Un informe documenta m¨¢s de 39.000 secuestrados en Colombia en 40 a?os
La mayor base de datos sobre este delito realizada hasta ahora atribuye a la guerrilla la mayor responsabilidad, con m¨¢s del 60% de los casos, seguida por las bandas criminales y los paramilitares
Si algo ha marcado la guerra en Colombia ha sido el flagelo del secuestro, un fen¨®meno que lleg¨® tan lejos que se ha convertido en una especie de epidemia y en el delito que m¨¢s repudian los colombianos. Es dif¨ªcil imaginar que una sola persona haya sido secuestrada cinco veces para terminar asesinada o que haya permanecido 14 a?os en cautiverio, pudri¨¦ndose en la selva. Tampoco es f¨¢cil reconocer que m¨¢s de 39.000 personas en el pa¨ªs saben lo que es estar secuestrado.
Conocer el n¨²mero de v¨ªctimas de secuestro que ha tenido Colombia no ha sido una tarea f¨¢cil. Varias instituciones oficiales, pero tambi¨¦n independientes, han hecho sus mediciones, pero no ha habido consenso. Ahora, tras una investigaci¨®n de seis a?os realizada por el Centro Nacional de Memoria Hist¨®rica, una instituci¨®n del gobierno, y la firma Cifras & Conceptos se ha consolidado la base de datos m¨¢s s¨®lida sobre el secuestro en Colombia, que abarca desde 1970 hasta el 2010.
El resultado del informe Una verdad secuestrada, que cruz¨® informaci¨®n de siete fuentes distintas, desborda las mediciones m¨¢s pesimistas, ya que document¨® que 39.058 personas (las estad¨ªsticas oficiales hablan de 24.000) fueron secuestradas por lo menos una vez en 40 a?os. De estas, 301 fueron capturadas m¨¢s de una vez. ¡°Estamos ante un aporte que esperamos contribuya a esclarecer la verdad y a facilitar la justicia y reparaci¨®n para las v¨ªctimas¡±, dijo Cesar Caballero, director de la investigaci¨®n.
El drama de Luis Francisco Cu¨¦llar, que fue gobernador del Caquet¨¢ ¨Ccoraz¨®n de las FARC al sur del pa¨ªs¨C, es uno de los tantos casos que sacudi¨® a los colombianos, ya que tras sobrevivir a cuatro secuestros y al asesinato de uno de sus hijos, en el quinto muri¨® a manos de las FARC. Ten¨ªa 69 a?os, lo sacaron a la fuerza de su casa en noviembre de 2009 para luego balearlo y degollarlo. El primer rapto fue en 1987, el segundo en 1995, el tercero en 1997 y el cuarto en 1999.
Otro secuestrado, el sargento Libio Jos¨¦ Mart¨ªnez, permaneci¨® 14 a?os en cautiverio y llev¨® a cuestas el indignante r¨¦cord de ser el secuestrado m¨¢s viejo del mundo. Perdi¨® la libertad a los 22 a?os, permaneci¨® encadenado y muri¨® en noviembre de 2011 con un tiro de gracia que le dieron los carceleros de las FARC. Ten¨ªa 35 a?os, un hijo de 13 que no conoci¨® y que se convirti¨® en s¨ªmbolo nacional tras caminar por todo el pa¨ªs pidiendo la libertad de su pap¨¢.
La base de datos dada a conocer este jueves muestra la lista de los responsables del delito y las FARC siguen estando a la cabeza, como sucede en la mayor¨ªa de estad¨ªsticas. Para Gonzalo S¨¢nchez, director general del informe y de Memoria Hist¨®rica, ¡°las dimensiones del secuestro son absolutamente ¨²nicas en t¨¦rminos de su volumen y de significaci¨®n en el conjunto del conflicto, si se lo compara con cualquier otro latinoamericano¡±. Y se pregunta c¨®mo lo hicieron otros analistas cuando el secuestro se convirti¨® en un fen¨®meno masivo (1995-2004), c¨®mo una guerrilla, que habla a nombre de campesinos y que debe mantenerse sobre la base del apoyo del pueblo, pudo secuestrar en esas dimensiones. ¡°Aqu¨ª en Colombia esta insurgencia sale desconectada de aquellos que son su propio soporte¡±, dice S¨¢nchez.
Sin embargo, uno de los grandes hallazgos y que acaba con el mito de que cuando se habla de secuestro inmediatamente los colombianos piensan en las FARC y en sus largos cautiverios, es que no es la ¨²nica responsable. ¡°El grueso de los secuestros duran menos de un mes (son el 59%) y hay otros grupos distintos a la guerrilla, como las redes criminales, que cometen un enorme volumen de secuestros¡±, explica Caballero.
Entre los autores de secuestros confirmados, la FARC tiene una responsabilidad en el 33% de los casos, le sigue el ELN, la otra guerrilla colombiana, un 30%, las redes criminales un 20% y los paramilitares un 4%. Tambi¨¦n hay que decir que el 9% de las v¨ªctimas estuvieron m¨¢s de un a?o cautivas. En ese grupo se encuentran los que fueron secuestrados por motivos pol¨ªticos como los militares, polic¨ªas y pol¨ªticos como Ingrid Betancourt.
Otro mito que se rompe es que en Colombia no solo secuestran a las personas con grandes ingresos econ¨®micos. Hay un 9% a quienes se les ha exigido por su liberaci¨®n menos de 20 millones de pesos, unos 10.000 d¨®lares. ¡°El secuestro no es solamente un fen¨®meno que afecta a personas ricas o extranjeras o a aquellas que viven en zonas de conflicto. Es un fen¨®meno que ha afectado a toda la sociedad colombiana¡±, explica Caballero.
De los 1.102 municipios que hay en Colombia, en 1.006 se ha cometido al menos un secuestro, particularmente en grandes ciudades como Bogot¨¢. ¡°Uno entonces entiende esa mentalidad antisecuestro de los colombianos. Lleg¨® el momento en que cualquier persona pudo sentirse vulnerable frente al secuestro. Ha sido una modalidad delictiva tremendamente invasiva, lo que provoc¨® un consenso generalizado contra la guerra, pero con el problema de que invisibiliz¨® otros delitos tan graves como la desaparici¨®n forzada¡±, agreg¨® el director de Memoria Hist¨®rica.
El otro gran hallazgo que evidencia la gran deuda del Estado con las v¨ªctimas del secuestro es que de los 28.000 casos que han sido denunciados, solamente el 8% ha llegado a una sentencia condenatoria (3.144), lo que arroja que el 92% de los secuestros han quedado en la impunidad. Seg¨²n las radiograf¨ªa, solo 40 personas han sido condenadas como autores intelectuales, el otro gran porcentaje han sido carceleros.
?Qu¨¦ decirle a las FARC ahora cuando negocian el fin del conflicto? ¡°Las FARC no van a poder desligarse de la responsabilidad frente a un volumen de v¨ªctimas tan grande. Tienen que entender que en este proceso (de paz) no es solamente el Estado el que debe ceder y reconocer sus errores. Ellos tienen que reconocer su parte y pedir perd¨®n a las v¨ªctimas de este delito tan atroz¡±, concluye Caballero.
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