Hermanos musulmanes: el poder vuelve a la sombra
Desde 1928 defienden una vida guiada por la ley del Cor¨¢n. Alcanzaron el poder en Egipto pero el golpe del 3 de julio se lo arrebat¨®
Lleg¨® a controlar Egipto, tras m¨¢s de ocho d¨¦cadas de silenciamiento y represi¨®n. Su misi¨®n fundacional es avanzar los principios del islam en la vida cotidiana. Cuando alcanz¨® la posici¨®n id¨®nea para ello, el poder casi total, se desmoron¨® ella sola, porque entre todos la desmoronaron. Pocas veces se ha visto un ascenso y un derrumbe tan precipitados como los de los Hermanos Musulmanes de Egipto, una oscura cofrad¨ªa de nutrida historia y gran predicamento, que mantiene sus resortes y maquinaria en una densa sombra. Ha sido extremadamente eficaz a la hora de exportar su modelo a la pr¨¢ctica totalidad del mundo ¨¢rabe, pero a la primera ocasi¨®n en que ha podido ascender al poder en el pa¨ªs en que naci¨®, se ha visto incapaz de gobernar con eficiencia y de evitar que sus enemigos ancestrales, desde los generales hasta los jueces, la empujaran al filo de la ilegitimidad, de nuevo obligada a refugiarse en mezquitas y reuniones secretas, de regreso a la resistencia. En esta ocasi¨®n, sin embargo, promete lucha. La hermandad ha saboreado durante casi un siglo la clandestinidad. Y si tiene algo claro ahora es que no quiere volver a ella.
El golpe de Estado del pasado 3 de julio abort¨® el Gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto, que acababa de cumplir un a?o. Desde entonces, miles de miembros y simpatizantes de la cofrad¨ªa se han guarecido en las inmediaciones de la mezquita de Raba al Adauiya, en el distrito de Ciudad Nasser de El Cairo, en un campamento de resistencia que demuestra cu¨¢nto han cambiado sus circunstancias. El nuevo Gobierno ha encarcelado a algunos de sus l¨ªderes y ha dictado ¨®rdenes de arresto contra muchos otros, incluido su gu¨ªa supremo. Estos sienten que los generales buscan descabezar su sociedad y condenarla de nuevo a la clandestinidad. Sin embargo, se niegan a volver a operar fuera de los m¨¢rgenes de la ley, como en los largos a?os de Gamal Abdel Nasser, Anuar el Sadat y Hosni Mubarak.
¡°Estuve en la c¨¢rcel por ser de la Hermandad. Y siempre sent¨ª que el preso era Mubarak y que yo era libre¡±, dice Essam el Erian
¡°Estuve dos a?os y medio en la c¨¢rcel por ser miembro de la hermandad y siempre sent¨ª que era Mubarak el que era un prisionero, y que yo era libre¡±, dice Essam el Erian, quien fue miembro, durante a?os, del consejo que rige la hermandad y ahora es vicepresidente de su brazo pol¨ªtico, el partido Libertad y Justicia. ¡°Hace a?os nos encarcelaban por el simple hecho de pertenecer a la hermandad. Hoy luchamos por nuestra libertad y la de todos los egipcios¡±. El Erian se halla refugiado, como los dem¨¢s l¨ªderes de la hermandad, en Ciudad Nasser. Departen a puerta cerrada y reciben a los visitantes en edificios aleda?os a la mezquita que puede ser su Numancia, protegidos por una milicia de fieles seguidores armados con palos y cadenas.
Es un capricho del destino pol¨ªtico que un grupo temido en Occidente por sus ideales islamistas, comprometido con el avance de la ley musulmana, reputado por su eficiencia en la clandestinidad, en sus primeros a?os relacionado con atentados y magnicidios, y en el que milit¨® uno de los padres de Al Qaeda, se presente ahora como defensor de la democracia y la legitimidad frente a un golpe de Estado militar apoyado tanto por las fuerzas laicas progresistas como por islamistas m¨¢s extremos en su interpretaci¨®n del Cor¨¢n, como los salafistas.
¡°Los temores son infundados. Somos un movimiento de cambio social¡±, explica el actual portavoz de la hermandad, Gehad el Haddad. ¡°No se nos puede llamar un movimiento pol¨ªtico o religioso. Para la pol¨ªtica tenemos al partido Libertad y Justicia, creado en 2011 para que los Hermanos Musulmanes pudi¨¦ramos centrarnos en nuestras actividades sociales. En lo que respecta a religi¨®n y preceptos, nos remitimos a la Universidad de Al Azhar [la instituci¨®n teol¨®gica m¨¢s importante del islam sun¨ª]. En ese sentido nos diferenciamos claramente de los salafistas, que tienen sus propios ¨®rganos doctrinales y emiten sus propias fetuas. Nosotros nos centramos en el cambio social a trav¨¦s de actividades de ayuda y caridad¡±.
La cofrad¨ªa de los Hermanos Musulmanes fue fundada en 1928 por un p¨ªo profesor de escuela, Hasan al Banna, quien crey¨® que la mejor forma de acabar con la colonizaci¨®n brit¨¢nica y lograr la independencia egipcia era instigar un renacimiento religioso en la zona, avanzando una sociedad m¨¢s isl¨¢mica. Para ello cre¨® una red de ayuda sanitaria, educativa y social al margen del Estado.
¡°En principio fueron causas misioneras, siempre isl¨¢micas. La gente conoc¨ªa ya el Cor¨¢n, y la idea era que viviera m¨¢s de acuerdo con el islam y el ejemplo del profeta¡±, explica el letrado Mohamed Gharib Abdel Aziz, en la hermandad desde 1983 y miembro de su departamento jur¨ªdico. ¡°Los fundadores llevaron esa labor caritativa, el servicio a los pobres, a ciudades y pueblos de Egipto, de forma gratuita o con bajo coste. Construyeron mezquitas, sufragaron hospitales isl¨¢micos y crearon centros educativos. La voluntad era tener una red de asistencia social de acuerdo con los principios del islam¡±.
El fundador instig¨® un renacer religioso. Cre¨® una red de ayuda sanitaria, educativa y social al margen del Estado
Esa red es hoy m¨¢s robusta que nunca, con una veintena de hospitales y cientos de escuelas y centros de atenci¨®n social. No hay una estimaci¨®n fiable de cu¨¢ntos miembros tiene la cofrad¨ªa, porque sus registros son secretos, por protecci¨®n frente a los servicios de seguridad. Algunos analistas creen que tiene 600.000 personas. Otros consideran que su n¨²cleo duro, los verdaderos cofrades, no superan los 100.000. Si se les pregunta a ellos o a sus l¨ªderes, la respuesta es la misma: ¡°Ni siquiera nosotros lo sabemos, somos una organizaci¨®n muy fragmentada, centrada en la caridad¡±. Puede. Pero en ocho d¨¦cadas alcanzaron laboriosamente los m¨¢s altos rangos del poder.
La hermandad se inscribi¨® oficialmente en los registros del Estado por primera vez en 1945, de acuerdo con una ley que regulaba las organizaciones caritativas. Nunca podr¨¢ librarse de los infaustos recuerdos de aquella infancia. A medida que crec¨ªa el n¨²mero de cofrades, aumentaban las corrientes y divisiones internas. El propio Al Banna lleg¨® a escribir en un punto que la sociedad deber¨ªa considerarse ¡°en guerra con cada l¨ªder, cada partido y cada organizaci¨®n que no trabaje para la victoria del islam¡±. Hubo quienes tomaron esa opini¨®n al pie de la letra y a finales de los a?os 30 formaron una milicia secreta. En principio se fund¨® para luchar contra el flujo de jud¨ªos a la Palestina brit¨¢nica. En realidad particip¨® en todo tipo de asesinatos selectivos dentro de Egipto, entre ellos el del primer ministro Mahmud al Nukrashi Pasha en diciembre de 1948.
Aquel magnicidio fue la gota que colm¨® el vaso para Al Banna, quien vio el peligro de la radicalizaci¨®n y en sus ¨²ltimos a?os apost¨® decididamente por que la hermandad recurriera a medios pac¨ªficos. De aquellos que cometieran atentados, el l¨ªder fundador dijo que no pod¨ªan ser considerados ¡°ni hermanos ni musulmanes¡±. Al Banna fue asesinado en febrero de 1949. Le sucedi¨® Hasan al Hudaibi, quien sirvi¨® de gu¨ªa supremo en una gran traves¨ªa del desierto de la hermandad, hasta su muerte en 1973.
Nasser ten¨ªa sus razones para querer descabezar a la hermandad. Tras el alzamiento militar y la expulsi¨®n de los brit¨¢nicos en 1952, el coronel tom¨® las riendas del pa¨ªs. El 26 de octubre de 1954, durante un discurso en Alejandr¨ªa para celebrar la independencia, un hojalatero afiliado a la cofrad¨ªa le dispar¨® ocho veces. Nasser sali¨® ileso y con una determinaci¨®n: suprimir a los Hermanos Musulmanes. Ilegaliz¨® la cofrad¨ªa. Ahorc¨® a seis miembros, entre ellos Mohamed Farghali, y encarcel¨® a miles.
¡°Los Hermanos Musulmanes pasaron tantos a?os bajo asedio que tuvieron que recurrir a estructuras de organizaci¨®n muy eficientes, muy autoritarias, con estrictos controles desde la cima¡±, explica John Esposito, profesor en la Universidad de Georgetown y experto en la sociedad. ¡°Es cierto que un grupo dentro de la hermandad recurri¨® a la violencia en respuesta al r¨¦gimen autoritario de Nasser, pero durante m¨¢s de 40 a?os ha funcionado dentro de la sociedad egipcia a pesar de sufrir represi¨®n, arrestos, prisi¨®n e incluso tortura. El argumento de que los Hermanos Musulmanes son terroristas, ovejas con piel de cordero, ha sido empleado por los l¨ªderes de Egipto, desde Nasser hasta Mubarak, para justificar su opresi¨®n contra los miembros del grupo. De ese modo se ha justificado ante otros pa¨ªses el nivel de represi¨®n empleado contra ellos. Mubarak emple¨® los ataques terroristas del 11-S para relacionarlos con Al Qaeda¡±.
Entre los encarcelados se hallaba Said Kutb. En prisi¨®n escribi¨® un manifiesto en el que llamaba a un renacimiento armado del islam frente a los representantes de lo que ¨¦l defini¨® como el estado de ignorancia y primitivismo de los ¨¢rabes antes de que se le revelara el Cor¨¢n al profeta Mahoma. Para ¨¦l la modernidad occidental, que conoc¨ªa por una larga visita a Am¨¦rica, era solo una parte m¨¢s de ese atraso moral, toda una regresi¨®n indecente. Y si los l¨ªderes y ciudadanos egipcios renunciaban a los preceptos del islam y viv¨ªan de espaldas a ¨¦l, eran ellos tambi¨¦n objetivos leg¨ªtimos en la lucha. Excarcelado y vuelto a encarcelar, las ideas de Kutb se convirtieron en una grave amenaza para Nasser, que orden¨® que se le juzgara.
¡°Ha llegado la hora de que un musulm¨¢n d¨¦ su cabeza para proclamar el nacimiento del movimiento isl¨¢mico¡±, dijo Kutb, dado a la grandilocuencia, al inicio del proceso, seg¨²n los diarios de la ¨¦poca. Fue declarado culpable, casi sin derecho a la defensa. ¡°He hecho la yihad durante 15 a?os antes de ganar el derecho a este martirio¡±, respondi¨® cuando el Gobierno le ofreci¨® la oportunidad de abjurar de sus creencias y librarse de la horca. Fue ajusticiado el 29 de agosto de 1966. Con su muerte naci¨® un mito del islamismo radical.
Entonces un adolescente nacido en El Cairo hab¨ªa cumplido los primeros requisitos para unirse a la hermandad y qued¨® fascinado por las ense?anzas de Kutb. Se trataba de Ayman al Zawahiri, que ser¨ªa uno de los fundadores de Al Qaeda, grupo terrorista que dirige ahora, tras la muerte de Osama bin Laden. Al Zawahiri dejar¨ªa eventualmente la hermandad y ha atacado ampliamente su voluntad de integrarse en las instituciones y participar en la pol¨ªtica.
Bajo la sombra del gu¨ªa supremo
¡°Nuestra revoluci¨®n siempre ha sido y ser¨¢ pac¨ªfica. Nuestro pacifismo es m¨¢s fuerte que las balas y los tanques¡±. Muchos rumores hab¨ªan recorrido Egipto sobre el paradero y destino de Mohamed Badie, el l¨ªder supremo de los Hermanos Musulmanes en Egipto. Que hab¨ªa sido detenido. Que hab¨ªa huido a Libia. Que se hab¨ªa refugiado, de nuevo, en la clandestinidad. ¡°No huyo. No me escondo. Aqu¨ª me tienen¡±. Comparec¨ªa desafiante el 5 de julio, dos d¨ªas despu¨¦s del golpe de Estado, en un escenario frente a la mezquita cairota de Raba el Adauiya, cuyas inmediaciones ha tomado una multitud islamista.
Badie, veterinario de profesi¨®n, fue elegido en el puesto en 2010, el primer gu¨ªa supremo en sustituir a su predecesor cuando este decidi¨® apearse. Pas¨® nueve a?os en prisi¨®n, de 1965 a 1974, en represalia por su militancia en la cofrad¨ªa. Aquello solo le llev¨® a intensificar su actividad en ella cuando qued¨® en libertad. Desde su liderazgo, ha defendido el ingreso de la hermandad en la pol¨ªtica nacional, dejando atr¨¢s los a?os de resistencia y funcionamiento en secreto. Bajo su tutela, los Hermanos Musulmanes llegaron a lo m¨¢s alto en los poderes Legislativo y Ejecutivo en Egipto.
El desplome de la hermandad, con el toque de gracia del golpe de Estado, fue tambi¨¦n en gran parte responsabilidad suya. No supo o no quiso distanciarse del partido Libertad y Justicia, brazo pol¨ªtico de la agrupaci¨®n, y muchos opositores ridiculizaron al presidente depuesto, Mohamed Morsi, como una mera marioneta suya. En muchos programas de televisi¨®n sat¨ªricos se ha emitido una y otra vez una grabaci¨®n de una rueda de prensa en la que Morsi habla y Badie, a su izquierda, le susurra, o le dicta, lo que debe decir. Morsi obedece, sol¨ªcito.
Ocho l¨ªderes ha tenido la sociedad de los Hermanos Musulmanes desde su fundaci¨®n. El recuerdo del primero, el maestro Hasan al Bana, es el m¨¢s intenso de todos. Los cofrades se refieren a ¨¦l como m¨¢rtir, pues fue asesinado en 1949. Su foto cuelga hoy por hoy junto a la de Morsi en la mezquita donde se han refugiado los islamistas en El Cairo, sobre el emblema de la cofrad¨ªa, dos espadas cruzadas ante un Cor¨¢n. Al Banna avanz¨® la idea de yihad, de revuelta para propagar el islam.
¡°La civilizaci¨®n occidental, que resplandeci¨® durante un largo tiempo en virtud de su perfecci¨®n cient¨ªfica, que subyug¨® al mundo con los resultados de su ciencia, est¨¢ ahora en bancarrota y declive¡±, escribi¨® en los a?os 30. Tras ciertos titubeos sobre la validez del uso de la violencia, acab¨® renunciando a ella, sentando un precedente que seguir¨ªan sus sucesores en el cargo. La hermandad, sin embargo, es diversa y no es inmune a divisiones y rencillas.
Lo cierto es que los l¨ªderes de la hermandad han experimentado un proceso de moderaci¨®n a lo largo de las d¨¦cadas y a¨²n hoy d¨ªa dicen que recurrir¨¢n siempre a medios pac¨ªficos. ¡°La violencia no entra en nuestros planes. Si hay violencia ser¨¢ porque la asumen grupos isl¨¢micos que no est¨¢n afiliados a nosotros¡±, asegura Mohamed Beltagy, otro de sus l¨ªderes, que hoy sirve como secretario general de su partido pol¨ªtico. ¡°Si hay algo que la hermandad ha hecho en su historia es avanzar hacia la defensa de los sistemas democr¨¢ticos. El poder lo ganamos en las urnas. Nos hemos distanciado de cualquier ide¨®logo islamista que promoviera la violencia. Pero la ¨²nica respuesta que hemos recibido es un golpe de Estado¡±.
Durante los a?os de Sadat y Mubarak, a muchos l¨ªderes se les encerr¨® durante largos a?os. Algunos fueron torturados. Paralelamente, los ideales de la sociedad se fueron extendiendo por el mundo ¨¢rabe, bajo el lema fundacional de la organizaci¨®n: ¡°Al¨¢ es nuestro objetivo, el profeta es nuestro l¨ªder, el Cor¨¢n es nuestra ley, la yihad es nuestro medio, el martirio en el nombre de Al¨¢ es nuestro mayor anhelo¡±. En los territorios palestinos, miembros y simpatizantes de la hermandad fundaron el grupo islamista Ham¨¢s. Tomaron parte en las revueltas en T¨²nez y Libia. La cofrad¨ªa ha sido una avanzadilla crucial en el levantamiento contra Bachar el Asad en Siria. El rey Abdal¨¢ II de Jordania teme su influencia, al igual que las monarqu¨ªas del golfo P¨¦rsico, que se han apresurado a apuntalar al Gobierno interino que rige Egipto tras el golpe con ayudas que superan los 9.300 millones de euros.
En Egipto, sin estar legalizada, la sociedad se ali¨® con varios partidos para presentar a candidatos en diversas elecciones despu¨¦s de 1984. Tras la revuelta de la primavera ¨¢rabe en 2011 y la ca¨ªda de Mubarak, pas¨® a ganar todas las elecciones a las que se present¨® en los primeros meses de la democracia. En las de la C¨¢mara baja, celebradas entre noviembre de 2011 y enero de 2012, logr¨® un 37,5% de los votos. Cuando se renov¨® el Consejo de la Shura, la C¨¢mara alta, logr¨® el 45% de las papeletas. En los comicios presidenciales, Mohamed Morsi logr¨® el 51,73% de los votos en segunda vuelta.
Daban fruto en aquellos primeros meses de la democracia egipcia los largos a?os de intensa disciplina y organizaci¨®n y la simpat¨ªa granjeada en zonas rurales por la red de ayuda social, educativa y sanitaria de la hermandad. Desde la oposici¨®n se le recriminaba a Morsi que gobernara solo para los Hermanos Musulmanes. El Ej¨¦rcito y los dem¨¢s partidos vieron con recelo c¨®mo un grupo nacido, crecido y madurado en la clandestinidad acariciaba un poder casi absoluto. Morsi cometi¨® sus errores, sobre todo el de proponer un proyecto de Constituci¨®n de corte isl¨¢mico, con referencias a la shar¨ªa como fuente de legitimidad jur¨ªdica. Pero lo cierto es que llev¨® esa propuesta a las urnas, y aunque en el refer¨¦ndum solo particip¨® el 32,8% del electorado, el ¡°s¨ª¡± que ¨¦l pidi¨® gan¨® con un 63,8% de los votos.
¡°Las facciones opositoras interpretaron que Morsi estaba monopolizando el poder¡±, explica Carrie Wickham, profesora en la universidad norteamericana de Emory y que ha estudiado la hermandad durante 23 a?os. ¡°Hay un largo historial de rencillas y desconfianza entre islamistas y seculares en Egipto. Estos ¨²ltimos no vieron con buenos ojos que Morsi eligiera a miembros de la hermandad, o cercanos, para puestos de confianza. En otros pa¨ªses es normal que cuando un partido llega al poder ponga a su gente en el Gobierno, pero en este caso la democracia era a¨²n demasiado joven como para que la oposici¨®n no entendiera los nombramientos de Morsi como un intento de la hermandad de monopolizar el poder¡±.
La cofrad¨ªa se registr¨® como una organizaci¨®n no gubernamental el pasado 21 de marzo, despu¨¦s de que un juzgado recomendara su disoluci¨®n ateni¨¦ndose a la prohibici¨®n de Nasser en 1954. Un ejemplo de los grandes desaf¨ªos a las que se enfrentaba: los jueces rescataban ¨®rdenes de Nasser para suprimirla. Fue un momento revelador del dilema que viv¨ªa la hermandad, que culminar¨ªa en su expulsi¨®n del poder el 3 de julio. Era la sociedad mejor organizada del pa¨ªs, una fuerza formidable capaz de ganar una elecci¨®n tras otra y con uno de sus l¨ªderes presidiendo la naci¨®n, pero hasta hace cuatro meses no estaba registrada ni rend¨ªa cuentas ante el Estado. Sus ancestrales enemigos ¡ªEj¨¦rcito, polic¨ªa, poder judicial¡ª no abandonaron su guerra de agotamiento.
Para regularizar su situaci¨®n, los l¨ªderes de la hermandad recurrieron a una ley aprobada por el r¨¦gimen de Mubarak en 2002, que proh¨ªbe a las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro tomar parte en actividades pol¨ªticas. La hermandad, en la sombra, participa ampliamente en pol¨ªtica. Controlaba los poderes ejecutivo y legislativo a trav¨¦s de su partido, del que ni siquiera finge distanciarse. Y su finalidad es avanzar y consolidar la shar¨ªa a trav¨¦s de cauces legales y jur¨ªdicos.
¡°Los l¨ªderes de la hermandad erraron a la hora de evolucionar de una sociedad secreta y clandestina a ser un eficiente ¨®rgano de gobierno. No pudieron culminar con ¨¦xito esa transici¨®n institucional, psicol¨®gica, ideol¨®gica y pol¨ªtica. No estaban listos para un cambio tan repentino¡±, explica Khaled Fahmy, historiador en la Universidad Americana de El Cairo. ¡°Cuando crearon su partido pol¨ªtico, no dieron por cumplida la misi¨®n de la hermandad. Podr¨ªan haberlo hecho, clausur¨¢ndola, y de ese modo podr¨ªan haberse centrado en gobernar el pa¨ªs. Pero dejaron que el partido fuera controlado por la hermandad en la sombra, algo que cre¨® numerosos recelos¡±.
Mientras la plaza de Tahrir en El Cairo, centro de las manifestaciones contra Mubarak y, m¨¢s recientemente, contra Morsi, clama contra los Hermanos Musulmanes y les llama ¡°terroristas¡±, los cofrades mantienen que han ganado varias elecciones leg¨ªtimamente y exigen que se les restituya en el poder. Cuando dicen que no van a desaparecer ni van a permitir que se les silencie, los generales deber¨ªan escucharles. Al fin y al cabo, los a?os de represi¨®n de Nasser, Sadat y Mubarak solo les hicieron m¨¢s organizados, y tambi¨¦n m¨¢s fuertes.
Una estructura jer¨¢rquica y oscura
¡°No hay nada que escape al islam, es una religi¨®n que todo lo comprende, desde el trabajo hasta la oraci¨®n¡±. Haitham Abd el Moneim tiene 30 a?os. Es miembro de la cofrad¨ªa de los Hermanos Musulmanes desde 1998. Ingres¨® en ella a trav¨¦s de unos amigos de su mezquita. Luego atrajo a la sociedad a su padre y cuatro hermanos. ¡°Es una agrupaci¨®n que incluye a todo tipo de gente. Cualquier musulm¨¢n puede entrar, sea un doctor o un obrero¡±, asegura. ¡°No entiendo c¨®mo nos llaman terroristas. Somos gente pac¨ªfica que cree en el islam. ?Y no es cierto que la inmensa mayor¨ªa de egipcios son musulmanes?¡±, dice.
Hoy es f¨¢cil hablar con cofrades como El Moneim. Pero hasta hace s¨®lo un a?o y medio era una ardua labor. El r¨¦gimen de Hosni Mubarak hab¨ªa hecho del encarcelamiento y la tortura de los miembros de la hermandad una rutina. El Moneim, de hecho, fue detenido por los servicios secretos en 2000. Pas¨® dos semanas en prisi¨®n. ¡°En aquel momento me di cuenta de que el Estado lo sab¨ªa todo. Yo era discreto, pero me di cuenta de hasta qu¨¦ punto controlaban los movimientos de la hermandad¡±, a?ade.
Al tener que operar en esas condiciones, bajo el constante acoso del Gobierno, los militares, la polic¨ªa y los jueces, la hermandad ha desarrollado un car¨¢cter muy reservado. Aunque hoy sus cofrades hablan con relativa franqueza sobre su pertenencia al grupo, hay muchas cosas que quedan en la sombra. Lo que es seguro es que la hermandad es una estructura organizada en c¨¦lulas, muy atomizada, con una fuerte estructura jer¨¢rquica, donde es muy f¨¢cil dar ¨®rdenes desde la cima, pero en la que el ascenso a posiciones de poder es extremadamente dif¨ªcil.
La sociedad la lidera un gu¨ªa supremo, el murshid. Le asesora en sus decisiones un ¨®rgano consultivo de una quincena de miembros, a modo de ministros, cada uno con una cartera. Las decisiones cruciales, sin embargo, las vota el Consejo de la Shura, una asamblea de unos 100 cofrades que marca la pauta pol¨ªtica de la hermandad y elige tanto al gu¨ªa supremo como a sus asesores. Esta estructura comenz¨® a consolidarse en los a?os setenta.
Los hermanos hacen una labor de proselitismo lenta y callada. Observan en diversos foros, como mezquitas y universidades, para centrarse en quienes consideran m¨¢s fieles y p¨ªos. Tambi¨¦n aceptan peticiones de ingreso de aquellos que muestren inter¨¦s, aunque con m¨¢s reservas, dados los muchos intentos de infiltraci¨®n por parte de los servicios secretos. No hay edad m¨ªnima o m¨¢xima de ingreso. Muchos de los que dan sus primeros pasos en la sociedad son adolescentes. El proceso total de ingreso en la cofrad¨ªa puede durar hasta ocho a?os.
En el nivel m¨¢s b¨¢sico est¨¢ la familia, conocida como usra. Es un peque?o grupo de cuatro o cinco hermanos, liderado por un capit¨¢n, que se re¨²ne al menos una vez a la semana y le da la bienvenida al primerizo, al que se denomina muhib (seguidor). A este se le adoctrina y se pone a prueba su conocimiento del islam. El aprendiz va pasando por diversas fases a lo largo de los a?os, conociendo solo a los miembros de su grupo m¨¢s inmediato. De ese modo, la cofrad¨ªa se asegura que si un esp¨ªa entra entre sus rangos, no conocer¨¢ a nadie en la cadena de mando.
Solo dando prueba de su fe, ense?ando en mezquitas, memorizando el Cor¨¢n y dando fe de su lealtad a la hermandad en pruebas y trampas de todo tipo puede un musulm¨¢n llegar al nivel de ajamal, hermano o cofrade pleno, un escalaf¨®n al que pocos ascienden, y que abre la puerta para ocupar posiciones de liderazgo en la sociedad y votar en las decisiones internas de la agrupaci¨®n para las que se necesite un determinado qu¨®rum.
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