¡°Los j¨®venes est¨¢n perdiendo la fe en la pol¨ªtica, en la Iglesia y hasta en Dios¡±
¡°No dej¨¦is que os roben la esperanza¡±, pidi¨® el papa Francisco durante el Via Crucis
En el Via Crucis escenificado este viernes en la playa de Copacabana frente a un mill¨®n de j¨®venes, el papa Francisco confes¨® que estos ¡°est¨¢n perdiendo la confianza en la pol¨ªtica, en la Iglesia y hasta en Dios¡±.
El papa recogi¨® de la cruz de Cristo sus llagas f¨ªsicas para colocarlas en la vida cotidiana, donde aquella sangre sigue siendo, seg¨²n ¨¦l, derramada en la carne y el esp¨ªritu de la gente que sufre violencia y abandono. Llagas producidas por los que, seg¨²n Francisco, deber¨ªan ser gu¨ªas y maestros para la juventud que se abre camino en la vida.
En unas breves palabras dirigidas a los j¨®venes, el papa Francisco, con el rostro visiblemente contra¨ªdo, lleg¨® a decir que Jes¨²s, desde la cruz, se une a muchos de los que ya no creen en las instituciones pol¨ªticas ni en la Iglesia. Y dio los motivos: han perdido la confianza en los pol¨ªticos porque ven en ellos ¡°ego¨ªsmo y corrupci¨®n¡±, y en los miembros de la Iglesia y en Dios, ¡°por la incoherencia de cristianos y ministros del Evangelio¡±.
La impresi¨®n que han causado las severas y graves acusaciones del papa tanto a las instituciones pol¨ªticas como a las eclesi¨¢sticas y los motivos expresados, suponen ahora un fuerte compromiso en su pontificado.
Si Francisco piensa que los j¨®venes est¨¢n perdiendo la fe en los pol¨ªticos y en los eclesi¨¢sticos por su forma de actuar alejada del evangelio, comidos los unos por la corrupci¨®n, y los otros por los esc¨¢ndalos financieros y sexuales, y por su forma pomposa de vivir, deber¨¢, cuantos antes, seg¨²n los expertos en Vaticano, comenzar las reformas dentro de la Iglesia para devolver a los j¨®venes la fe perdida.
S¨®lo comenzando a limpiar a la Iglesia de sus excesos y corrupciones tendr¨ªa el nuevo papa fuerza para exigir a las instituciones pol¨ªticas esa misma pureza de conducta y esa coherencia ¨¦tica que los j¨®venes en todo el mundo est¨¢n pidiendo a los responsables de crear una sociedad menos desigual, menos violenta y con formas de vida m¨¢s sencillas y menos despilfarradoras.
El te¨®logo brasile?o, Fernando Altemeyer Junior, catedr¨¢tico de la Pontificia Universidad Cat¨®lica de S?o Paulo, ha sintetizado las cinco llagas que Francisco mencionado durante su visita a una favela de R¨ªo, como s¨ªmbolo y transposici¨®n de las cinco llagas del crucificado:
1- La insensibilidad frente a las desigualdades en el mundo, que se hace visible en la injusticia social fabricada y mantenida por grupos econ¨®micos y pol¨ªticos que convierten en invisibles a los que empobrece.
2- La cultura de lo desechado que segrega a millones de pobres en injustos apartheid en las periferias de las grandes urbes, que circundan a la ciudad rica como una ¡°corona de espinas¡±.
?3- La negaci¨®n a los pobres del derecho a vivir seguros, sin ser carne de ca?¨®n de la violencia que tiene como primeras v¨ªctimas mortales a los j¨®venes y a los pobres. En Brasil, de los 50.000 homicidios por arma de fuego anuales, el 90% son de j¨®venes, la mayor¨ªa pobres y de color.
?4- La corrupci¨®n de los responsables de organizar la sociedad desfigurando la nobleza de la verdadera pol¨ªtica que deber¨ªa ser el cuidado de todos y de cada uno de los que habitan la ¡°polis¡±, la ciudad y no su enriquecimiento personal.
5- La soledad a la que est¨¢n obligados a vivir los pobres a los que no les llega una organizaci¨®n civilizada y eficiente de la sociedad pol¨ªtica. Y esa es la gran debilidad de los pobres, dejados a su suerte.
Francisco no se ha conformado, sin embargo, con hacer en Brasil este duro y l¨²cido an¨¢lisis de lo que son para ¨¦l las nuevas heridas del crucificado. A los j¨®venes les ha pedido que no acepten pasivamente la situaci¨®n. Les ha animado a que griten, que protesten, que salgan a la calle. Y les ha dado una consigna semejante a un desaf¨ªo ante quienes pretenden arrinconarles: ¡°No dej¨¦is que os roben la esperanza¡±, le dijo.
No les ha repetido el t¨®pico de ¡°no perd¨¢is la esperanza¡±. Les ha pedido que ¡°no se la dejen robar¡±. Y para que uno no se deje despojar de lo que es m¨¢s suyo, necesita defenderse.
Una frase que podr¨ªa parecer inocua pero que ha resonado ante los j¨®venes m¨¢s bien como una llamada a la rebeld¨ªa.
Los j¨®venes, seg¨²n ha repetido Francisco estos d¨ªas, son las principales v¨ªctimas de la nueva esclavitud: la del desempleo forzoso, se?alada por ¨¦l ya en el avi¨®n antes de aterrizar en Brasil.
?Un papa conservador?
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