¡°Hay que trabajar menos horas para trabajar todos¡±
Serge Latouche, el precursor de la teor¨ªa del decrecimiento, aboga por una sociedad que produzca menos y consuma menos
Corr¨ªa el a?o 2001 cuando al economista Serge Latouche le toc¨® moderar un debate organizado por la Unesco. En la mesa, a su izquierda, recuerda, estaba sentado el activista antiglobalizaci¨®n Jos¨¦ Bov¨¦; y m¨¢s all¨¢, el pensador austriaco Ivan Illich. Por aquel entonces, Latouche ya hab¨ªa podido comprobar sobre el terreno, en el continente africano, los efectos que la occidentalizaci¨®n produc¨ªa sobre el llamado Tercer Mundo.
Lo que estaba de moda en aquellos a?os era hablar de desarrollo sostenible. Pero para los que disent¨ªan de este concepto, lo que consegu¨ªa el desarrollo era de todo menos sostenibilidad.
Fue en ese coloquio cuando empez¨® a tomar vuelo la teor¨ªa del decrecimiento, concepto que un grupo de mentes con inquietudes ecol¨®gicas rescataron del t¨ªtulo de una colecci¨®n de ensayos del matem¨¢tico rumano Nicholas Georgescu-Roegen.
Se escogi¨® la palabra decrecimiento para provocar. Para despertar conciencias. ¡°Hab¨ªa que salir de la religi¨®n del crecimiento¡±, evoca el profesor Latouche en su estudio parisiense, ubicado cerca del m¨ªtico Boulevard Saint Germain. ¡°En un mundo dominado por los medios¡±, explica, ¡°no se puede uno limitar a construir una teor¨ªa s¨®lida, seria y racional; hay que tener un eslogan, hay que lanzar una teor¨ªa como se lanza un nuevo lavavajillas¡±.
As¨ª naci¨® esta l¨ªnea de pensamiento, de la que este profesor em¨¦rito de la Universidad Par¨ªs-Sur es uno de los m¨¢s activos precursores. Un movimiento que se podr¨ªa encuadrar dentro de un cierto tipo de ecosocialismo, y en el que confluyen la cr¨ªtica ecol¨®gica y la cr¨ªtica de la sociedad de consumo para clamar contra la cultura de usar y tirar, la obsolescencia programada, el cr¨¦dito sin ton ni son y los atropellos que amenazan el futuro del planeta.
El viejo profesor Latouche, nacido en 1940 en la localidad bretona de Vannes, aparece por la esquina del Boulevard Saint Germain con su gorra negra y un bast¨®n de madera para ayudarse a caminar. Hace calor.
Tambi¨¦n en esta serie...
La cita es en un caf¨¦, pero unos ruidosos turistas norteamericanos propician que nos lleve a su estudio de trabajo, un espacio min¨²sculo en el que caben, apelotonadas, su silla, su mesa de trabajo, una butaca y monta?as de libros, que son los aut¨¦nticos due?os de este lugar luminoso y muy silencioso.
Pregunta. Estamos inmersos en plena crisis, ?hacia d¨®nde cree usted que se dirige el mundo?
Respuesta. La crisis que estamos viviendo actualmente se viene a sumar a muchas otras, y todas se mezclan. Ya no se trata solo de una crisis econ¨®mica y financiera, sino que es una crisis ecol¨®gica, social, cultural¡ o sea, una crisis de civilizaci¨®n. Algunos hablan de crisis antropol¨®gica¡
¡°La oligarqu¨ªa financiera tiene a su servicio a toda una serie de funcionarios: los jefes de Estado¡±
P. ?Es una crisis del capitalismo?
R. S¨ª, bueno, el capitalismo siempre ha estado en crisis. Es un sistema cuyo equilibrio es como el del ciclista, que nunca puede dejar de pelear porque si no se cae al suelo. El capitalismo siempre debe estar en crecimiento, si no es la cat¨¢strofe. Desde hace treinta a?os no hay crecimiento, desde la primera crisis del petr¨®leo; desde entonces hemos pedaleado en el vac¨ªo. No ha habido un crecimiento real, sino un crecimiento de la especulaci¨®n inmobiliaria, burs¨¢til. Y ahora ese crecimiento tambi¨¦n est¨¢ en crisis.
Latouche aboga por una sociedad que produzca menos y consuma menos. Sostiene que es la ¨²nica manera de frenar el deterioro del medioambiente, que amenaza seriamente el futuro de la humanidad. ¡°Es necesaria una revoluci¨®n. Pero eso no quiere decir que haya que masacrar y colgar a gente. Hace falta un cambio radical de orientaci¨®n¡±. En su ¨²ltimo libro, La sociedad de la abundancia frugal, editado por Icaria, explica que hay que aspirar a una mejor calidad de vida y no a un crecimiento ilimitado del producto interior bruto. No se trata de abogar por el crecimiento negativo, sino por un reordenamiento de prioridades. La apuesta por el decrecimiento es la apuesta por la salida de la sociedad de consumo.
P. ?Y c¨®mo ser¨ªa un Estado que apostase por el decrecimiento?
R. El decrecimiento no es una alternativa, sino una matriz de alternativa. No es un programa. Y ser¨ªa muy distinto c¨®mo construir la sociedad en Texas o en Chiapas.
P. Pero usted explica en su libro algunas medidas concretas, como los impuestos sobre los consumos excesivos o la limitaci¨®n de los cr¨¦ditos que se conceden. Tambi¨¦n dice que hay que trabajar menos, ?hay que trabajar menos?
¡°Es necesaria una revoluci¨®n. No hay que colgar a nadie, sino que hace falta un cambio radical de orientaci¨®n¡±
R. Hay que trabajar menos para ganar m¨¢s, porque cuanto m¨¢s se trabaja, menos se gana. Es la ley del mercado. Si trabajas m¨¢s, incrementas la oferta de trabajo, y como la demanda no aumenta, los salarios bajan. Cuanto m¨¢s se trabaja m¨¢s se hace descender los salarios. Hay que trabajar menos horas para que trabajemos todos, pero, sobre todo, trabajar menos para vivir mejor. Esto es m¨¢s importante y m¨¢s subversivo. Nos hemos convertido en enfermos, toxicodependientes del trabajo. ?Y qu¨¦ hace la gente cuando le reducen el tiempo de trabajo? Ver la tele. La tele es el veneno por excelencia, el veh¨ªculo para la colonizaci¨®n del imaginario.
P. ?Trabajar menos ayudar¨ªa a reducir el paro?
R. Por supuesto. Hay que reducir los horarios de trabajo y hay que relocalizar. Es preciso hacer una reconversi¨®n ecol¨®gica de la agricultura, por ejemplo. Hay que pasar de la agricultura productivista a la agricultura ecol¨®gica campesina.
P. Le dir¨¢n que eso significar¨ªa una vuelta atr¨¢s en la Historia¡
?Una voz alternativa que deber¨ªa ser escuchada? Recomienda la l¨ªnea de pensamiento de Ivan Illich, humanista y pensador austriaco. "Es un hombre que, en un nivel muy profundo, pone de manifiesto las aberraciones del sistema en el que vivimos.
?Una idea o medida concreta para un mundo mejor? Argumenta que sus ideas y medidas concretas "est¨¢n todas unidas las unas a las otras", por lo que no quiere escoger una. A lo largo de la entrevista desliza varias; una de ellas: trabajar menos para trabajar todos.
?Un libro? Prosperidad sin crecimiento. Econom¨ªa para un planeta finito (editado en Espa?a por Icaria Editorial), de Tim Jackson. "Es muy pr¨®ximo a mis ideas sobre el decrecimiento".
?Una cita? Se remite a Keneth Boulding, uno de los pocos economistas, dice, que comprendieron el problema ecol¨®gico, que dijo: "El que crea que un crecimiento exponencial es compatible con un planeta finito es un loco o un economista".
R. Para nada. Y en cualquier caso, no tendr¨ªa por qu¨¦ ser obligatoriamente malo. No es una vuelta atr¨¢s, ya hay gente que hace permacultura y eso no tiene nada que ver con c¨®mo era la agricultura anta?o. Este tipo de agricultura requiere de mucha mano de obra, y justamente de eso se trata, de encontrar empleos para la gente. Hay que comer mejor, consumir productos sanos y respetar los ciclos naturales. Para todo ello es preciso un cambio de mentalidad. Si se consiguen los apoyos suficientes, se podr¨¢n tomar medidas concretas para provocar un cambio.
P. Dice usted que la teor¨ªa del decrecimiento no es tecn¨®foba, pero a la vez propone una moratoria de las innovaciones tecnol¨®gicas. ?C¨®mo casa eso?
R. Esto ha sido mal entendido. Queremos una moratoria, una reevaluaci¨®n para ver con qu¨¦ innovaciones hay que proseguir y qu¨¦ otras no tienen gran inter¨¦s. Hoy en d¨ªa se abandonan important¨ªsimas l¨ªneas de investigaci¨®n, como las de la biolog¨ªa del suelo, porque no tienen una salida econ¨®mica. Hay que elegir. ?Y qui¨¦n elige?: las empresas multinacionales.
Latouche considera que las democracias, en la actualidad, est¨¢n amenazadas por el poder de los mercados. ¡°Ya no tenemos democracia¡±, proclama. Y evoca la teor¨ªa del polit¨®logo brit¨¢nico Colin Crouch, que sostiene que nos hallamos en una fase de posdemocracia. Hubo una predemocracia, en la lucha contra el feudalismo y el absolutismo; una democracia m¨¢xima, como la que hemos conocido tras la Segunda Guerra Mundial, con el apogeo del Estado social; y ahora hemos llegado a la posdemocracia. ¡°Estamos dominados por una oligarqu¨ªa econ¨®mica y financiera que tiene a su servicio a toda una serie de funcionarios que son los jefes de Estado de los pa¨ªses¡±. Y sostiene que la prueba m¨¢s obvia est¨¢ en lo que Europa ha hecho con Grecia, someti¨¦ndola a estrictos programas de austeridad. ¡°Yo soy europe¨ªsta convencido, hab¨ªa que construir una Europa, pero no as¨ª. Tendr¨ªamos que haber construido una Europa cultural y pol¨ªtica primero, y al final, tal vez, un par de siglos m¨¢s tarde, adoptar una moneda ¨²nica¡±. Latouche sostiene que Grecia deber¨ªa declararse en suspensi¨®n de pagos, como hacen las empresas. ¡°En Espa?a, su rey Carlos V quebr¨® dos veces y el pa¨ªs no muri¨®, al contrario. Argentina lo hizo tras el hundimiento del peso. El presidente de Islandia, y esto no se ha contado suficientemente, dijo el a?o pasado en Davos que la soluci¨®n a la crisis es f¨¢cil: se anula la deuda y luego la recuperaci¨®n viene muy r¨¢pido¡±.
P. ?Y esa ser¨ªa tambi¨¦n una soluci¨®n para otros pa¨ªses como Espa?a?
R. Es la soluci¨®n para todos, y se acabar¨¢ haciendo, no hay otra. Se hace como que se intenta pagar la deuda, con lo que se aplasta a las poblaciones, y se dice que de este modo se liberan excedentes que permiten devolver la deuda, pero en realidad se entra en un c¨ªrculo infernal en el que cada vez hay que liberar m¨¢s excedentes. La oligarqu¨ªa financiera intenta prologar su vida el m¨¢ximo tiempo posible, es f¨¢cil de comprender, pero es en detrimento del pueblo.
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