?Qu¨¦ le pasa a Brasil?
Las manifestaciones callejeras atraen el debate sobre las debilidades del modelo econ¨®mico brasile?o
?Qu¨¦ le est¨¢ pasando a Brasil? La naci¨®n en pujanza, esperanza de los pa¨ªses emergentes, la sexta potencia econ¨®mica del mundo y fulcro del continente aparece de repente con los pies de barro, con un modelo que tuvo ¨¦xito pero que seg¨²n algunos expertos ya est¨¢ agotado y con todos los ¨ªndices rebajados.
A esto se a?ade que, por primera vez en a?os, se han producido manifestaciones callejeras con actos vand¨¢licos de autor¨ªa desconocida. Los participantes en las protestas se dicen sin partido, pero varios de ellos pertenecen a grupos de izquierda radical. Las autoridades critican, con raz¨®n, que en Brasil existe total libertad de expresi¨®n, pero no de destruir el patrimonio p¨²blico. Los manifestantes, convocados a trav¨¦s de redes sociales, acusan por su parte a la polic¨ªa de actuar con excesiva dureza.
Existe la preocupaci¨®n por conocer la paternidad de la iniciativa que est¨¢ llevando a la gente a la calle en protesta contra los servicios p¨²blicos y, sobre todo, por conocer si detr¨¢s de ellas se esconde alguna mano pol¨ªtica en v¨ªsperas de las elecciones presidenciales del a?o pr¨®ximo.
Una cosa es cierta: Brasil quiz¨¢s no sea ni la maravilla forjada en los ¨²ltimos a?os por la opini¨®n p¨²blica mundial, ni tampoco un pa¨ªs que ha ca¨ªdo de repente en crisis, que revelar¨ªa mayores fragilidades de las que hasta hoy reconoc¨ªa.
El pa¨ªs cuenta con una gran pujanza, pese a que atraviesa un momento de bajo crecimiento ¡ªsobre todo en la industria¡ª, del aumento de la inflaci¨®n que, sobre todo, irrita a los m¨¢s pobres, de un d¨®lar a un alto coste que quita fuerza al real y de un gasto p¨²blico que sigue creciendo.
Brasil, se podr¨ªa decir, tiene sus cuentas en regla. Goza de unas reservas envidiables que lo protegen contra posibles nuevas crisis internacionales. Es un pa¨ªs casi un bajo ¨ªndice de desempleo (un 6,2% en 2012), con prestigio y solvencia internacional, llamado a tener gran protagonismo geopol¨ªtico, y con grandes proyectos de obras para mejorar sus infraestructuras.
La propia oposici¨®n ha forjado el eslogan de ¡°Brasil est¨¢ bien, pero puede estar mejor¡±, lo que indica la voluntad de contribuir a mejorar lo ya conquistado y no de echar fuego sobre ¡°cuanto peor, mejor¡±.
En ese sentido, la presidenta Dilma Rousseff ¡ªque corre el peligro de convertirse, injustamente, en el chivo expiatorio de los problemas actuales¡ª no est¨¢ quiz¨¢s acertada cuando critica a los que quieren que Brasil ¡°no acierte¡±, si es que se refiere a la oposici¨®n pol¨ªtica, que, m¨¢s bien, durante los ¨²ltimos a?os 10 ha estado aletargada y muda, quiz¨¢s desarmada ante el crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs y de las conquistas sociales de los gobiernos de Lula y Rousseff.
Quiz¨¢s, m¨¢s que a la oposici¨®n, la mandataria se haya querido referir a los que podr¨ªan estar influyendo en la opini¨®n p¨²blica para salir a protestar en un pa¨ªs donde tambi¨¦n la calle ha estado en silencio, y que solo se hab¨ªa manifestado multitudinariamente en marchas promovidas por evang¨¦licos; homosexuales y defensores de la legalizaci¨®n de las drogas.
Ni siquiera contra la grave corrupci¨®n pol¨ªtica o contra la impunidad que condena a los pobres dejando siempre absueltos a los poderosos, Brasil se ha echado ¨²ltimamente a la calle. Aqu¨ª, al rev¨¦s de otros lugares del planeta, no han existido los ¡°indignados¡±.
Condenadas sin ambages las acciones violentas de los nuevos manifestantes para protestar contra lo que consideran servicios p¨²blicos deficientes y caros, hay soci¨®logos que prefieren ver en estas nuevas e in¨¦ditas manifestaciones una se?al de madurez ciudadana, de toma de conciencia de la gente que desea ser tambi¨¦n protagonista y part¨ªcipes del crecimiento de Brasil y forjadores de un futuro menos injusto y m¨¢s democr¨¢ticamente participativo.
Ojal¨¢ sea eso.
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