El Ej¨¦rcito vuelve a marcar el paso
El ultim¨¢tum dado al presidente Morsi sit¨²a otra vez a las Fuerzas Armadas al tim¨®n de la pol¨ªtica despu¨¦s de haber propiciado la ca¨ªda de Mubarak
Con el ultim¨¢tum dado a Mohamed Morsi, los generales de Egipto se han ganado la simpat¨ªa de los manifestantes que han paralizado con sus protestas el pa¨ªs y han vuelto a colocarse, una vez m¨¢s, como la mano que controla el devenir pol¨ªtico del pa¨ªs. Ya propiciaron, en 2011, la ca¨ªda de Hosni Mubarak, neg¨¢ndose a seguir las ¨®rdenes del r¨¦gimen, y apart¨¢ndose a un lado para luego tomar el control del pa¨ªs. Hoy, le han puesto una soga al cuello al Gobierno islamista de Morsi. O acepta compartir el poder o ver¨¢ como, de nuevo, las Fuerzas Armadas toman las riendas del Estado.
El encargado de anunciar el ultim¨¢tum fue un militar nombrado hace un a?o por Morsi como ministro de Defensa y jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el general Abdel Fatah al Sisi, quien previamente dirigi¨® la inteligencia militar del pa¨ªs. Tom¨® el relevo del mariscal Husein Tantaui, a quien Morsi expuls¨® tras m¨¢s de 20 a?os en el poder, una decisi¨®n que se interpret¨® entonces como un gesto de autoridad leg¨ªtima y compromiso con los valores reformistas de la revoluci¨®n. Eran otros tiempos. Morsi llevaba d¨ªas en el poder. La ciudadan¨ªa estaba harta tras 16 meses de Gobierno militar. Parec¨ªa que los d¨ªas del Ej¨¦rcito como ¡°Estado profundo¡± tocaban a su fin. Nada m¨¢s lejos.
El Ej¨¦rcito ha vuelto a dejar claro qui¨¦n es y qu¨¦ lugar ocupa en Egipto. Ya lanz¨® algunos gui?os durante el gran d¨ªa de manifestaciones del domingo. No movi¨® ni un dedo cuando una turba asalt¨® e incendi¨® la sede de los Hermanos Musulmanes en El Cairo. Sus helic¨®pteros sobrevolaron la plaza de Tahrir con banderas nacionales, apelando al orgullo patrio de los manifestantes. Y finalmente lleg¨® el ultim¨¢tum. Seg¨²n dijeron fuentes militares en la noche del lunes, ¡°las Fuerzas Armadas ya se desplegaron en las calles en 1977, 1987 y 2011, y lo hicieron sin desatar un golpe, para ponerse del lado de la gente de Egipto y sus deseos de cambio¡±.
Libr¨¢ndose de Tantaui y la anterior Junta Militar, Morsi no se deshizo del Ej¨¦rcito y su inconmensurable poder. El hombre que ahora lidera las Fuerzas Armadas ha dado prueba de ello. Del general Al Sisi se rumore¨® cuando fue nombrado que era miembro de los Hermanos Musulmanes. Se dijo tambi¨¦n que era un islamista a cargo del Ej¨¦rcito. Lo cierto es que, como casi todo en las Fuerzas Armadas, sus filiaciones, ideas y lealtades han sido un secreto guardado a buen recaudo. El comunicado que ley¨® en televisi¨®n el lunes, d¨¢ndole a Morsi 48 horas para atender a los manifestantes o marcharse, puede convertirse en el certificado de defunci¨®n de su Gobierno.
Ahora el Ej¨¦rcito cuenta con el benepl¨¢cito de los opositores porque ha tomado una medida tan dr¨¢stica como anhelada por ellos. Ha sabido escuchar lo que se grita en las calles. En Tahrir, los manifestantes muestran fotos de Al Sisi, imprimidas urgentemente tras su comunicado. Hace algo m¨¢s de un a?o hubiera sido algo inconcebible. Despu¨¦s de que 17 mujeres hubieran sido arrestadas por soldados y sometidas a humillantes pruebas de virginidad, el general Al Sisi en persona apareci¨® en junio de 2012 en los medios egipcios defendiendo la medida, diciendo que hab¨ªa sido necesaria para proteger a los soldados ¡°a los que se hab¨ªa acusado de violarlas¡±, algo que caus¨® una notable indignaci¨®n.
Eran aquellos los ¨²ltimos d¨ªas del Gobierno militar. Morsi era el flamante primer presidente elegido por las urnas. La revoluci¨®n era un episodio glorioso del pasado reciente. El Ej¨¦rcito parec¨ªa quedar en un segundo plano, destinado a ser, como en otras democracias, un medio de defensa al servicio del poder. Era, seg¨²n se ve ahora, poco m¨¢s que un espejismo.
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