Brasil ya no ser¨¢ el mismo, ?ser¨¢ un pa¨ªs mejor?
La sociedad brasile?a ha decidido, con su despertar de protestas, que el pa¨ªs ya no ser¨¢ el mismo. ?Ser¨¢ mejor? En un debate televisivo de Globo News Painel, dirigido por el veterano periodista William Vaak, tres analistas pol¨ªticos -entre ellos Roberto Da Mata considerado el mayor antrop¨®logo brasile?o- no se atrevieron a profetizar c¨®mo ser¨¢ Brasil despu¨¦s del ¡°despertar de la sociedad¡±.
Hay consenso en que ya no ser¨¢ igual, despu¨¦s de una toma de conciencia ciudadana que ha decidido que no solo quiere m¨¢s, sino que tambi¨¦n y sobre todo quiere algo mejor.
La esperanza de los que no renuncian a la democracia como ¨²nico camino de desarrollo humano y econ¨®mico, capaz de mantener la paz y el bienestar, es que la sociedad no est¨¢ exigiendo un cambio de r¨¦gimen, sino que aboga por un sistema que sea real y no virtual. Una democracia que sea gestionada no solo por los pol¨ªticos, sino por todos.
Si se except¨²an los peque?os grupos radicales y extremistas que cada d¨ªa act¨²an con violencia en las calles de algunas ciudades, la sociedad que en junio se ech¨® a la calle no est¨¢ anatematizando a los partidos; no pide la vuelta de los militares ni predica la anarqu¨ªa.
Al mismo tiempo, esa sociedad vive un gran dilema que fue tambi¨¦n tema del debate televisivo. Por una parte, reconoce que no se siente representada por los actuales pol¨ªticos y partidos inmersos en esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, que dejan poco o ning¨²n espacio a una democracia participativa. Pol¨ªticos que viven tranquilos disfrutando de un exceso de privilegios que la calle ya no acepta, como no acepta la impunidad de que han gozado hasta hoy.?De ah¨ª que crezca una cierta violencia, esta vez no real sino simb¨®lica, como el entierro simb¨®lico que los profesores de R¨ªo hicieron d¨ªas atr¨¢s del gobernador del Estado, Sergio Cabral.
Los pol¨ªticos han entendido que la sociedad abriga la sensaci¨®n de no sentirse representada por ellos y tienen miedo. Y ese miedo les est¨¢ llevando a evitar un enfrentamiento con los grupos
violentos que la sociedad rechaza. Y les deja actuar sin usar con ellos la fuerza de la ley.
?C¨®mo salir de ese dilema? ?C¨®mo cambiar a los pol¨ªticos y a los partidos por los que la sociedad no se siente representada sin herir gravemente el sistema democr¨¢tico que no puede, hoy por hoy, existir sin la mediaci¨®n pol¨ªtica?
La soluci¨®n no ser¨¢ f¨¢cil, pero los brasile?os deber¨¢n encontrarla.?Dentro de un a?o, el pa¨ªs ir¨¢ a las urnas para elegir al presidente de la Rep¨²blica y al nuevo Congreso. Y podr¨¢ ser en esas urnas donde se revele la verdadera envergadura de la protesta.?
Los pol¨ªticos y los partidos lo saben y se muestran inquietos. Gobierno y Congreso est¨¢n prometiendo a los ciudadanos m¨¢s cosas que nunca. Por ahora son solo promesas. La sociedad espera.
Es posible que la presidenta Dilma Rousseff vuelva a ser reelegida, aunque a este punto dif¨ªcilmente en la primera vuelta como ya se daba por seguro antes de las protestas. En ese caso, el Partido de los Trabajadores (PT) seguir¨ªa otros cuatro a?os en el poder completando 14 a?os de gobierno. O bien podr¨ªa haber una sorpresa, dif¨ªcil de vislumbrar en este momento.
Lo que es indudable es que suba quien suba las escaleras del palacio presidencial y llegue quien llegue al Congreso, ya no podr¨¢ gobernar como hasta ahora. La sociedad ha dicho no a una cierta forma de actuar de la clase pol¨ªtica en general, ya que toda ella se ha visto involucrada en esc¨¢ndalos de corrupci¨®n.?Si el PT continuase en el poder, ya no podr¨ªa hacerlo como en estos a?os en los que ha aportado importantes cambios en el pa¨ªs -entre ellos el haber dado viabilidad a millones de pobres que viv¨ªan en la sombra, invisibles y resignados- pero sin conseguir completar las grandes reformas que exige la sociedad.
El PT no supo o no pudo, por los condicionamientos del sistema de alianzas pol¨ªticas, hacer ciertas reformas que conducir¨ªan al pa¨ªs a una democracia m¨¢s madura: la reforma pol¨ªtica, la fiscal, la de la Seguridad Social, la de la educaci¨®n y la reforma del modelo econ¨®mico, ya que el actual impidide al pa¨ªs crecer seg¨²n sus posibilidades y no brinda a los ciudadanos una calidad de vida que corresponda a la imagen global del pa¨ªs.
Para ello, el mundo pol¨ªtico deber¨ªa arrancar la corrupci¨®n pol¨ªtica y empresarial que corrompe a las instituciones y que aparece cada d¨ªa m¨¢s generalizada.
Brasil ha dado un salto en su conciencia: quiere y puede ser un pa¨ªs mejor. Y todo hace pensar que ya no se resignar¨¢ a dejar que las cosas queden como antes, aunque los pol¨ªticos puedan dar la ilusi¨®n de que todo cambiar¨¢.
Brasil ha dejado de creer en las promesas. Se ha hecho adulto. Quiere hechos concretos y los quiere ya. La palabra la tienen ahora los pol¨ªticos. Sin ellos la democracia no resistir¨¢, pero tampoco lo har¨¢ si cierran los ojos a lo que la gente est¨¢ exigiendo, salga o no salga m¨¢s a la calle. La catarsis ya ha ocurrido. Ahora la sociedad solo espera la respuesta a la carta que ha enviado al poder.
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