La larga mano crece
El uso de 'drones' en portaaviones potencia el alcance de las fuerzas estadounidenses
El 18 de enero de 1911, Eugene B. Ely marc¨® un hito en la historia militar al aterrizar con su avioneta Curtiss en el buque Pennsylvania de la Armada estadounidense. Poco m¨¢s de un siglo despu¨¦s, Washington demuestra ahora su dominio de la tecnolog¨ªa para hacer aterrizar drones en un portaaviones. El nuevo acontecimiento tambi¨¦n tiene rasgos revolucionarios para el sector.
Los aviones no tripulados no solo evitan poner en riesgo la vida de los pilotos; tambi¨¦n permiten extender la duraci¨®n de las misiones m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites f¨ªsicos de resistencia de los aviadores, multiplicando as¨ª la persistencia y capacidad de vigilancia y ataque. El prototipo que aterriz¨® con ¨¦xito el mi¨¦rcoles puede transportar dos bombas y ya tiene un alcance de casi 4.000 kil¨®metros.
Poder contar con aparatos con estas capacidades a bordo de portaaviones ofrece, entre otras ventajas, la posibilidad de mantener a estos buques m¨¢s lejos de las zonas de peligro, del creciente alcance de las defensas de los enemigos. Hay crecientes sospechas de que China ha logrado grandes avances en el desarrollo de misiles capaces de golpear portaaviones. Como apuntan algunos analistas del sector, este nuevo uso de los drones equivale a alargar el brazo del boxeador: se puede pegar (y, en este caso, vigilar) mejor, manteniendo a la vez m¨¢s resguardado el cuerpo.
Por otra parte, esta tecnolog¨ªa tambi¨¦n permitir¨ªa reducir la necesidad de tener bases para estos aparatos (o los tradicionales) en el extranjero, un interesante activo para EE UU en tiempos en los que no es f¨¢cil obtener para Washington cooperaci¨®n en amplias regiones del globo.
En t¨¦rminos generales, es un paso m¨¢s en la vertiginosa revoluci¨®n que los drones representan en la acci¨®n militar y de espionaje. Las Fuerzas Armadas estadounidenses ya est¨¢n entrenando a m¨¢s controladores de aviones no tripulados que a pilotos tradicionales. Ahora, incluso avanza la tecnolog¨ªa de aviones que no necesitan siquiera ser dirigidos desde tierra, completamente preprogramados.
Algunos l¨ªderes esperan que estas acciones permitan una mayor capacidad de defensa de los intereses nacionales sin poner a prueba el est¨®mago de las opiniones p¨²blicas al ahorrar sangre propia. Otros temen que la robotizaci¨®n de la guerra la deshumanice todav¨ªa m¨¢s.
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