes ciudades suizas. El espa?ol, como el de Juan Crevill¨¦n, se escucha con mucha frecuencia. Crevill¨¦n es un joven arquitecto que trabaja en un estudio de Zurich desde hace dos a?os. Antes, prob¨® suerte en Londres, donde acab¨® fregando suelos. ¡°Cuando me ofrecieron venir aqu¨ª, no lo dud¨¦¡±. Aqu¨ª gana unos 3.000 euros netos al mes, pero advierte a los que est¨¦n pensando en emigrar que la vida es mucho m¨¢s cara en Suiza. ¡°Es duro, pero los espa?oles nos echamos una mano entre nosotros¡±.
La patronal suiza no quiere restricciones de entrada. Para ellos, cuanto m¨¢s competencia, mejor. Thomas Daum, director de la Uni¨®n Patronal Suiza, sostiene que 2014 ser¨¢ un a?o clave, en el que con sus votaciones los suizos redefinir¨¢n su identidad. Daum considera que lo peor est¨¢ por venir y que la activaci¨®n de la cl¨¢usula de salvaguarda ha sido un mal menor. ¡°Pod¨ªa haber sido m¨¢s restrictivo. Podemos convivir con esta medida. Solo durar¨¢ un a?o. La gran cuesti¨®n es qu¨¦ va pasar en los pr¨®ximos meses, en las pr¨®ximas votaciones en contra de la inmigraci¨®n. Nuestro mercado laboral no es peque?o, no basta para que funcione nuestra econom¨ªa¡±, estima Daum. Las grandes farmac¨¦uticas, la banca, y la producci¨®n de maquinaria para exportaci¨®n, principales pilares de la econom¨ªa, simplemente no funcionar¨ªan sin los que vienen de fuera.
Los suizos respaldaron ayer en refer¨¦ndum con una amplia mayor¨ªa (79%) un endurecimiento de su ley de asilo
Los grandes argumentos que airean los que piden limitar la entrada de extranjeros se desmontan de un plumazo. Los trenes no van llenos porque haya m¨¢s gente, sino en parte, porque el servicio ha mejorado, es m¨¢s r¨¢pido y eso ha hecho que m¨¢s suizos lo elijan como medio de transporte. Que la presencia de extranjeros propicie el dumping social, es decir la ca¨ªda de los salarios, es algo que la patronal niega y que los sindicatos consideran que, de suceder, deber¨ªa solucionarse con m¨¢s inspecciones y respeto de la ley. Y que haya m¨¢s criminalidad ¡ªlos suizos ya no dejan abierta la puerta de a sus casas como antes¡ª es posible. Resulta sin embargo que es en las zonas rurales, donde no hay apenas robos o ataques, donde el discurso del extranjero peligroso arrasa, lo que demuestra una vez m¨¢s el poder de la percepci¨®n frente al de la realidad.
Es precisamente fuera de las ciudades donde triunfa la extrema derecha populista, la mayor fuerza en el Parlamento y probablemente la principal responsable de que el debate migratorio cope en los ¨²ltimos tiempos junto con el fin del secreto bancario la agenda pol¨ªtica en Suiza.
S¨ª es cierto sin embargo que la poblaci¨®n suiza ha aumentado en varias decenas de miles de personas cada a?o en un pa¨ªs de apenas ocho millones de habitantes y que algunas infraestructuras no se han adecuado al tama?o de la poblaci¨®n. ¡°Ha habido un crecimiento demogr¨¢fico importante en los pulmones econ¨®micos del pa¨ªs, que por ejemplo no se ha acompa?ado de una pol¨ªtica inmobiliaria y han subido los precios de los apartamentos. De eso tambi¨¦n se culpa a los extranjeros¡±, apunta Cesla Amarelle, profesora de derecho migratorio de la universidad de Neuch?tel y parlamentaria socialista. ¡°Los pol¨ªticos no se dieron cuenta de que el crecimiento tiene que ir acompa?ado de mejoras de las infraestructuras. Hay gente que viaja de pie en los trenes y eso nunca se hab¨ªa visto en Suiza¡±. En el tren de regreso a Zurich hay asientos libres en los vagones. Ya no es hora punta.
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