Hungr¨ªa, el hijo d¨ªscolo de la UE
El bandazo autoritario del pa¨ªs provoca una dura reprimenda del Europarlamento La extrema derecha agita el antisemitismo y el racismo
Hace unos meses, Eszter S. se descubri¨® haciendo un gesto nuevo. Estir¨® la manga de la chaqueta para ocultar las letras hebreas inscritas en su reloj. Estaba en un lugar p¨²blico. Es un detalle m¨ªnimo ¡ªigual que no decir que es jud¨ªa cuando conoce a gente nueva si no es necesario¡ª del que solo fue consciente despu¨¦s. ¡°Escondes m¨¢s tu identidad¡±, explica en la terraza de uno de los muchos bares de copas que han brotado en el antiguo gueto de Budapest. M¨²sica, risas y j¨®venes ocupan ahora los espaciosos edificios medio en ruinas, con partes al aire libre, decorados con murales y mesas de colores.
En esta parte de la ciudad se puede probar la cocina jud¨ªa del pa¨ªs y no es dif¨ªcil cruzarse con alguien con kip¨¢. Eszter tiene 33 a?os y habla de la vitalidad de la comunidad, de entre 80.000 y 100.000 personas. Ella no es practicante, ¡°igual que la mayor¨ªa¡±, explica, y forma parte de Marom, una asociaci¨®n juvenil que organiza festivales de m¨²sica y talleres. ¡°Reinterpretamos la cultura jud¨ªa de una forma nueva y atractiva, poniendo ¨¦nfasis en los aspectos positivos de la identidad jud¨ªa. Hasta hace poco era suficiente centrarse en el arte y en la cultura, pero en este contexto pol¨ªtico sentimos que es m¨¢s necesario abordar el Holocausto y el antisemitismo desde el punto de vista de la educaci¨®n¡±, explica despu¨¦s de tomarse un t¨¦. ¡°Ahora los prejuicios se han hecho m¨¢s visibles. En las dos ¨²ltimas semanas, dos amigos me han contado que han escuchado en el trabajo comentarios abiertamente contra los jud¨ªos. El novio de una amiga jud¨ªa no le presenta a sus padres porque ellos son de derechas y antisemitas. Esto no es una paranoia: la pol¨ªtica est¨¢ legitimando esto, ¨²ltimamente se dicen frases contra los jud¨ªos como si fuera normal. Y lo mismo pasa con los gitanos¡±.
La extrema derecha ha ido inoculando con eficacia sus dosis de odio en el debate p¨²blico. Jobbik es la tercera fuerza pol¨ªtica de Hungr¨ªa, y solo compite en generar esc¨¢ndalos fuera del pa¨ªs, aunque por muy distintas razones, con Fidesz, el partido del Gobierno del populista de derechas Viktor Orb¨¢n, que controla dos tercios de la C¨¢mara desde las elecciones de 2010. Envuelto en esa gigantesca mayor¨ªa como si fuera una capa m¨¢gica acorazada, el primer ministro se ha embarcado en la misi¨®n de remodelar el pa¨ªs de arriba abajo, acaparando poder a costa de socavar el Estado de derecho. Bruselas vigila las reformas como se?ales de la deriva autoritaria que ha tomado la democracia h¨²ngara y las critica con dureza, sospechando que Hungr¨ªa puede convertirse en la oveja negra de la Uni¨®n.
Un tupido andamiaje rodea ahora los arcos neog¨®ticos del esbelto edificio del Parlamento h¨²ngaro junto al Danubio. Las obras durar¨¢n hasta el a?o que viene. Zsuzsa S¨¢ndor tiene 65 a?os, y las leyes, que se han vuelto el¨¢sticas y mutantes hasta el mareo desde que Orb¨¢n lleg¨® al poder, formaban parte de su vida cotidiana hasta junio de 2012. Entonces, el Gobierno decidi¨® jubilarla a la fuerza ¡ªten¨ªa que retirarse a los 70¡ª, igual que a otros 200 jueces mayores de 62 a?os. Muchos vieron en esa decisi¨®n una especie de purga. Aquello abri¨® el en¨¦simo desencuentro entre Bruselas y Budapest, y el Tribunal Europeo de Justicia ha obligado a Hungr¨ªa a readmitirlos o indemnizarlos con un a?o de salario al considerar que hubo discriminaci¨®n por motivo de edad. S¨¢ndor no ha querido volver. ¡°Fue una forma de actuar muy vergonzosa para alguien que trabaj¨® bien, que no tuvo problemas con los fallos que dict¨®, y despu¨¦s te echan¡±, explica. ¡°Muchos de los jueces de mi generaci¨®n eran jefes de los tribunales, y creo que quer¨ªan reemplazarlos. Este Gobierno quiere controlar la justicia. Solo hay que ver que la jefa de todos los jueces, una sola persona, est¨¢ muy pr¨®xima a Fidesz y depende del Ejecutivo¡±, agrega.
En solo a?o y medio, Fidesz ha enmendado cuatro veces la pol¨¦mica Constituci¨®n que ellos mismos escribieron. El ¨²ltimo paquete de cambios, aprobado en marzo, es el que m¨¢s problemas est¨¢ generando al Gobierno de Orb¨¢n. Ignor¨® las advertencias internacionales ¡ªde la Comisi¨®n Europea, del Consejo, de EE UU, de la ONU y de varias ONG¡ª e incluy¨®, entre otras medidas controvertidas, varias leyes en la Carta Magna que hab¨ªa tumbado el Tribunal Constitucional. Ese ¨®rgano de control democr¨¢tico no podr¨¢ pronunciarse, m¨¢s que en t¨¦rminos formales, sobre posteriores enmiendas a la Constituci¨®n ni podr¨¢ referirse a su propia jurisprudencia de los ¨²ltimos 20 a?os para argumentar nuevos casos. ¡°Es absurdo¡±, comenta S¨¢ndor. ¡°En la ¨²ltima semana, en un d¨ªa, el Gobierno, con su mayor¨ªa de dos tercios, aprob¨® 10 leyes. Incluso los jueces o los abogados no pueden seguir ese ritmo de cambios. Se les ocurre una cosa y al d¨ªa siguiente crean una ley. Sin debate social o profesional, esto est¨¢ lejos de ser una democracia¡±, afirma esta antigua juez, dedicada ahora a escribir un libro y art¨ªculos en un semanario. En tres a?os se han aprobado cientos de leyes, 50 de ellas org¨¢nicas, que exigen una enorme mayor¨ªa para ser modificadas.
El novio de una amiga jud¨ªa no le presenta a sus padres porque son de derechas y antisemitas¡±
El Parlamento Europeo ya ha enviado un duro mensaje pol¨ªtico a Orb¨¢n esta semana. Ha respaldado un informe que critica la situaci¨®n de los derechos fundamentales en Hungr¨ªa y que carga sobre todo contra el recorte de poderes al Tribunal Constitucional y contra la modificaci¨®n constante de las leyes y de la Carta Magna. Para defenderse, Orb¨¢n no dud¨® en comparar la UE con la Uni¨®n Sovi¨¦tica ¡ª¡°s¨¦ lo que significa ser un ciudadano de segunda clase. Estuve en contra del comunismo y no quiero volver a experimentarlo¡±, dijo¡ª, denunci¨® el supuesto ataque que el documento supone a la soberan¨ªa h¨²ngara y avis¨® de que no permitir¨¢ que se emplee una doble vara de medir con su pa¨ªs.
Mientras Europa mueve su pesada maquinaria de an¨¢lisis y crecen las voces de alarma sobre las reformas, la extrema derecha sigue contaminando el debate p¨²blico en Hungr¨ªa. El Gobierno tambi¨¦n siente el aliento de Jobbik, y Orb¨¢n emplea con todos su arma ret¨®rica favorita: la confusi¨®n. El a?o que viene hay elecciones, y del mismo modo que el primer ministro cede ante Bruselas o le declara la guerra seg¨²n le convenga ¡ªacaba de anunciar que retira dos leyes objetadas por la Comisi¨®n, con lo que tendr¨¢ que hacer una quinta enmienda¡ª, mantiene una relaci¨®n ambivalente con los excesos de la extrema derecha, a la que condena sin paliativos y hace algunos gui?os al mismo tiempo.
Acoso a los gitanos
El discurso antisemita de Jobbik gener¨® en noviembre un enorme estupor. M¨¢rton Gy?ngy?si, uno de sus diputados, pidi¨® que se ¡°preparen listas de los jud¨ªos que viven aqu¨ª, sobre todo [los que est¨¢n]en el Gobierno y en el Parlamento, que suponen un riesgo para la seguridad de Hungr¨ªa¡±. La oleada de indignaci¨®n que suscitaron esas palabras dentro y fuera de Hungr¨ªa no ha evitado que a finales de mayo otro diputado de Jobbik relativizara el Holocausto. O que en enero, despu¨¦s de una pelea en la que hubo heridos y se supon¨ªa que uno de los atacantes era gitano, Zsolt Bayer, un miembro fundador de Fidesz y amigo personal de Orb¨¢n, escribiera en un peri¨®dico: ¡°Esos gitanos son animales y se comportan como animales. No deber¨ªa permitirse que existieran estos animales. Esto tiene que ser resuelto inmediatamente y por cualquier m¨¦todo¡±. Los dos diputados siguen en su esca?o y el diario que public¨® el art¨ªculo ha sido multado, cuatro meses despu¨¦s, con 850 euros.
No son solo palabras. O no son solo las palabras de un pu?ado de extremistas. A 70 kil¨®metros de Budapest, Cegl¨¦d es una peque?a ciudad con edificios bajos y pl¨¢cidas plazas llenas de ¨¢rboles. La carretera discurre entre casas unifamiliares con jard¨ªn hasta que disminuye el n¨²mero de farolas. Termina el asfalto. Empieza un barrio gitano. Aqu¨ª vive T¨¹nde Horv¨¢th, de 33 a?os, con su marido y sus cinco hijos. La caseta de madera que se ve en el patio es el v¨¢ter. No hay ducha. La cocina es un hornillo y la pila no tiene grifo. ¡°Traemos el agua de un pozo¡±, explica Horv¨¢th.
En el min¨²sculo sal¨®n hay un peque?o sof¨¢, dos sillas y una mesa. La hija mayor, de 16 a?os, escucha apoyada en el marco de una puerta. ¡°Llevaban varias noches amenaz¨¢ndonos¡±, cuenta muy bajito Horv¨¢th mientras recorre con las manos su largu¨ªsima coleta. Fue en agosto, y se refiere a los sucesores de la prohibida Guardia H¨²ngara, una organizaci¨®n de civiles uniformados de la extrema derecha que presid¨ªa el fundador de Jobbik, G¨¢bor Vona. ¡°Daban vueltas por la calle y gritaban cosas como ¡®apestosos gitanos¡¯, ¡®no sois h¨²ngaros, volved a la India¡¯ o ¡®vais a morir¡¯. Algunos llevaban l¨¢tigos. Muchos iban vestidos con pantalones de camuflaje y otros con camisa blanca y chaleco negro con el antiguo escudo de Hungr¨ªa¡±, describe. ¡°Est¨¢bamos viendo Titanic. Entonces una vecina me avis¨®: ?Que viene la Guardia H¨²ngara! Me asom¨¦ y vi que entraban por mi calle. Eran unos 60 hombres. Iban en filas de cuatro marchando e insult¨¢ndonos. Un coche de polic¨ªa lleg¨® por el otro lado y se qued¨® parado. No hicieron nada. Se oyeron dos tiros. Al ver que la polic¨ªa no actuaba, cog¨ª una viga de madera del patio y grit¨¦: ¡®?Vamos a defendernos, gitanos!¡¯. Los de la Guardia H¨²ngara se fueron¡±. Al d¨ªa siguiente se presentaron 400 ultras en el barrio. Esta vez la polic¨ªa regional, alertada por lo que hab¨ªa ocurrido la noche anterior ¡ªHorv¨¢th les llam¨®¡ª, bloque¨® la entrada al barrio.
Estos gitanos son animales. No deber¨ªa permitirse que existieran¡±, escribi¨® un fundador de Fidesz
Despu¨¦s de semejante incidente ¡ªque se da con cierta frecuencia en el campo, donde viven la mayor¨ªa de los gitanos¡ª, hay cinco personas acusadas: todos son gitanos y una de ellas es T¨¹nde Horv¨¢th, por ¡°alteraci¨®n del orden p¨²blico con armas¡±. La condena a la que se enfrenta es una multa. La organizaci¨®n de defensa legal para las minor¨ªas Neki, que representa a Horv¨¢th, denunci¨® a la polic¨ªa por su omisi¨®n. La denuncia de Horv¨¢th a la polic¨ªa no consta en ninguna parte.
El despacho de ?gnes Osztolyk¨¢n est¨¢ junto al Danubio. Es diputada del partido verde y gitana, como el 8% de los diez millones de h¨²ngaros. Es la ¨²nica de su familia con un t¨ªtulo universitario y viene del campo, del noreste, donde Jobbik fue m¨¢s votado. Los gitanos son los principales objetivos de la extrema derecha y los m¨¢s claramente amenazados. Una semana antes de que los ultras llamaran a elaborar listas de jud¨ªos, se celebraba una jornada parlamentaria sobre la integraci¨®n roman¨ª. Un diputado de la extrema derecha grit¨®: ¡°Sois todos unos gitanos criminales¡±. Emple¨® una palabra h¨²ngara que denomina un tipo de delito atribuido exclusivamente a esta minor¨ªa, con una fuerte carga racista. No sucedi¨® nada. ¡°No puedo ser desapasionada con esta cuesti¨®n. Estoy algo asustada de vivir en este pa¨ªs con mi hijo. Me decepcion¨® que despu¨¦s de las palabras del diputado sobre las listas de jud¨ªos todo el mundo saliera a la calle, mientras que no hubo ninguna manifestaci¨®n cuando esos nazis mataron a varios gitanos en 2009¡±, agrega dolida.
Ferenc Orosz fue a un partido de f¨²tbol con sus hijos a finales de abril. En la segunda parte, empez¨® a o¨ªr detr¨¢s de ¨¦l una canci¨®n fascista y luego el saludo nazi una y otra vez: ¡°?Sieg heil!¡±. Se gir¨® y les dijo que pararan, a lo que ellos contestaron con un ¡°?comunista jud¨ªo!¡±. Al salir del estadio, le rompieron la nariz. La peque?a desviaci¨®n todav¨ªa se nota ahora que habla en la biblioteca del instituto cient¨ªfico donde trabaja. ?l es presidente de la Asociaci¨®n Raoul Wallenberg, el diplom¨¢tico sueco que salv¨® la vida de miles de jud¨ªos h¨²ngaros. Cree que los agresores no lo sab¨ªan, igual que tampoco sab¨ªan que ¨¦l no es jud¨ªo ni que es miembro de Fidesz. ¡°El antisemitismo y el racismo hacia los gitanos tienen m¨¢s presencia en el discurso p¨²blico. Sin embargo, ha habido muy pocos casos de agresiones f¨ªsicas a jud¨ªos, a diferencia de lo que ocurre con los gitanos¡±, comenta.
Escritores antisemitas
En esto coincide con el representante de Emih, una asociaci¨®n jud¨ªa h¨²ngara, y con el sentir de otras. ¡°Es obvio que el antisemitismo est¨¢ empeorando radicalmente, y que Jobbik ha logrado que cosas que antes ser¨ªan intolerables empiecen a ser normales¡±, afirma Daniel Bodn¨¢r. Sin embargo, considera que ¡°el tema de los jud¨ªos no debe formar parte de los juegos pol¨ªticos¡±, y asegura que ¨¦l puede ¡°tener m¨¢s problemas¡± al andar con kip¨¢ y barba ¡°en Par¨ªs, por ejemplo, que en Budapest¡±, en referencia a amenazas f¨ªsicas.
En el ¨²ltimo a?o, calles, bustos y plazas dedicadas al dictador de entreguerras Mikl¨®s Horthy han proliferado en varios pueblos, en homenaje a quien fue el primero en introducir leyes de segregaci¨®n y responsable ¨²ltimo de la deportaci¨®n a Auschwitz de m¨¢s de medio mill¨®n de jud¨ªos h¨²ngaros. Se ha incluido en el curr¨ªculo escolar a dos escritores abiertamente antisemitas. El Gobierno ha concedido este a?o el Premio Nacional de Periodismo a un tipo que, adem¨¢s de atacar a los jud¨ªos, ha comparado a los gitanos con los monos ¡ªalgo por lo que fue multado¡ª, para despu¨¦s retir¨¢rselo alegando el ministro que no ten¨ªa ni idea de todo esto. Cuando en mayo se reuni¨® en Budapest el Congreso Mundial Jud¨ªo para llamar la atenci¨®n sobre el antisemitismo, Orb¨¢n lo conden¨® con contundencia ¡ªcomo siempre, recalcando su discurso de ¡°tolerancia cero¡±¡ª, pero no mencion¨® a Jobbik, que ese mismo d¨ªa reuni¨® a los suyos en la calle para denunciar la ¡°colonizaci¨®n sionista¡±.
Al mismo tiempo, el Ejecutivo h¨²ngaro ha incluido en la Constituci¨®n una ley para defender ¡°la dignidad¡± de cualquier miembro de una comunidad ¡°racial o religiosa¡±, adem¨¢s de la de ¡°la naci¨®n h¨²ngara¡±. Impuls¨® en 2011 la estrategia europea para la integraci¨®n de los gitanos y dedic¨® el a?o pasado a conmemorar el centenario de Raoul Wallenberg con numerosas actividades, y el a?o que viene organizar¨¢ el 70? aniversario de las deportaciones masivas.
Orosz cree que esa actitud ambigua es m¨¢s acentuada cuando el ataque se dirige a los gitanos. ¡°El Gobierno act¨²a de un modo borroso. Despu¨¦s de que Bayer escribiera el art¨ªculo [sobre los gitanos y los animales], lo denunci¨¦ ante la comisi¨®n ¨¦tica del partido. Al final no lo sancionaron porque dijeron que era un tema de libertad de expresi¨®n¡±, explica. En opini¨®n de Krisztian Szabados, director del think tank Political Capital de Budapest, ¡°Fidesz quiere atraer a los votantes de extrema derecha porque no sabe qu¨¦ pasar¨¢ en 2014¡±. Orb¨¢n encabeza las encuestas con holgura, pero hay una parte significativa de indecisos (un 47%, seg¨²n Ipsos, en junio). Entretanto, Jobbik est¨¢ experimentando un ligero declive en intenci¨®n de voto, algo que Szabados atribuye a que ¡°Fidesz ha incorporado la ret¨®rica de los extremistas¡±. El sol de la tarde ilumina el sal¨®n de Mar¨ªa B., desde cuya ventana, a su espalda, se ven los tejados de pizarra y las c¨²pulas de Budapest. Ella se salv¨® del Holocausto cuando era casi una adolescente, gracias a la protecci¨®n que le otorg¨® la Embajada de Suiza. Durante un tiempo quiso olvidarse de la matanza. Despu¨¦s de la guerra, dice, le impresion¨® la ¡°absoluta indiferencia hacia lo que hab¨ªa pasado con medio mill¨®n de jud¨ªos. Nadie me pregunt¨® qu¨¦ me ocurri¨® a m¨ª o a mi familia¡±. Los a?os del comunismo sepultaron esa parte de la historia. Desde su butaca, y con los pies apoyados en un taburete, reflexiona con su voz de 82 a?os sobre lo que est¨¢ ocurriendo en Hungr¨ªa. ¡°El esp¨ªritu del pasado nos acecha¡±, afirma. ¡°Nunca pens¨¦ que me tocar¨ªa ver a estos uniformados de la Guardia H¨²ngara. Siento desesperanza. Me indigna este culto a Horthy, este diputado que pide que se hagan listas de jud¨ªos, un primer ministro que no se separa lo suficiente de Jobbik y que habla de ¡°jud¨ªos¡± y ¡°h¨²ngaros¡±. ?Por qu¨¦ hace esa diferencia?, se pregunta en¨¦rgica, y a?ade: ¡°Me indigna que atemoricen a los gitanos y los intimiden. La pregunta es: ?c¨®mo es posible?¡±.
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