La imagen de Dilma Rousseff se desploma a causa de las protestas
La ca¨ªda de 27 puntos en su popularidad es la mayor desde el inicio de la democracia en Brasil, seg¨²n el instituto Datalfolha
La presidenta Dilma Rousseff quiz¨¢s haya sido la jefa de Estado que con mayor presteza y de forma m¨¢s sistem¨¢tica ha respondido en lo que va de siglo a las protestas de la calle. Y sin embargo, la calle la ha castigado con una ca¨ªda de popularidad como no se recordaba en Brasil desde la llegada de la democracia en 1985. Una encuesta efectuada el viernes y el s¨¢bado entre 4.717 personas en 196 municipios revela que su imagen se desplom¨® desde un 57 a un 30% en s¨®lo tres semanas. El 81% de los entrevistados apoya las manifestaciones y el 65% cree que esas protestas trajeron m¨¢s beneficios que perjuicios. Pero nada de esos avances se le atribuyen a la gesti¨®n de la Rouseff. La presidenta, que ya fue silbada tres veces en la inauguraci¨®n de la Copa de Confederaciones, decidi¨® no acudir el domingo al estadio Maracan¨¢ para presenciar la final entre Brasil y Espa?a.
En abril de 2012, cuando llevaba 15 meses al mando del Gobierno, Rousseff bati¨® su r¨¦cord de popularidad con un 77% de aceptaci¨®n, algo sin precedente en los ¨²ltimos 20 a?os de Brasil. Era la presidenta que destituy¨® hasta 10 ministros envueltos en casos de corrupci¨®n, casi a un ritmo de uno por mes. Sin embargo la inflaci¨®n y el descenso en el crecimiento econ¨®mico, entre otros factores, hizo que en marzo cayera su popularidad hasta el 65% y en junio hasta el 57%. Ahora su imagen se encuentra 17 puntos porcentuales por debajo del 47% que ten¨ªa cuando asumi¨® la presidencia.
Sin embargo, no se puede decir que a Rousseff le haya temblado la mano a la hora de atender el mensaje de la calle. Cuando a¨²n resonaba las palabras de ¡°v¨¢ndalos¡± con que los medios y las autoridades de Gobierno y oposici¨®n en S?o Paulo hab¨ªan tildado a los manifestantes, Rousseff declar¨® que hab¨ªa entendido el mensaje. Y reconoci¨® que la mayor¨ªa de quienes protestaron lo hicieron de forma pac¨ªfica. Sus detractores alegaron que s¨®lo hab¨ªa humo detr¨¢s de sus palabras. Pero dos d¨ªas despu¨¦s, en R¨ªo de Janeiro y S?o Paulo se derog¨® la subida del transporte.
De poco sirvi¨®. La gente no se hab¨ªa manifestado por 20 c¨¦ntimos. As¨ª que el jueves 20 de junio salieron a la calle 1,2 millones de personas, cifra que ¨Cuna vez m¨¢s¡ªno se conoc¨ªa en Brasil desde la lucha por la democracia. Rousseff volvi¨® a asegurar que hab¨ªa entendido el mensaje. Y plante¨® cinco puntos para una ambiciosa reforma pol¨ªtica. Comenz¨® a reunirse con l¨ªderes de los movimientos sociales, con alcaldes, gobernadores y presidentes del Supremo, la C¨¢mara de Diputados y el Senado. Sus detractores volvieron a decir que hab¨ªa echado una cortina de humo. Sin embargo, en la madrugada del mi¨¦rcoles los diputados rechazaron la PEC-37, la Propuesta de Enmienda Constitucional conocida como la ¡°ley de la impunidad¡±, la que limitaba los poderes de investigaci¨®n de la fiscal¨ªa en casos de corrupci¨®n. Fue otra gran victoria de la calle.
El rechazo al proyecto de ley habr¨ªa sido impensable sin las protestas que comenzaron el 6 de junio. Pero tambi¨¦n sin la firme decisi¨®n de Rousseff de promover su rechazo. Al d¨ªa siguiente, el pasado mi¨¦rcoles, el Tribunal Supremo Federal decretaba la prisi¨®n para el diputado Natan Donadon, del centrista Partido del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (PMDB). Donadon, despu¨¦s de fugarse y entregarse el viernes, a la misma velocidad de v¨¦rtigo en la que se suceden ahora los acontecimientos en Brasil, es el primer diputado preso en Brasil desde 1974. Algo parece estar cambiando en el panorama brasile?o. Pero la calle quiere m¨¢s. Y la que m¨¢s ha perdido ha sido la que m¨¢s capital pol¨ªtico y buena imagen ten¨ªa para perder.
La encuesta revela datos muy interesantes sobre las contradicciones que se viven estos d¨ªas en Brasil. La presidenta inici¨® la semana sorprendiendo a todo el mundo con la propuesta de una reforma pol¨ªtica a trav¨¦s de un ¡°proceso constituyente¡±. Sin embargo, reputados juristas, la oposici¨®n en pleno y los medios period¨ªsticos con mayor audiencia se le echaron encima alegando que una vez que se designa una asamblea constituyente ¨¦sta no puede limitarse a hacer una reforma pol¨ªtica, sino que tiene potestad de cambiarla de arriba abajo. Rousseff no tuvo m¨¢s remedio que dar marcha atr¨¢s en menos de 24 horas. Sin embargo, en el sondeo de Datafolha un 73% de los encuestados se muestra partidario de convocar esa asamblea constituyente.
Rousseff decidi¨® entonces seguir adelante con la reforma pol¨ªtica a trav¨¦s de un plebiscito. Decidi¨® que aunque no se convocase a unos legisladores para transformar la Constituci¨®n, habr¨ªa que plantear al pueblo una serie de preguntas sobre financiaci¨®n p¨²blica o privada de las campa?as electorales, sobre listas abiertas o cerradas y otra serie de elementos. O sea, que el pueblo apoyara o rechazara directamente los puntos de la reforma.
De nuevo, la oposici¨®n y los principales medios de Brasil criticaron la iniciativa del plebiscito. Algunos analistas consideran que es como someter al pueblo a un examen de f¨ªsica. La revista Veja, por ejemplo, dice que exigir a los brasile?os una opini¨®n sobre ¡°los tecnicismos del funcionamiento de los engranajes electorales¡± equivale a que los m¨¦dicos pregunten a los familiares de un paciente ingresado en cuidados intensivos si est¨¢n de acuerdo con el porcentaje de ox¨ªgeno en tubo traqueal.
Y sin embargo, la encuesta de Datafolha revela que el 68% de los entrevistados quiere que se les consulte en plebiscito. Dicho de otra forma: Dilma Rousseff es el principal aliado que tienen ahora mismo los ciudadanos para conseguir la anhelada reforma pol¨ªtica tal como ellos quieren que se haga, a trav¨¦s de un plebiscito. Por si no fuera suficiente con esos objetivos comunes entre Rousseff y la mayor¨ªa de los manifestantes, a¨²n hay otros. El 65% de los encuestados se opone a que el transporte p¨²blico sea gratuito, tal como exige el Movimiento por el Pase Libre, convocante de las primeras protestas. Y Rousseff tambi¨¦n considera inviable esa idea. Sin embargo, en una escala de 0 a 10, los entrevistados punt¨²an a Rousseff con un 5,8, frente al 7,1 de hace tres semanas.
?Por qu¨¦, entonces, se ha desgastado tanto Rousseff en tres semanas a pesar de todas sus iniciativas? Tal vez los electores hayan interpretado que actu¨® demasiado tarde, cuando no le quedaba m¨¢s remedio. Quiz¨¢s no conf¨ªen en que vaya a ser capaz de sacar la reforma pol¨ªtica adelante. Puede que los ciudadanos hayan sido ahora m¨¢s conscientes de los gastos que ocasiona organizar el Mundial de 2014 y no terminan de ver los beneficios. Quiz¨¢s a¨²n perdura el eco de los gritos en la calle y sea demasiado pronto para valorar sus medidas. Lo ¨²nico claro es que termina el domingo la Copa de Confederaciones, pero el partido en Brasil no ha hecho m¨¢s que comenzar.
Qui¨¦n se apodera de la calle
Cuando arreciaron las protestas en Brasil, los brasile?os que viven en el extranjero tambi¨¦n convocaron manifestaciones. Un paulistano quiso unirse a la que se estaba organizando en Brasil a trav¨¦s de Facebook. Quer¨ªa manifestarse a favor de la democracia y contra la corrupci¨®n. Pero la persona que organiz¨® el acto le dijo que no. Y el otro usuario pregunt¨® por qu¨¦ no pod¨ªa manifestarse.
-Claro que puedes. Te puedes manifestar contra lo que quieras. Organiza al personal, ve a la prefectura de polic¨ªa a conseguir el permiso, haz los carteles, re¨²ne a la gente¡ No pretenda surfear en la ola de los otros.
Lo que estaba impl¨ªcito en ese di¨¢logo era una divisi¨®n clara entre la izquierda y la derecha. Los manifestantes de izquierda salieron a la calle motivados por la mejora en los servicios p¨²blicos y la defensa por los derechos de las minor¨ªas. Y los de la derecha enarbolaron principalmente las denuncias contra la corrupci¨®n. En medio flu¨ªan las, acusaciones mutuas de que cada uno pretende apropiarse de la calle para sus propios intereses. Tambi¨¦n hay miles de personas que comparten las reivindicaciones de ambos y quieren surfear en todas las olas.
El Movimiento por el Pase Libre, convocante de las primeras protestas, dejaron de organizar marchas cuando vieron que se les adher¨ªan grupos con valores de derecha con los cuales estaban totalmente en desacuerdo. El periodista Antonio Martins, de 50 a?os y muy comprometido desde el principio con las protestas en S?o Paulo, cree que ir contra la corrupci¨®n es como ir contra los terremotos. ¡°Es algo end¨¦mico y, por tanto, no permite establecer un objetivo claro en las manifestaciones, pero s¨ª permite ir contra el Gobierno, que es lo que persigue la derecha¡±, se?ala.
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