Srebrenica, la herida que no cicatriza
M¨¢s de 2.000 v¨ªctimas de la masacre a¨²n no han sido identificadas 18 a?os despu¨¦s El proceso de identificaci¨®n avanza a paso lento
F¨¢tima no ten¨ªa ni siquiera una semana cuando perdi¨® la vida. Este mes de julio habr¨ªa cumplido la mayor¨ªa de edad pero desde el pasado jueves el peque?o f¨¦retro con sus restos mortales yace en la tumba de su padre, Hajrudin Muhic.
La peque?a es la m¨¢s joven de las m¨¢s de 6.000 v¨ªctimas sepultadas en el Memorial de Poto?ari, un inmenso recinto funerario que se alza en la ladera de una monta?a frente a la base del batall¨®n de 'cascos azules' holandeses que no quisieron ni supieron impedir la matanza de civiles cometida por las tropas del general serbobosnio Ratko Mladic.
La familia Muhic ha guardado silencio ante los periodistas y no ha querido relatar c¨®mo perdi¨® la vida la peque?a, que muri¨® cuando ten¨ªa un solo d¨ªa de vida y que ahora descansa junto a su padre, justo 18 a?os despu¨¦s de que ambos se fueran para siempre en esos fat¨ªdicos d¨ªas de julio de 1995. Una anciana que ha enterrado este 11 de julio a uno de sus nietos en una tumba muy pr¨®xima a la de F¨¢tima sostiene que la peque?a muri¨® cuando su madre, desesperada porque estaba enferma, le llev¨® a un m¨¦dico serbobosnio y el facultativo se la llev¨®. Nunca m¨¢s la volvi¨® a ver.
La matanza de Srebrenica es una herida sin cicatrizar para miles de familias musulmanas bosnias (bosniacas) que a¨²n siguen esperando a recibir una llamada que confirme que sus muertos est¨¢n siendo identificados. No es un proceso sencillo y avanza a un ritmo lento, quiz¨¢ desesperante para las familias bosniacas, especialmente las que tienen a varios seres queridos a¨²n por sepultar.
Las tropas serbobosnias al mando del general Mladic, que est¨¢ siendo juzgado por el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia por cr¨ªmenes de guerra, aniquilaron a m¨¢s de 8.300 varones musulmanes bosnios, en su mayor¨ªa adultos, pero tambi¨¦n ancianos y ni?os, y los enterraron en fosas comunes dispersas y ocultas en los alrededores de Poto?ari y Srebrenica.
No se limitaron a tirar los cuerpos en esas primeras fosas. En muchas ocasiones los desenterraron, los trasladaron por carretera y los metieron en otras, para sembrar m¨¢s el terror entre la poblaci¨®n bosniaca y hacer m¨¢s dif¨ªcil el hallazgo de los cad¨¢veres.
La Comisi¨®n Internacional de B¨²squeda de Desaparecidos trabaja analizando los restos mortales encontrados en tres tipos de fosas: las primarias, las secundarias y las terciarias, seg¨²n las veces que fueron enterrados y desenterrados los cad¨¢veres.
Este organismo se encarga de cruzar el ADN de esos restos con los aportados por las familias para confirmar la identificaci¨®n. Cuando las muestras coinciden en un 85% o m¨¢s del ADN, los familiares reciben la llamada que supone el principio del fin del proceso de identificaci¨®n. El Islam aconseja enterrar los cad¨¢veres cuando se tenga, al menos, un 70% de los restos mortales pero muchas familias de Srebrenica no quieren prolongar a¨²n m¨¢s la espera.
Muchas familias deciden enterrar a sus hermanos, padres o abuelos con los primeros huesos que se encuentran porque quieren cerrar ya ese cap¨ªtulo de sus vidas; el m¨¢s doloroso, el que les dejar¨¢ una marca indeleble para siempre. Hanifa Kalesic enterr¨® a su padre, Junnuz Mehmed Mehic, en 2008, cuando s¨®lo ten¨ªan identificados unos pocos huesos. Vestida con un pa?uelo tradicional y una sencilla camisa y pantal¨®n de color rosa, Hanifa relata con detalle c¨®mo lo ha pasado su familia y lo que todav¨ªa les queda por luchar. En algunos momentos se indigna, especialmente con la actitud de los serbios, pero en otros se alegra por percibir inter¨¦s en conocer la historia de su familia.
No se limitaron a tirar los cuerpos en esas primeras fosas. En muchas ocasiones los desenterraron y los metieron en otras
Este 11 de julio, su hermano Mirsad Mehic ha sido sepultado junto a su padre y el a?o que viene conf¨ªa en que los restos de su abuela descansen en la franja de tierra situada a la derecha de la tumba de su hermano. A¨²n as¨ª, a la familia Mehic le falta un miembro por enterrar en el Memorial de Poto?ari: un beb¨¦ de s¨®lo ¡°once d¨ªas¡± que no ha sido reconocido como v¨ªctima de Srebrenica porque no fue directamente asesinado por los serbobosnios pero s¨ª muri¨® en manos de su madre cuando hu¨ªan de las tropas esos d¨ªas.
La familia Mehic es una m¨¢s de las miles de familias que cada a?o acuden el 11 de julio a sepultar a sus muertos y a rendir homenaje a las v¨ªctimas de la masacre. El primer funeral colectivo se celebr¨® en el a?o 2.002, poco despu¨¦s de que el entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, inaugurara el Memorial de Poto?ari, tras haber dado impulso al proceso de identificaci¨®n de los muertos de Srebrenica.
En los primeros a?os tras la masacre, las tareas de identificaci¨®n fueron especialmente arduas y complejas por la escasa cooperaci¨®n prestada por las autoridades serbobosnias, que gobiernan los territorios en los que estaban ocultas las fosas y controlan a las fuerzas de seguridad que deber¨ªan trabajar en su b¨²squeda, y por la falta de fondos econ¨®micos.
A¨²n quedan m¨¢s de 2.300 cuerpos por identificar y todav¨ªa siguen encontr¨¢ndose fosas. Sin ir m¨¢s lejos, como recuerda Mirsada Mehic, hace unas semanas fueron hallados en las monta?as conocidas como Picos Negros restos mortales enterrados en tres puntos distintos.
Adem¨¢s de la lentitud del proceso de identificaci¨®n, derivada de la falta de recursos econ¨®micos y de las dificultades para encontrar los cad¨¢veres, las familias musulmanas reunidas en Poto?ari dejan claro en todo momento que, para cerrar la herida de Srebrenica, los serbobosnios tienen que admitir el genocidio que cometieron. ¡°No hay banderas a media asta¡±, apunta Mirsada, que denuncia as¨ª que las instituciones serbias de Srebrenica y municipios cercanos no muestran ninguna se?al de luto en sus edificios el d¨ªa en que los musulmanes honran a sus muertos por la masacre, cada 11 de julio.
Srebrenica se encuentra situada en el extremo oriental de la Rep¨²blica Srspska, la entidad serbia de Bosnia i Herzegovina, y sus autoridades siguen neg¨¢ndose a reconocer el genocidio cometido en julio de 1995 por los militares dirigidos por Mladic. Ataviada con un pa?uelo rojo y en un perfecto castellano con acento latinoamericano, Mirsada deja claro que no puede entender c¨®mo los serbobosnios pudieron cometer una masacre as¨ª y c¨®mo algunos llegaban a andar ¡°cinco kil¨®metros cada d¨ªa¡± para matar con sus fusiles a civiles bosniacos desde las monta?as.
Hanifa tampoco lo entiende y muestra su malestar por el hecho de que los empleados que trabajan d¨ªa a d¨ªa en el Memorial de Poto?ari sean serbobosnios porque piensa que no guardan el respeto que merecen las v¨ªctimas all¨ª sepultadas y no protegen el recinto con suficiente empe?o. La cooperaci¨®n de los serbobosnios para superar el drama de Srebrenica es necesaria tanto en la b¨²squeda de las v¨ªctimas como en el plano moral, para que los bosniacos puedan pasar p¨¢gina cuando hayan logrado enterrar a todos sus fallecidos. Parece que esa fecha a¨²n queda lejana.
El pasado mes de abril, el presidente serbio, Tomislav Nikolic, pidi¨® perd¨®n ¡°de rodillas¡± por la masacre de Srebrenica pero, al igual que otras muchas autoridades serbias y serbobosnias contin¨²an haciendo, ha evitado explic¨ªtamente definir lo sucedido como un genocidio. El anterior mandatario serbio, Boris Tadic, lleg¨® bastante m¨¢s lejos en el reconocimiento a las v¨ªctimas de Srebrenica cuando asisti¨® a los funerales de 2010 y prometi¨® ante las viudas que perseguir¨ªan y detendr¨ªan a los culpables de la masacre, especialmente al general Mladic.
En un d¨ªa en el que las declaraciones pol¨ªticas permanecen en segundo plano, las familias de Srebrenica han escuchado en Potocari a su presidente, el representante bosniaco de la Presidencia de Bosnia, Bakir Izetbegovic, que ha lamentado la maldad de los ¡°escuadrones de la muerte¡± de Radovan Karadzic, el l¨ªder serbobosnio en 1995, y del general Ladic y ha prometido perseguir a quienes cometieron la matanza. ¡°Las v¨ªctimas inocentes de Srebrenica merecen la paz y la verdad. Les acompa?amos en su descanso final, que deber¨ªa ser un importante s¨ªmbolo de recuerdo para el mundo entero¡±, ha dicho.
Sus palabras han dado paso al rezo musulm¨¢n, con hombres y mujeres, ancianos y ni?os de cada familia unidos junto a los f¨¦retros de las 409 v¨ªctimas enterradas este a?o. Hasta entonces, el sol les hab¨ªa respetado pero la lluvia ha decidido descargar en un momento especialmente emotivo, lleno de dolor y orgullo: el c¨¢ntico de Srebrenica Inferno, el himno por los fallecidos en la masacre, una melod¨ªa interpretada por j¨®venes vestidas de negro que han aguantado el chaparr¨®n ante las m¨¢s de 25.000 personas reunidas en Potocari.
Tras la ceremonia religiosa colectiva, los hombres y j¨®venes de cada familia han llevado con sus propias manos en volandas los f¨¦retros hasta las tumbas, donde, en cuesti¨®n de pocos minutos, han sepultado los f¨¦retros para dar paso al ¨²ltimo adi¨®s: el rezo de toda la familia unidad en recuerdo de quien ya no volver¨¢. Cierran as¨ª un cap¨ªtulo de su vida, la recuperaci¨®n de un ser querido masacrado hace ahora 18 a?os. A¨²n queda mucho por recorrer para cerrar una herida demasiado profunda.
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