El apoyo de Ir¨¢n y Hezbol¨¢ ha permitido al r¨¦gimen ganar terreno recientemente
La toma de Qusair, en la frontera con L¨ªbano, se considera un punto de inflexi¨®n en el conflicto sirio
Tantas veces se hab¨ªa dado por segura la ca¨ªda de Bachar el Asad en Siria, que los recientes ¨¦xitos b¨¦licos de su Gobierno en la guerra civil que consume al pa¨ªs han sorprendido a las potencias occidentales, que nominalmente apoyan a los rebeldes, sin planes de acci¨®n inmediatos. En numerosas instancias, oficiales de la Casa Blanca, el Pent¨¢gono y el departamento de Estado norteamericanos hab¨ªan dicho que el desmoronamiento del r¨¦gimen era solo cuesti¨®n de tiempo. Pero despu¨¦s de 27 meses de conflicto, El Asad no solo est¨¢ en el poder, sino que la semana pasada logr¨® retomar la estrat¨¦gica localidad de Qusair en la frontera con L¨ªbano, y su Gobierno ha avanzado en d¨ªas recientes que ahora se dispone a retomar la ofensiva contra el basti¨®n rebelde de Alepo.
Julio del a?o pasado marc¨® un punto de inflexi¨®n en el conflicto sirio. Un ataque suicida contra el cuartel general de la Direcci¨®n General de Inteligencia de Siria mat¨® a varios miembros de la c¨²pula militar del r¨¦gimen. Entre ellos se hallaba el viceministro de Defensa Assef Shawkat, cu?ado del presidente El Asad. Tras aquel ataque, el presidente iran¨ª, Mahmud Ahmadineyad, orden¨® que la Guardia Revolucionaria iran¨ª incrementara el suministro de armas a Damasco, y que tomara una parte m¨¢s directa en el entrenamiento de combatientes sirios. En septiembre, 150 instructores militares iran¨ªes llegaron a Siria, a entrenar a milicias progubernamentales. Los efectos de ese entrenamiento se est¨¢n dejando notar ahora. Ir¨¢n fue, tambi¨¦n, responsable de que Hezbol¨¢ se involucrara de forma m¨¢s directa en el conflicto.
Seg¨²n estimaciones del Gobierno franc¨¦s, a finales de mayo Hezbol¨¢ ten¨ªa entre 3.000 y 4.000 hombres luchando en Siria, la mayor¨ªa en la ofensiva contra Qusair. Los l¨ªderes de esa milicia, como el jeque Has¨¢n Nasral¨¢, han dejado de esconder su apoyo material y directo a El Asad, y ahora admiten, en discursos p¨²blicos, que su futuro y supervivencia se juegan en la guerra civil Siria. Si cayera El Asad caer¨ªa una parte central del eje de poder chiita que une Teher¨¢n con L¨ªbano a trav¨¦s de Damasco, controlado por la minor¨ªa alau¨ª, que es una derivaci¨®n del chiismo.
¡°Ciertamente, en los pasados d¨ªas se ha visto un punto de inflexi¨®n en el conflicto sirio. Pero dudo de que ese sea el final de la historia, pronto puede llegar otro punto de inflexi¨®n que vuelva a invertir las tornas. Los recientes avances del r¨¦gimen implican que ahora los poderes externos occidentales prestar¨¢n un apoyo m¨¢s decidido a la oposici¨®n, incluso con armamento¡±, explica David Pollock, analista en el instituto Washington sobre Pol¨ªtica de Oriente Pr¨®ximo. ¡°Y aun as¨ª, puede que el suministro de armas a los opositores no sea suficiente, y que vuelva a dejar las cosas en punto muerto, y pronto otras voces pedir¨¢n otras medidas, como la imposici¨®n de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea¡±.
En marzo de 2011, cuando la revuelta en Siria estaba en su infancia, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprob¨® una zona de exclusi¨®n a¨¦rea en Libia, que la Alianza Atl¨¢ntica se encarg¨® de imponer. Aquello dej¨® al r¨¦gimen de Muamar el Gadafi sin la capacidad de emplear sus defensas a¨¦reas, y permiti¨®, a la larga, una victoria de los opositores.
El Ej¨¦rcito sirio ha intensificado notablemente en semanas recientes el uso de helic¨®pteros y aviones de combate. Seg¨²n un informe elaborado por la inteligencia norteamericana, solo en mayo hubo al menos 500 ataques a¨¦reos contra posiciones rebeldes. El r¨¦gimen emplea tambi¨¦n aviones para mover en su territorio no solo material b¨¦lico, v¨ªveres y soldados, sino tambi¨¦n guerrilleros extranjeros. Entre estos ¨²ltimos se hallan milicianos del grupo liban¨¦s Hezbol¨¢ y combatientes chi¨ªtas llegados de Irak. En los pasados d¨ªas ha habido frecuentes traslados de milicianos en helic¨®ptero a la provincia de Alepo, donde el Gobierno ha avanzado que podr¨ªa centrar su pr¨®xima ofensiva.
A nivel interno, el Gobierno sirio se ha valido en parte de las unidades m¨¢s preparadas de sus fuerzas armadas, como la Cuarta Divisi¨®n Acorazada, la Guardia Republicana o las Fuerzas Especiales. Seg¨²n la estimaci¨®n m¨¢s reciente del Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos, sus efectivos se han visto reducidos a la mitad desde que comenzara el levantamiento, mermados por defecciones y bajas. Hoy, el n¨²cleo duro de las fuerzas armadas de El Asad, sus soldados leales, no supera los 50.000. Pero a ellos hay que a?adir a los hasta 60.000 milicianos que forman parte de diversos grupos paramilitares.
Sobre todo, El Asad ha empleado a la milicia shabiha, formada en los a?os 80 del siglo pasado y compuesta en su mayor¨ªa por miembros de la comunidad alau¨ª, a la que pertenece la familia del propio presidente El Asad, y los llamados comit¨¦s populares, creados como grupos armados de autodefensa en comunidades partidarias del r¨¦gimen. Seg¨²n un informe de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas de mayo, ¡°recientemente, el r¨¦gimen ha comenzado a integrar a los Comit¨¦s Populares y otros grupos simpatizantes en una nueva fuerza paramilitar llamada Fuerzas de Defensa Nacional, institucionalizando a las milicias existentes y organiz¨¢ndolas con una estructura operativa¡±.
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