Un aviso para Snowden y Assange
El excontratista de la NSA y el fundador de Wikileaks, ambos divulgadores de secretos, se afanan por buscar un refugio para esquivar la justicia de EE UU
Para el Pent¨¢gono, el proceso contra Bradley Manning es mucho m¨¢s que un ajuste de cuentas personal con el soldado que decidi¨® filtrar a Wikileaks material clasificado muy comprometedor para Estados Unidos: se trata de sentar un precedente para disuadir a quienes sue?an con seguir sus pasos y convertirse en h¨¦roes de la transparencia. Al exculparle de ayudar al enemigo, la sentencia deja al Pent¨¢gono a medio camino de su objetivo.
En esa lista de h¨¦roes hay otros dos nombres, aunque por razones muy distintas: Edward Snowden y Julian Assange. El primero lleva cinco semanas en el limbo de la zona de tr¨¢nsito del aeropuerto de Mosc¨², esperando a que Rusia le de asilo o poder volar a alg¨²n pa¨ªs dispuesto a acogerle, como Venezuela, Bolivia o Nicaragua. El segundo lleva m¨¢s de 13 meses en la embajada de Ecuador en Londres para no ser deportado a Suecia, primer paso, seg¨²n ¨¦l, de su entrega a las autoridades de EE UU.
Lo que les une es su acceso a material clasificado de EE UU. Manning, como soldado destinado en Bagdad. Snowden, como subcontratado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) para explotar sus cualidades como hacker inform¨¢tico. Assange, como fundador e ide¨®logo de la mayor m¨¢quina de divulgaci¨®n de secretos, WikiLeaks. Los tres representan un fen¨®meno nuevo que pone de manifiesto la debilidad de los servicios secretos, sobre todo los estadounidenses, incapaces de controlar a quienes acceden a la ingente cantidad de informaci¨®n que procesan. Y lo m¨¢s dif¨ªcil es evitar que la gente siga robando informaci¨®n clasificada.
Snowden est¨¢ reclamado por EE UU, que le acusa de robar propiedad p¨²blica, divulgar sin permiso informaci¨®n de la defensa nacional y entregar a otra persona sin permiso informaci¨®n clasificada de inteligencia. Todo eso como consecuencia de que gracias a ¨¦l el diario londinense The Guardian publicara varias informaciones sobre las actividades de espionaje de EE UU y Reino Unido, incluido el espionaje a Gobiernos europeos y a la Comisi¨®n Europea y la colaboraci¨®n m¨¢s o menos forzosa de los grandes de en Internet, como Microsoft, Google o Facebook.
Estaba en Hong Kong cuando The Guardian public¨® sus primeras entregas, vol¨® a Mosc¨² el 23 de junio y en su aeropuerto est¨¢ desde entonces. La semana pasada se anunci¨® que Rusia hab¨ªa aceptado darle asilo, pero todav¨ªa no ha sido as¨ª. La opci¨®n de volar a otro pa¨ªs no es f¨¢cil. Washington demostr¨® hasta d¨®nde es capaz de llegar cuando logr¨® que Francia y Portugal le negaran el paso por su espacio a¨¦reo al avi¨®n del presidente de Bolivia, Evo Morales, porque ven¨ªa de Mosc¨² y pensaban que Snowden se encontraba dentro. Morales tuvo que aterrizar en Viena antes de poder seguir su camino a Bolivia.
Lo de Assange es otra cosa. EE UU no le reclama. Le reclama Suecia para aclarar las acusaciones de violaci¨®n y acoso sexual que han presentado dos mujeres suecas contra ¨¦l. ?l se fue de Estocolmo a Londres horas antes de que se emitiera una orden de detenci¨®n y desde junio del a?o pasado est¨¢ refugiado en la embajada de Ecuador. Asegura que si le extraditan a Estocolmo esa ser¨¢ su primera parada camino de Washington. Sus seguidores, que tienen en ¨¦l una fe ciega, le creen a pies juntillas. Sin pararse a pensar que si hay un Gobierno que le entregar¨ªa a EE UU con los ojos cerrados es el brit¨¢nico, no el sueco.
Assange reaparece de vez en cuando en el balc¨®n de la embajada para que no nos olvidemos de ¨¦l y se ha asociado todo lo que ha podido al caso de Snowden. Su ¨²ltima estrategia ha sido presentarse a las pr¨®ximas elecciones de Australia con un nuevo partido, WikiLeaks.
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