La herencia del Doctor Muerte
Un juzgado de Berl¨ªn ofrece a los hijos de Aribert Heim, m¨¦dico de las SS, recuperar su herencia El mayor se niega recibir nada de su padre y el peque?o acepta el legado, de un mill¨®n de euros
El cuerpo de Aribert Heim, el Doctor Muerte, contin¨²a sin aparecer, pero, al menos, acaba de aflorar su herencia: un mill¨®n ochenta y ocho mil euros. Ese es el legado econ¨®mico que el criminal nazi m¨¢s buscado ha dejado a sus herederos. Un juzgado municipal de Berl¨ªn acord¨® el pasado 3 de abril aceptar el ¨®bito del Carnicero de Mauthausen ¡ªdesaparecido durante d¨¦cadas y declarado muerto hace solo nueve meses¡ª, examinar los documentos sobre sus ¨²ltimos deseos y preguntar a sus dos hijos si aceptan el dinero: R¨¹diger, de 57 a?os, soltero, ha respondido que s¨ª. Su hermano Aideberg, de 63, casado, ha contestado con una negativa. No quiere recibir nada del hombre acusado de asesinar a 300 presos con inyecciones de benceno en el coraz¨®n en el siniestro Revier, enfermer¨ªa, del campo de Mauthausen.
?Los hermanos Heim han mantenido una posici¨®n muy diferente desde que su padre se fug¨® de Alemania cuando ellos ten¨ªan seis y doce a?os. El menor contact¨® con ¨¦l en su secreto refugio en El Cairo (Egipto), le ayud¨®, visit¨® varias veces y acompa?¨® durante sus ¨²ltimos d¨ªas de vida. Crey¨® en su inocencia y minti¨® sobre su paradero. El mayor no quiso saber nada de su progenitor ni volvi¨® a verlo jam¨¢s. Dos actitudes distintas frente al mismo padre. ¡°Me ha dicho que no quiere nada de ¨¦l y as¨ª lo hemos comunicado al juzgado¡±, afirma R¨¹diger de su hermano.
Despu¨¦s de una b¨²squeda infructuosa que dur¨® 50 a?os, el juez Neerforth cerr¨® el pasado mes de septiembre la b¨²squeda de uno de los hombres m¨¢s odiados y perseguidos de Alemania. Documentos aportados al juzgado por Freitz Steinaker, de 91 a?os, abogado y amigo del nazi, y por R¨¹diger Heim, su hijo menor, demostraron que el Doctor Muerte falleci¨® en agosto de 1992 en El Cairo (Egipto) a los 78 a?os v¨ªctima de un c¨¢ncer de colon. El apuesto m¨¦dico de las SS muri¨® en los brazos de R¨¹diger, el que ha aceptado la herencia, en su habitaci¨®n del hotel Kars el Medina, donde vivi¨® escondido bajo el nombre de Tarek Hussein Farid, identidad que adopt¨® cuando en 1980 se convirti¨® al islam. Los due?os del hotel, la familia Doma, asegura haber visto su cad¨¢ver.
Mi hermano me ha dicho que no quiere nada de ¨¦l y as¨ª lo hemos comunicado al juzgado" R¨¹diger Heim
El 5 de mayo de 1962, poco antes de su fuga, Aribert Heim redact¨® una breve nota fechada en Fr¨¢ncfort bajo el t¨ªtulo de ¡°mis ¨²ltimas voluntades¡± y un texto que dice as¨ª: ¡°Mis herederos tienen que ser mis hijos, al 50% cada uno¡±. En su herencia excluy¨® a Frield, entonces su esposa. El testamento estaba en una vieja maleta de cuero, con documentos, en la que el nazi guardaba sus recuerdos en el refugio de El Cairo.
El origen de Aribert Heim era humilde. Su padre era polic¨ªa y su madre ama de casa, austriacos. Al terminar la guerra, el m¨¦dico de las SS fue detenido y sometido a un proceso de desnazificaci¨®n en una mina de sal de los Aliados. En 1947 qued¨® libre, conoci¨® a Frield, una m¨¦dica perteneciente a una rica familia alemana, y se casaron. Los Heim se instalaron en un precioso palacete de los padres de ella en Baden Baden y ejercieron de ginec¨®logos. Luego llegaron Aideberg y R¨¹diger, que solo ten¨ªan doce a?os y seis a?os cuando un polic¨ªa apareci¨® en su casa y comenz¨® a hacer preguntas sobre la estancia del doctor en 1942 en la enfermer¨ªa de Mauthausen. Heim huy¨® y se esfum¨® para siempre. ¡°Mi madre no ten¨ªa problemas econ¨®micos. Pose¨ªa medios y no depend¨ªa de mi padre. No me parece extra?o que no apareciera en ese testamento¡±, responde R¨¹diger. Los Heim se separaron en 1967, cinco a?os despu¨¦s de su fuga. Frield inici¨® una nueva relaci¨®n en Baden Baden que ha durado hasta ahora.
Adem¨¢s del viejo testamento de 1962 encontrado en la maleta de El Cairo, el juzgado de Berl¨ªn acaba de recibir el original de otro legado nuevo. Est¨¢ fechado en 1980, y Heim ordena en ¨¦l dejar las tres cuartas partes de su herencia a Frield, su exesposa, y el resto a sus dos hijos a partes iguales. Pero, Frield, una mujer amable que hasta hace muy poco atend¨ªa al tel¨¦fono, falleci¨® el pasado mes de diciembre, a los 90 a?os, en su casa y acompa?ada de su hijo R¨¹diger, que ha convivido y cuidado de ella hasta su muerte. El nuevo testamento contempla la entrega de otros bienes a unos familiares. Heim tuvo una hija de otra relaci¨®n que vive en Chile.
El dinero proviene de la venta de un edificio de 34 apartamentos embargado? despu¨¦s de su fuga
El mill¨®n ochenta y ocho mil euros que ofrece al juzgado municipal a los hermanos Heim procede de un edificio de Berl¨ªn con 34 apartamentos de alquiler que el Doctor Muerte hab¨ªa comprado en 1958. Cuando en 1979 se formaliz¨® la acusaci¨®n del tribunal de Baden Baden contra el criminal nazi, la justicia embarg¨® el inmueble. Un tribunal de Berl¨ªn creado por los Aliados al terminar la Segunda Guerra Mundial y facultado para expropiar a los nazis le mult¨® con 510.000 marcos alemanes, el valor del edificio en aquella ¨¦poca, pero el tribunal de Baden Baden no consinti¨® la venta. El abogado Karlheinz Sendke, tutor en ausencia del Tribunal de Tutelas de Berl¨ªn, administr¨® la propiedad. ¡°Siempre cre¨ªmos que el patrimonio de mi padre se hab¨ªa perdido¡±, dice R¨¹diger.
La presi¨®n de los vecinos por el estado del edificio logr¨® que el tribunal de Baden Baden levantara el embargo en 1988 y lo vendiera. El dinero se invirti¨® en fondos y acciones que alcanzaron 1,4 millones de marcos y que han permanecido embargados. Una llamada, en marzo de 1997, de Alexander Dettling, el polic¨ªa de Stuttgart que segu¨ªa la pista del Doctor Muerte por todo el mundo, descubri¨® a la familia la existencia del dinero: ¡°Quiero comunicarle que hay una cuenta a nombre de su padre en Berl¨ªn por valor de 1.400.000 marcos. No quiero comprarle, pero si su padre est¨¢ muerto sus herederos cobrar¨¢n el dinero¡±, le dijo a R¨¹diger.
Desde entonces R¨¹diger ha tardado 13 a?os en decir la verdad. La confes¨® en 2010 al juez Neerforth, meses despu¨¦s de haber negado a EL PA?S conocer el paradero de su padre. ¡°Creo que mi padre cambi¨® el testamento porque los apartamentos de Berl¨ªn los compr¨® con un cr¨¦dito avalado por mi madre. Era justo que ella fuera la mayor heredera¡±, afirma.
Heim se refugi¨® en Egipto, donde muri¨® a los 78 a?os en 1992. Su c¨¢daver contin¨²a sin aparecer
Las 21 cartas que Heim envi¨® desde Egipto a sus familiares ¡ªtodas con nombres en clave¡ª revelan la preocupaci¨®n que ten¨ªa sobre c¨®mo aceptar¨ªan sus hijos los horrores que le achacaban testigos de la enfermer¨ªa de Mauthausen. ¡°No entiendo a la madre de los ni?os. Deber¨ªa tener m¨¢s madurez para activar la autoestima de nuestros hijos y para promover la independencia de alma y esp¨ªritu en su entorno. Ser¨ªa dif¨ªcil en una situaci¨®n de pobreza, pero no es el caso¡±, reprochaba en una misiva del 24 de diciembre de 1982.
Aideberg, el hijo mayor, no volvi¨® a ver a su padre. Le escribi¨® una carta de despedida cuando supo por su hermano que le quedaban semanas de vida. Estudiaba medicina cuando se hicieron p¨²blicas las acusaciones. ¡°Le afect¨® mucho. Nunca ha querido saber nada¡±, explica R¨¹diger, el hijo menor, que todav¨ªa defiende a su padre. ¡°La verdad judicial y la verdad de mi padre son diferentes¡±, esgrime.
La acusaci¨®n fue redactada cuando el m¨¦dico de las SS llevaba 17 a?os huido en Egipto y su introducci¨®n dec¨ªa as¨ª: ¡°Seleccion¨® a presos sanos, j¨®venes y jud¨ªos para un tratamiento especial tanto en el campo como en la enfermer¨ªa. Con la colaboraci¨®n de otros funcionarios presos y ayudantes de la enfermer¨ªa, los anestesi¨® con ¨¦ter y cloroformo para simular un examen m¨¦dico. En este estado de desamparo les aplic¨® con sus propias manos una inyecci¨®n de cloruro de magnesio en el ventr¨ªculo del coraz¨®n que tuvo el efecto esperado de la muerte inmediata de la v¨ªctima¡±.
?Qu¨¦ va hacer con el dinero? ¡°No lo s¨¦, necesito analizarlo¡±, responde R¨¹diger.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.