Una pel¨ªcula de esp¨ªas de serie B
El joven cit¨® en un hotel de Hong Kong, cerca de la base de la CIA en el Consulado de EE UU, a las tres personas a quienes filtr¨® los informes
Quienes exponen al mundo las tripas tecnol¨®gicas de los servicios secretos y los programas clandestinos que controlan parte de la intimidad de las comunicaciones de los ciudadanos no suelen utilizar ninguno de esos m¨¦todos para relacionarse con sus intermediarios o sus fuentes. Internet no es amigo de nadie. No lo es de un periodista si las autoridades competentes deciden rastrear sus fuentes; no lo es de la Administraci¨®n, como prueba la actual crisis que enfrenta el Gobierno de Obama; y no lo es, por supuesto, de un agente de los servicios de espionaje de ning¨²n pa¨ªs del mundo, que preferir¨¢ seguir usando el cl¨¢sico banco en un parque para pasar informaci¨®n a enviar un correo electr¨®nico o usar un tel¨¦fono m¨®vil.
Edward Snowden se consideraba un esp¨ªa a pesar de no tener esos galones por lo que actu¨® como tal, alejado de medios que pudieran dejar rastro e introduciendo en su encuentro con sus contactos un toque que dar¨ªa para una pel¨ªcula de esp¨ªas de serie B si Hollywood hubiera optado por el guion. El joven experto en espionaje dej¨® instrucciones claras para las tres personas a las que cit¨® en una esquina determinada de un hotel de la ciudad de Hong Kong (no muy alejado de la base de la CIA en el consulado norteamericano, por cierto).
Glenn Greenwald ¡ªabogado y bloguero experto en derechos civiles que desde el a?o pasado es columnista del peri¨®dico brit¨¢nico The Guardian¡ª; Laura Poitras ¨Crealizadora de documentales especializada en vigilancia-; y Ewen MacAskill ¡ªredactor del mismo diario brit¨¢nico que Greenwald¡ª deb¨ªan situarse en las cercan¨ªas de un hotel de ese territorio chino y preguntar sobre c¨®mo llegar a otra parte del hotel en voz alta, seg¨²n relataba ayer el diario The New York Times. Si todo marchaba como previsto, explica el rotativo neoyorquino, la fuente pasar¨ªa por delante de ellos andando y portando en sus manos un cubo de Rubik.
El tr¨ªo cumpli¨® con el protocolo impuesto y ante ellos apareci¨® Snowden, colorido cubo de Rubik en la mano. Seg¨²n ha relatado Greenwald, se qued¨® impresionado por el aspecto joven de quien estaba a punto de entregarle los programas clasificados de vigilancia de las comunicaciones de la administraci¨®n norteamericana, un hombre que parec¨ªa mucho menor que los 29 a?os que su partida de nacimiento dice tener. El columnista de The Guardian quiz¨¢ esperaba a alguien con la imagen que en su tiempo ¨Co incluso hoy- ten¨ªa Daniel Ellsberg, el hombre que filtr¨® los famosos papeles del Pent¨¢gono en 1971 probando que la Administraci¨®n Johnson hab¨ªa mentido al pa¨ªs sobre la marcha de la guerra de Vietnam. Ellsberg ten¨ªa entonces 40 a?os. Hoy suma 82 y el espectro de la traici¨®n no pende sobre su cabeza.
Si todo marchaba como previsto, Edward Snowden pasar¨ªa por delante de las personas a quienes entregar¨ªa la informaci¨®n andando y portando en sus manos un cubo de Rubik
¡°Soy consciente de que sufrir¨¦ por mis acciones y de que la entrega al p¨²blico de esta informaci¨®n supone mi final¡±, escribi¨® Snowden a principios del mes de mayo, cuando todav¨ªa viv¨ªa la confortable vida que le garantizaba un salario de 200.000 d¨®lares anuales en la n¨®mina de los servicios secretos y sus compa?¨ªas aleda?as. Por aquel mes, el joven analista hizo notar que los periodistas que destaparan su historia estar¨ªan tambi¨¦n en peligro por publicarla. ¡°La inteligencia norteamericana no dudar¨ªa en asesinarte si cree que as¨ª se pone final a la filtraci¨®n y mantiene la informaci¨®n en su exclusivo poder¡±, escribi¨® Snowden.
El ¨²ltimo informante con conocimientos inform¨¢ticos en poner contra las cuerdas al Gobierno de EE UU ¡ªel soldado Bradley Manning enfrenta juicio estos d¨ªas por la filtraci¨®n hecha a WikiLeaks¡ª contact¨® tambi¨¦n a un antiguo periodista del Washington Post al que ofreci¨® los secretos del espionaje a cambio de unos requerimientos que el diario de la capital de la naci¨®n no quiso garantizar ¡ªpublicar en una determinada fecha y aportar una clave criptogr¨¢fica en su p¨¢gina web que probar¨ªa que ¨¦l era la fuente de los documentos¡ª.
Edward Snowden us¨® el nombre en clave de Verax ¡ªel que dice la verdad, en lat¨ªn¡ª para aproximarse al exreportero del Post Barton Gellman, un seud¨®nimo usado por dos escritores brit¨¢nicos, uno del siglo XVII y otro del XIX. Este segundo alcanz¨® la fama en su tiempo. El primero muri¨® en la Torre de Londres.
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