De King a Obama, el sue?o contin¨²a
Medio siglo despu¨¦s, el presidente de EE UU simboliza el tr¨¢nsito de los negros de la esclavitud al poder defendido por el pastor, pero la igualdad est¨¢ a¨²n lejos
Al llegar al Despacho Oval en 2009, Barack Obama mand¨® sustituir el busto de Winston Churchill que hab¨ªa colocado su antecesor por otro de Martin Luther King. Tambi¨¦n hizo enmarcar el programa de la marcha sobre Washington, en la que el m¨¢rtir de los derechos civiles pronunci¨® su discurso m¨¢s c¨¦lebre, I have a dream, del que ahora se cumplen 50 a?os. En su segunda toma de posesi¨®n, en enero pasado, que coincidi¨® con el d¨ªa de la fiesta nacional de King, Obama jur¨® el cargo sobre una Biblia del adorado predicador. ¡°Sus acciones, su movimiento, son la ¨²nica raz¨®n por la que yo puedo asumir este cargo¡±, dijo el presidente.
El pr¨®ximo mi¨¦rcoles Obama se dirigir¨¢ al pa¨ªs desde las escalinatas del monumento a Lincoln, en el Mall de esta capital, exactamente el mismo punto en el que King habl¨® hace medio siglo. Pese a las dudas sobre la realizaci¨®n de un sue?o que, como todos los sue?os, solo se ha cumplido a medias y ha resultado ser muy distinto a lo que se imagin¨®, ese momento traer¨¢ al recuerdo un largo viaje en la historia americana en la que los negros han pasado de la esclavitud al poder.
Obama est¨¢ ah¨ª como testigo excepcional de esta ocasi¨®n. Es el primer presidente negro de Estados Unidos y, como tal, el depositario del legado de King. Tambi¨¦n como protagonista. Su ¨¦xito es, en parte, m¨¦rito propio. No hubiera alcanzado esa posici¨®n sin el mensaje unificador que difundi¨® su candidatura. Pero Obama no estar¨¢ en las escalinatas del monumento a Lincoln como el sucesor de King. M¨¢s bien todo lo contrario. Obama es la superaci¨®n de King y de su ¨¦poca. ¡°No existe una Am¨¦rica blanca y una Am¨¦rica negra¡±, dec¨ªa en 2008, ¡°solo existen los Estados Unidos de Am¨¦rica¡±. La presencia de Obama en la Casa Blanca no es la victoria de King. Obama pertenece a una sociedad que no es la que King so?¨®, una sociedad en la que el racismo no es ya una fuerza dominante sino residual, pero en la que la desigualdad, que sufren negros, blancos y latinos, se ha acentuado.
Desde que apareci¨® en la escena pol¨ªtica, se han escrito cientos de comparaciones entre King y Obama, sin duda los dos pol¨ªticos negros m¨¢s relevantes de este pa¨ªs. La mayor¨ªa de ellas tienden a exagerar las coincidencias o las diferencias. Los norteamericanos abordan todav¨ªa los asuntos raciales tras el tamiz de lo pol¨ªticamente correcto, y esas comparaciones esconden a¨²n algunos odios inconfesables contra el pastor de Atlanta y muchas frustraciones dolorosas con el presidente.
Lo cierto es que Obama y King no tienen mucho en com¨²n. Quiz¨¢ compartan sus dotes para la oratoria y un cierto sentido pr¨¢ctico de la pol¨ªtica que, salvada la distancia hist¨®rica, sit¨²a a ambos personajes en posiciones centristas, satanizados desde su derecha, pero criticados tambi¨¦n desde su izquierda. As¨ª como Obama ha tenido que soportar ¡ªespecialmente ahora, tras la revelaci¨®n de los programas de espionaje¡ª ataques desde su bando, King tuvo que defenderse de las acusaciones de traici¨®n que se le hac¨ªan, con Malcolm X a la cabeza, desde su propio movimiento.
Fuera de eso, King y Obama son casi personajes antag¨®nicos.
Cuando Martin Luther King pronunci¨® su famoso discurso, Obama acababa de cumplir dos a?os de edad en un lugar tan remoto como Honolul¨². Ni generacional ni pol¨ªticamente pertenece al grupo que dirigi¨® la lucha por los derechos civiles, ni siquiera a sus continuadores. Obama no ha actuado nunca como un l¨ªder negro ni ha compartido jam¨¢s las estrategias y mensajes de ese sector de la clase pol¨ªtica. De hecho, los principales herederos de King, como John Lewis o Andrew Young, tardaron en darle su apoyo cuando present¨® su candidatura presidencial y se inclinaron inicialmente por Hillary Clinton.
Obama se ha dirigido siempre a un pa¨ªs que ha cambiado enormemente en medio siglo, a un pa¨ªs diferente al que King conoci¨®. En 1963, el matrimonio interracial del que naci¨® Obama estaba a¨²n prohibido en 20 Estados, el derecho al voto de los negros no era a¨²n respetado en la mayor parte del sur, y a los negros se les llamaba negroes. Hoy se admite el matrimonio homosexual en 12 Estados, los negros votan en mayor proporci¨®n que los blancos y se les llama ¡°afroamericanos¡±. Obama aborda el problema del racismo en un contexto distinto, no como una reacci¨®n ante la aplastante mayor¨ªa blanca, sino como una reclamaci¨®n de igualdad de oportunidades. Obama no afronta los problemas de los negros como ¡°problemas de negros¡±, sino como problemas que tambi¨¦n afectan a los negros. Durante el ¨²ltimo brote de pol¨¦mica racista, con ocasi¨®n del juicio este verano por la muerte del joven negro Trayvon Martin, el presidente dijo que el debate verdaderamente necesario era sobre puestos de trabajo, sobre el acceso de los pobres a la riqueza. En una entrevista record¨® que ¡°la marcha sobre Washington era una marcha para reclamar empleos y justicia¡±, que ¡°hab¨ªa un componente econ¨®mico muy importante en esa marcha¡±.
La marginaci¨®n econ¨®mica sigue siendo el mayor obst¨¢culo para la igualdad. En algunos aspectos, la situaci¨®n incluso se ha agravado. Los 19.000 d¨®lares de ingresos anuales que hace 50 a?os hab¨ªa de diferencia entre las familias blancas y negras, se han convertido hoy en m¨¢s de 27.000, seg¨²n un estudio del Instituto Pew. Se ha reducido la distancia entre la cantidad de blancos y negros que se encuentran por debajo del nivel de pobreza, pero ha aumentado en cuanto al n¨²mero que posee una vivienda.
Es indudable que se ha avanzado considerablemente en muchos aspectos: los negros han aumentado la expectativa de vida, ha crecido el n¨²mero de j¨®venes que completan sus estudios y es visible la presencia de muchos m¨¢s afroamericanos en cargos de responsabilidad. Pero un 79% de los negros cree que todav¨ªa queda mucho por hacer para conseguir la equiparaci¨®n racial.
Algunas cosas han empeorado, y no solo en el terreno econ¨®mico. La desestructuraci¨®n de las familias negras es hoy un problema m¨¢s grave y, sobre todo, se ha retrocedido en el trato que los negros reciben de parte del sistema de justicia. Un negro tiene actualmente seis veces m¨¢s probabilidades que un blanco de ser condenado a c¨¢rcel por un tribunal, lo que incluso supera las tasas de los a?os de segregaci¨®n.
Al mismo tiempo, otra diferencia esencial con aquella ¨¦poca es que los negros tienen hoy, adem¨¢s de la ley, el poder para cambiar ese estado de cosas; no todo el poder, pero s¨ª suficiente poder. Esa es tambi¨¦n la principal diferencia entre King y Obama. ¡°Obama es un pol¨ªtico, King era un profeta¡±, afirma el escritor especializado Tavis Smiley.
¡°Obama no es el l¨ªder de un movimiento social progresista; es el presidente¡±, recuerda la periodista Melissa Harris-Perry. ¡°Como presidente es m¨¢s poderoso que King y tambi¨¦n m¨¢s contenido. Tiene m¨¢s poder institucional, pero tambi¨¦n una gama m¨¢s amplia de gente a la que satisfacer y rendir cuentas. Tiene aliados m¨¢s poderosos, pero tambi¨¦n enemigos m¨¢s poderosos¡±.
Tal vez sea un ejercicio f¨²til imaginar qu¨¦ hubiera hecho King como presidente. En vida, confes¨® que jam¨¢s se hab¨ªa planteado aspirar a ese cargo, y nunca lo habr¨ªa conseguido, en todo caso. Pero no es impensable que las responsabilidades de la presidencia hubieran matizado algunas de sus posiciones como activista.
King fue un firme detractor de la guerra de Vietnam, como Obama lo fue de la de Irak. Ambos recibieron el premio Nobel de la Paz. Pero este ¨²ltimo ha vivido lo suficiente como para dirigir despu¨¦s la pol¨ªtica exterior de EEUU, y eso le ha conducido a tomar decisiones que han decepcionado a muchos de los que le apoyaron. Con sentido del humor, alguien ha escrito que, mientras King ¡°have a dream¡±, Obama ¡°have a drone¡±.
Si Obama es la consumaci¨®n del sue?o de King, todo ha acabado siendo menos po¨¦tico y hermoso de lo que se vislumbr¨® hace 50 a?os. Pero lo m¨¢s probable es que no sea as¨ª. Lo m¨¢s probable es que ese sue?o, como la tierra prometida por el pastor un d¨ªa antes de su asesinato en Memphis, sea el de la reconciliaci¨®n entre los seres humanos, la meta inalcanzable de la perfecta armon¨ªa racial, de la absoluta igualdad. Y, como tal, un sue?o todav¨ªa pendiente, siempre en el horizonte.
El progreso ha sido gigantesco. Nadie pod¨ªa imaginar hace solo una d¨¦cada que un negro estar¨ªa al frente de la celebraci¨®n de este medio siglo de historia. Pero los desaf¨ªos actuales son tambi¨¦n enormes. La cima de la monta?a se?alada por King seguramente est¨¢ a¨²n lejana.
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