El letargo pol¨ªtico alem¨¢n
La campa?a electoral, exenta de temas que enciendan los ¨¢nimos, corrobora la sensaci¨®n general de marasmo
Hay en el idioma alem¨¢n un adjetivo que expresa con precisi¨®n el estado de ¨¢nimo predominante en la sociedad alemana de nuestros d¨ªas. El adjetivo es gem¨¹tlich. Podr¨ªa traducirse como c¨®modo, confortable; pero ya avis¨® Jorge Luis Borges en un c¨¦lebre poema que, en lo tocante al idioma alem¨¢n, el diccionario nunca acierta. Digamos que el vocablo hace referencia a la sensaci¨®n de estar a gusto, de disfrutar del calorcillo del hogar y de la suavidad de una manta cuando en la calle hace fr¨ªo, sopla el viento y llueve. A pocas semanas de las elecciones generales, Alemania vive una ¨¦poca gem¨¹tlich. Entre sus ciudadanos ha cundido la convicci¨®n de que como en casa no se est¨¢ en ninguna parte. De vez en cuando, por los resquicios de las ventanas, se filtran ecos del ruido que causa la crisis econ¨®mica por ah¨ª afuera, particularmente en el sur de Europa. De manera que los problemas ajenos afianzan la satisfacci¨®n sobre el estado de cosas en el propio pa¨ªs. Nadie duda de que el domingo 22 de septiembre las urnas premiar¨¢n la continuidad. Quienes predijeron en 2005 que habr¨ªa una era Merkel han acertado de pleno. Una era, eso s¨ª, sin acontecimientos hist¨®ricos, sin logros espectaculares y sin turbulencias pol¨ªticas. Una era gris, tranquila, gem¨¹tlich.
La imagen, nacida a menudo del resentimiento, que se tiene de la canciller alemana en algunos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea es inexacta. Dicha imagen omite no s¨®lo la voluntad europe¨ªsta de Angela Merkel, sino tambi¨¦n virtudes como la calidez y el sentido del humor. La informaci¨®n insuficiente o tendenciosa, unida a los t¨®picos hist¨®ricos, trata de convertirla en una dama de hierro, inflexible y poderosa, obviando as¨ª sus mayores defectos: un estilo pusil¨¢nime de gobernar, el temor a los cambios o la renuencia a introducir las reformas estructurales que exige a las naciones endeudadas a cambio de ayuda econ¨®mica. Merkel es hoy por hoy la Mutti de Alemania, la mama¨ªta insustituible que se ocupa de mantener vivo el fuego de la chimenea.
No faltan expertos ni analistas que adviertan de los riesgos que entra?a limitarse a las pol¨ªticas de corto plazo, llevadas a cabo con un ojo puesto en las encuestas. Bien es cierto que el repunte de la econom¨ªa, el bajo ¨ªndice de desempleo y la ping¨¹e recaudaci¨®n fiscal ayudan en buena medida a conferir una apariencia rosa al presente. Pero tambi¨¦n lo es que Alemania, en materia de pol¨ªtica social, educativa o demogr¨¢fica, est¨¢ descuidando la toma de medidas preventivas, como si temiera inquietar a la poblaci¨®n pint¨¢ndole un panorama de futuros problemas.
Sabido es que en v¨ªsperas de comicios s¨®lo un temerario promulgar¨ªa reformas que suscitaran incertidumbre o exigieran sacrificios, sobre todo si afectan al bolsillo de los ciudadanos. Las campa?as electorales, qui¨¦n lo ignora, son para hacer promesas y criticar al adversario. Y en un pa¨ªs compuesto de 16 Estados federados, raro es el a?o en que no se celebren un par de elecciones, sin contar con las municipales, europeas y generales. El temor a la p¨¦rdida del favor popular determina los programas y la estrategia de los partidos. Y aun cuando la coalici¨®n gobernante no niega la necesidad de las medidas adoptadas por los socialdem¨®cratas en tiempos de Gerhard Schr?der (la Agenda 2010, la jubilaci¨®n a los 67 a?os), el SPD contin¨²a pagando en p¨¦rdida de votos aquellos cambios estructurales. El SPD est¨¢ tan seguro de su derrota el d¨ªa 22 que ya ha convocado, por iniciativa del jefe, Sigmar Gabriel, una convenci¨®n destinada a decidir los nombres de los pr¨®ximos dirigentes del partido, con ¨¦l de nuevo a la cabeza, claro est¨¢.
La campa?a, exenta de temas que enciendan los ¨¢nimos, desideologizada, reducida a un intercambio de pareceres sobre asuntos concretos (plazas en la guarder¨ªa, por ejemplo), corrobora la sensaci¨®n general de marasmo. Las ¨²ltimas encuestas confirman que nunca antes la poblaci¨®n alemana se hab¨ªa mostrado tan satisfecha con la situaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Las revelaciones recientes de Edward Snowden ni siquiera han servido para minar el prestigio del Gobierno. El candidato socialdem¨®crata escenific¨® una especie de refunfu?o. Luego se ha sabido que el acuerdo para que los servicios secretos estadounidenses husmeasen en los correos electr¨®nicos y los m¨®viles de los ciudadanos alemanes fue obra t¨¢cita de su partido en 2002.
D¨ªas atr¨¢s, el fil¨®sofo Peter Sloterdijk invent¨® un concepto para designar la situaci¨®n pol¨ªtica actual de Alemania: ¡°letargocracia¡±. Le preguntaron qu¨¦ opinaba de las pr¨®ximas elecciones. Con iron¨ªa pregunt¨® en qu¨¦ d¨ªa se celebran.
Fernando Aramburu es escritor espa?ol y reside en Alemania. Es autor entre otras obras de Los peces de la amargura (Tusquets).
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