James ¡®Whitey¡¯ Bulger, el ¨²ltimo capo de la mafia estadounidense
Domin¨® el hampa de Boston con mano de hierro gracias a su condici¨®n de informador del FBI. Tras 16 a?os fugado, pasar¨¢ el resto de su vida entre rejas
Con 26 a?os y mientras cumpl¨ªa su primera condena en prisi¨®n por tres atracos a bancos de Massachusetts, Rhode Island e Indiana, James Whitey Bulger escribi¨® a un cura de Boston: No soy un ¨¢ngel, pero, s¨¦ que si no me ayudo a m¨ª mismo no tendr¨¦ futuro. S¨®lo podr¨¦ hacerlo si desarrollo buenos h¨¢bitos de conducta y una actitud sensible¡±. Nunca lo hizo. Bulger se erigi¨® en uno de los jefes de la mafia de Boston m¨¢s legendarios y temidos.
Durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, Bulger domin¨® el hampa de Boston con mano de hierro. Su inclemencia, decisi¨®n, impasibilidad y brutalidad, mezclada con el dudoso c¨®digo de protecci¨®n de los suyos, contribuyeron a crear el aura de capo de la mafia implacable, coincidiendo con los a?os en los que la ciudad era el ep¨ªtome de la corrupci¨®n y la violencia. Bulger representaba como nadie la esencia de una ¨¦poca que ya ha desaparecido pero que ha sido rememorada durante el proceso que a lo largo de los ¨²ltimos meses ha juzgado los cr¨ªmenes de Whitey.
El pasado lunes, este hombre de 83 a?os fue declarado culpable de 31 delitos de extorsi¨®n, lavado de dinero, tr¨¢fico de drogas, tenencia de armas y pertenencia a crimen organizado, entre los que se incluyen 11 asesinatos
El pasado lunes, este hombre de 83 a?os fue declarado culpable de 31 delitos de extorsi¨®n, lavado de dinero, tr¨¢fico de drogas, tenencia de armas y pertenencia a crimen organizado, entre los que se incluyen 11 asesinatos -estaba acusado de 19- y pasar¨¢ el resto de su vida en la c¨¢rcel. La enumeraci¨®n apenas esboza la dimensi¨®n de la figura de Bulger, La historia que se ha reconstruido en el tribunal va m¨¢s all¨¢ de la vida de un hombre o de la evocaci¨®n de una ¨¦poca. Es un relato que incluye traiciones, arrepentimientos, delaciones y pol¨ªtica. Como si de un calco de la pel¨ªcula ?ngeles con caras sucias se tratara, mientras Bulger ascend¨ªa en el mundo del hampa, su hermano menor, William, escalaba los pelda?os del Senado de Massachusetts, llegando a convertirse en su presidente, el cargo con m¨¢s poder en ese Estado tras el de gobernador. En el Boston de anta?o circulaba el dicho de que uno de los hermanos era malo y el otro peor, sin especificar qui¨¦n era qui¨¦n.
Bulger forj¨® buena parte de esa omnipotencia debido a su condici¨®n de informador del FBI. Edgar Hoover y el Gobierno de EE UU hab¨ªan iniciado una lucha frontal contra la mafia italiana y en su batalla por erradicar a La Cosa Nostra, la agencia ofreci¨® protecci¨®n a las actividades de la banda de Bulger. Gracias a ese escudo, ¨¦l medr¨® donde otros rivales acababan muertos a balazos o entre rejas. Su dominio de la manipulaci¨®n le permiti¨® emplear la informaci¨®n que le ofrec¨ªan los agentes con los que colaboraba para deshacerse de otros soplones o miembros de bandas rivales que pod¨ªan imponerse en su trayectoria para dirigir la mafia de Boston.
Cada uno de los 11 asesinatos por los que ha sido condenado ¨¦l asegura que mat¨® a m¨¢s de 30 personas- ilustran la crueldad y la sangre fr¨ªa de Bulger. Algunos eran v¨ªctimas inocentes, otros soplones como ¨¦l, la mayor¨ªa gangsters rivales y delincuentes, dos fueron mujeres, Debra Davis y Deborah Hussey, la novia (este crimen no se ha probado) y la hijastra de su mejor amigo y tambi¨¦n informador del FBI, Stephen Fummi -las ¨²nicas a las que Bulger niega haber ejecutado porque, asegura, solo liquidaba a hombres-. A unos los mat¨® de un tiro en la sien o por la espalda, a otros acribillados a balazos, a ellas las estrangul¨® con sus propias manos. Antes de enterrarlos en s¨®tanos olvidados o descampados, sus compinches les arrancaban los dientes y les cortaban los dedos de los pies y de las manos para hacer m¨¢s dif¨ªcil su identificaci¨®n de los cad¨¢veres. Mientras ellos limpiaban la escena del crimen, Bulger se echaba la siesta. ¡°Tras asesinar parec¨ªa como si se hubiera tomado un valium¡±, declar¨® Kevin Weeks, a quien Bulger erigi¨® como su protegido y que ahora cumple condena por esos delitos.
Bulger forj¨® buena parte de esa omnipotencia debido a su condici¨®n de informador del FBI
Los motivos detr¨¢s de cada uno de esos asesinatos son reveladores de la ascensi¨®n de Bulger en el mundo del hampa. Los primeros eran encargos para contentar a los capos locales que realizaba junto a Fummi, Weeks, John Martorano o Pat Nee -muchos de los cuales han llegado a tratos con la justicia para declarar como testigos en el juicio contra Bulger a cambio de una reducci¨®n de su condena-. Eran los primeros 70 y, tras cumplir s¨®lo nueve de los 20 a?os de su condena por robo de bancos, gracias a la intercesi¨®n de su hermano, Bulger se contentaba con ser un mero sicario. Conforme su banda, Winter Hill, fue ganando en organizaci¨®n, Bulger empez¨® a matar para eliminar a rivales o a potenciales informadores de la polic¨ªa. Al final, como en el caso de Davis y Hussey, se trataba de liquidar, simplemente, a personas que sab¨ªan demasiado.
La mayor¨ªa de esos asesinatos se realizaron mientras Bulger era informador del FBI y con la connivencia de la agencia, en especial del agente John Connolly, quien en 1995 le alert¨® de que iba a ser detenido, permitiendo a Bulger huir de la justicia en una fuga que se prolong¨® durante 16 a?os y que provoc¨® uno de los dispositivos de busca y captura del FBI m¨¢s amplios de su historia. El hecho de ser uno de los fugitivos m¨¢s buscados de EE UU ampli¨® a¨²n m¨¢s su halo de todopoderoso y escurridizo jefe mafioso.
Antes de enterrarlos en s¨®tanos olvidados o descampados, sus compinches les arrancaban los dientes y les cortaban los dedos de los pies y de las manos para hacer m¨¢s dif¨ªcil su identificaci¨®n de los cad¨¢veres
La banda de Bulger bautiz¨® a Connolly como Zip porque se cri¨® en el mismo distrito postal que su jefe. De hecho, el hermano menor del gansgter fue el mentor de Connolly, y quien lo impuls¨® a estudiar. Connolly ahora cumple cadena perpetua en una c¨¢rcel de Florida por auspiciar las actividades delictivas de Bulger. Pese a su doble juego, Bulger, fiel a los c¨®digos de la mafia, siempre ha negado ser un sopl¨®n. ¡°Yo pago por la informaci¨®n, no la vendo¡±, asegur¨® en una de las vistas previas de su juicio.
El ¨²ltimo asesinato por el que ha sido condenado Bulger, el de Hussey, se cometi¨® hace 27 a?os. Ha pasado una generaci¨®n y el Boston que domin¨® Whitey ya no existe, y aunque cada vez son menos las personas que recuerdan el miedo de esa ¨¦poca, sus cr¨ªmenes todav¨ªa resuenan. La casa de los horrores donde Bulger ejecut¨® y enterr¨® a muchas de sus v¨ªctimas es objeto de peregrinaci¨®n, varios de los secuaces de Bulger han escrito libros sobre los a?os de extorsi¨®n y metralla junto a ¨¦l, su propia figura ha inspirado pel¨ªculas de Hollywood, Jack Nicholson se apoy¨® en ¨¦l para su personaje de The Departed. La crudeza de sus delitos y la forma de cometerlos son propios del mejor cine negro. Sin embargo, se trata de un gui¨®n rodado en carne viva por Bulger, el ¨²ltimo mafioso.
El hecho de ser uno de los fugitivos m¨¢s buscados de EE UU ampli¨® a¨²n m¨¢s su halo de todopoderoso y escurridizo jefe mafioso
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