Gyula Horn, el ¡®apparatchik¡¯ h¨²ngaro que desgarr¨® el tel¨®n de acero
Inici¨® la avalancha de acontecimientos que culminaron en la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn al abrir la frontera entre su pa¨ªs y Austria en junio de 1989
Gyula Horn (Budapest, 1932) era un bur¨®crata h¨²ngaro de impecable ejecutoria comunista ¡ªlo que en la jerga pol¨ªtica de la Guerra Fr¨ªa se conoc¨ªa como apparatchik¡ª que en 1989 dio un inesperado vuelco a la historia. Fue el 27 de junio. Horn, entonces ministro de Exteriores de una m¨¢s de las aparentemente inamovibles dictaduras comunistas, protagoniz¨®, junto con su hom¨®logo austr¨ªaco, Alois Mock, un simb¨®lico corte de la alambrada en la frontera que separaba la Europa bajo el dominio sovi¨¦tico de la occidental. Aquel gesto propagand¨ªstico desencaden¨® una avalancha de acontecimientos que, pocos meses despu¨¦s acababa con el equilibrio geopol¨ªtico establecido desde el final de la Guerra Mundial e inauguraba un mundo, el actual, en el que certezas incertidumbres ser¨ªan radicalmente distintas. En 1990 Horn se convirti¨® en el primer l¨ªder pol¨ªtico de un pa¨ªs del Este que recib¨ªa el prestigioso premio Carlomagno, que otorga la ciudad alemana de Aquisgr¨¢n y reconoce contribuciones extraordinarias a la unidad europea.
Los inicios del pol¨ªtico magiar no fueron f¨¢ciles. No hab¨ªa cumplido diez a?os cuando la Gestapo asesin¨® a su padre, militante comunista. A partir de entonces tuvo que mantenerse con trabajos manuales mientras acud¨ªa a la escuela noctura. Tras la guerra, y la absorci¨®n de Hungr¨ªa en el bloque sovi¨¦tico, fue becado para estudiar Econom¨ªa en la ciudad rusa de Rostov del Don, donde se gradu¨® en 1954. Ese mismo a?o regres¨® a su pa¨ªs, ingres¨® en el Ministerio de Finanzas y se afili¨® al partido comunista. En el convulso 1956 se sum¨® a las filas del Partido Socialista Obrero H¨²ngaro (MSzMP) que, bajo el mando de J¨¢nos K¨¢d¨¢r, dio cobertura a las tropas de la URSS que sofocaron a sangre y fuego la revoluci¨®n h¨²ngara de octubre de aquel a?o. Horn, que durante aquellos d¨ªas engros¨® la milicia prosovi¨¦tica de los pufajkas, tuvo un controvertido papel en la represi¨®n de la revuelta. Su actuaci¨®n fue el motivo que adujo en 2007 el presidente magiar, Laszlo Solyom, para denegarle la m¨¢s alta distinci¨®n del pa¨ªs, para la que le hab¨ªa propuesto el entonces primer ministro, Ferenc Gyurcs¨¢ny.
Cuando K¨¢d¨¢r se afianz¨® en el poder, Horn pas¨® al Ministerio de Exteriores, donde en la d¨¦cada siguiente ocup¨® puestos de segundo orden en las embajadas de Bulgaria y Yugoslavia. En 1985 fue nombrado secretario de Estado y en 1989 ascendido a titular de Exteriores en el Gabinete de Mikl¨®s N¨¦meth, ¨²ltimo primer ministro comunista de Hungr¨ªa.
Hasta ah¨ª una carrera de bur¨®crata de manual. Pero Horn coment¨® en diversas ocasiones que sus rocosas convicciones comunistas hab¨ªan empezado a virar hacia la socialdemocracia cuando, en el curso de sus misiones diplom¨¢ticas, pudo empezar a comparar las condiciones de vida de los pa¨ªses occidentales con las que imperaban en la ¨®rbita sovi¨¦tica. As¨ª que, cuando a finales de los a?os ochenta las iniciativas reformistas de Mija¨ªl Gorbachov precipitaron el deshielo en los pa¨ªses sat¨¦lites de la URSS, Horn tom¨® la hist¨®rica iniciativa de negociar con el titular de Exteriores austr¨ªaco, Alois Mock, la apertura del paso fronterizo de Fertorakos. Era la primera brecha en la f¨¦rrea frontera que, desde 1948, tajaba en dos Europa, desde el B¨¢ltico hasta el Mediterr¨¢eo.
La reacci¨®n en cadena subsiguiente fue tan imprevista como incontenible. A lo largo del verano de 1989, decenas de miles de alemanes del Este viajaron con visados tur¨ªsticos a Hungr¨ªa con intenci¨®n de huir de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) a trav¨¦s de Austria. ¡°No s¨¦ c¨®mo resolveremos este asunto, pero ciertamente no voy a extraditar a los alemanes (a la RDA)¡±, declar¨® Horn en un encuentro con el canciller alem¨¢n Helmut Kohl, y su ministro de exteriores, Hans-Dietrich Genscher. El incumplimiento de las normas escritas y no escritas que reg¨ªan las relaciones entre los pa¨ªses del Pacto de Varsovia no pod¨ªa ser m¨¢s flagrante. Los mandatarios orientales, de Honecker a Ceacescu, pusieron el grito en el cielo, pero a finales de aquel a?o una revoluci¨®n de terciopelo tras otra hab¨ªa resquebrajado el p¨¦treo bloque sovi¨¦tico y el estr¨¦pito de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn resonaba en todo el mundo. Poco m¨¢s tarde, la propia URSS era un recuerdo.
En 1990, a¨²n bajo la debilitada tutela de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se celebraron en Hungr¨ªa las primeras elecciones libres desde la II Guerra Mundial, a las que Horn concurri¨® encabezando las listas del Partido Socialista H¨²ngaro, heredero del MSzMP. Cosech¨® unos resultados discretos (33 de 386 esca?os), pero en los siguientes comicios, celebrados en 1994, arras¨® con una holgada mayor¨ªa absoluta. En una paradoja m¨¢s de una carrera plagada de ellas, el antiguo comunista aplic¨® como primer ministro un duro programa de reformas que la anterior coalici¨®n derechista no se hab¨ªa atrevido a llevar a cabo. Las duras medidas de austeridad provocaron enconados enfrentamientos en el seno del propio Partido Socialista H¨²ngaro, y Horn ¡ªdesgastado pol¨ªticamente y con la salud quebrantada tras un grave accidente de autom¨®vil sufrido durante la campa?a electoral de 1994¡ª renunci¨® a encabezar las listas en los siguientes comicios, celebrados en 1998. Durante alg¨²n tiempo su popularidad le permiti¨® seguir ejerciendo una considerable influencia en la sombra, pero iniciado este siglo se apart¨® definitivamente de la vida pol¨ªtica.
Poco despu¨¦s de celebrar su 75? cumplea?os, Horn ingres¨® en el hospital Honv¨¦d de Budapest por una rara enfermedad neurol¨®gica. Este mi¨¦rcoles fallec¨ªa a los 80 a?os en ese mismo centro, en el que permaneci¨® en estado semivegetativo la mayor parte del ¨²ltimo lustro.
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