Colombia par¨®
La huelga campesina que ya dura dos semanas revela que cuando las crisis no son atendidas se profundizan y pasan factura
Una especie de revoluci¨®n de la ruana [poncho colombiano] cogi¨® a Colombia en las ¨²ltimas dos semanas y le mostr¨® a un Gobierno que se dec¨ªa compacto bajo la unidad nacional que estaba lleno de fracturas, de lenguajes por unificar, de protagonismos insaciables, de enemigos internos que incluso sal¨ªan a los medios a criticar a su propio jefe, el presidente de la Rep¨²blica, y de liderazgos regionales inexistentes o muy ocupados en sus propias agendas, pero sobre todo sumido en una crisis de institucionalidad que se ha profundizado mientras se busca la paz con la guerrilla de las FARC en La Habana para ponerle fin a d¨¦cadas de conflicto.
Los campesinos colombianos protagonizaron un paro agrario bloqueando por dos semanas las principales v¨ªas del pa¨ªs, mientras los partidos pol¨ªticos se ocupaban de sus discusiones burocr¨¢ticas y de buscar f¨®rmulas para conseguir los votos de un umbral que amenaza con dejarlos fuera del juego pol¨ªtico. Los gremios resultaron desnudados en su nula representaci¨®n de los sectores agr¨ªcolas afectados.
La protesta del campo en la informalidad y la indigencia, cuyos ¨ªndices de pobreza (68%) contrastan con los de mejor¨ªa en las zonas urbanas, y que ha sido el escenario de la guerra, de la concentraci¨®n de la riqueza y del desplazamiento, se pas¨® a las ciudades en donde un sinn¨²mero de organizaciones empezaron a unirse al paro que fue inicialmente desconocido por el Gobierno y recurrentemente estigmatizado por las infiltraciones de las que estas marchas son objeto de todos lados del espectro pol¨ªtico en un a?o puramente electoral.
¡°Si estamos en paro somos delincuentes, en elecciones somos ciudadanos¡±. As¨ª rezaba una pancarta en calles c¨¦ntricas de la capital. Un reclamo justo porque diversas voces quisieron negar la protesta, que mostr¨® un malestar que ven¨ªa destapando su cara en las ¨²ltimas protestas de estudiantes que obligaron a Santos a reversar la ley de la educaci¨®n, la reciente de los ind¨ªgenas en el Cauca o de la regi¨®n del Catatumbo, y de las de los llamados indignados de todas partes¡
Las protestas han provocado la militarizaci¨®n de Bogot¨¢ como quiz¨¢ no se ve¨ªa en Colombia desde los a?os 70
Y, sin embargo, el paro de las reclamaciones leg¨ªtimas que se transform¨® en marchas urbanas, en im¨¢genes que traen a la memoria las vistas hace poco en Brasil, y termin¨® por confirmar que en medio de esa masa de gente digna, muchos eran m¨¢s delincuentes que ciudadanos.
V¨¢ndalos pagados, como los llam¨® el propio alcalde de Bogot¨¢, Gustavo Petro. Seg¨²n se investiga, pagados por bandas, pandillas del microtr¨¢fico que controlan las zonas marginales. Han provocado la militarizaci¨®n de Bogot¨¢ como quiz¨¢ no se ve¨ªa en Colombia desde los a?os 70.
Para otros, en el paro nacional lo que se comprob¨® es que las ¨®rdenes ven¨ªan de La Habana, donde la guerrilla de las FARC y el Gobierno adelantan un proceso de paz. Instrucciones para debilitar al Gobierno que habr¨ªan sido atendidas por la Marcha Patriotica, organizaci¨®n que lidera la ex senadora Piedad Cordoba, para castigar el modelo econ¨®mico del presidente Santos y forzar la pretendida y negada asamblea constituyente que pide la guerrilla como f¨®rmula para refrendar los acuerdos a los lleguen, ojal¨¢ antes de fin a?o.
Ahora ya no es una mesa en
La Habana, son cinco mesas
de negociaci¨®n
Y es necesario decir, que en ese mismo paro, tambi¨¦n hubo quienes atendieron ¨®rdenes de la derecha, ahora llamada centro, y que encabeza en un nuevo partido el expresidente ?lvaro Uribe. Sus asesores enviaban a los medios las im¨¢genes de un pa¨ªs en llamas, para inducir la percepci¨®n de que el Gobierno de Santos hab¨ªa perdido el control de la situaci¨®n e incendiar m¨¢s la llamarada de la cual esperan recoger votos para las pr¨®ximas elecciones legislativas en marzo de 2014.
Y entre unos y otros, el Polo Democr¨¢tico, el partido de la oposici¨®n, que a pesar de estar dividido por sus propias debilidades internas y graves pecados de corrupci¨®n de otros de sus miembros que terminaron por robarse a una ciudad completa, ahora siembra y cosecha en esta crisis. Porque una cosa s¨ª es cierta: advirtieron y advirtieron cuando este Gobierno y los dos anteriores, firmaban Tratados de Libre Comercio (seis vigentes y cuatro suscritos) sin garantizarle la competitividad a los sectores que se ver¨ªan golpeados por la competencia extranjera.
Esta semana la rebeli¨®n en Colombia fue campesina, en justas reclamaciones por a?os de abandono imperdonable y m¨¢s a¨²n imperdonable para este Gobierno que se elev¨® en las banderas de la necesidad de una ley de v¨ªctimas y de tierras, y que hered¨® el esc¨¢ndalo que dej¨® otro ex ministro de Agricultura, pero ese del Gobierno de ?lvaro Uribe, que hoy es juzgado por haber usado un programa de cr¨¦ditos conocido como Agro Ingreso Seguro para favorecer a los ricos y dejar a los pobres en igual condici¨®n de indefensi¨®n. De nuevo la pol¨ªtica: los cr¨¦ditos para el campesino financiando campa?as electorales. La ¨²nica verdad es que no hay pol¨ªtica agropecuaria, esa la hicieron los paramilitares a su acomodo y con sangre, pero ese tema es mejor dejarlo para m¨¢s adelante.
Las redes se convierten en veedoras de nosotros los periodistas, en reproductores de los indignados y en castigadores de otra clase, la pol¨ªtica, que anda perdida
Incomprensible porque un Gobierno que como el de Santos negocia en La Habana con una guerrilla y reconoce como primer punto de la agenda el tema agrario, deb¨ªa haberse anticipado y deber¨ªa hoy castigar la incompetencia. No se trata de llorar sobre la leche derramada (en este paro se botaron m¨¢s de un 1.8 millones de litros diarios), pero s¨ª de establecer responsabilidades.
Si algo qued¨® claro en este paro es que las crisis no atendidas se profundizan y pasan cuentas caras. Ahora ya no es una mesa en La Habana, son cinco mesas de negociaci¨®n. Una con papicultores que reclaman reducci¨®n de costes de producci¨®n entre muchas otras cosas; otra, con mineros artesanales o informales, algunos al servicio de las bandas criminales para quienes el oro financia sus asesinatos y que reclaman la forma como se privilegia la explotaci¨®n para las grandes multinacionales sobre sus verdaderas necesidades de formalizaci¨®n; otra con madres comunitarias; y otra con educadores y los j¨®venes del movimiento estudiantil, que quieren ser la versi¨®n criolla de los indignados del mundo.
La de La Habana cumple ya un a?o, precisamente en momentos en que la Corte Constitucional declar¨® ajustada a la Carta Magna una ley conocida como el marco jur¨ªdico para la paz que crea un sistema de justicia transicional (criterio de selecci¨®n para el enjuiciamiento y penas alternativas) muy criticado. En opini¨®n de reconocidas voces incluso internacionales como las de Human Rights Watch y de otras tan fundamentalistas como el procurador general Alejandro Ord¨®?ez, plantea el riesgo de impunidad y no reparaci¨®n en la medida en que permitir¨ªa a guerrilleros que cometieron delitos de lesa humanidad participar en pol¨ªtica.
Un estallido social, ese levantamiento campesino, deb¨ªa haber concentrado la atenci¨®n de todos. Pero no. Los representantes de los partidos tradicionales, como el conservador, ofrecieron en cambio el espect¨¢culo de presionar al Gobierno con el que han estado tres a?os, porque la incompetencia de los dos ¨²ltimos ministros de Agricultura (?o son cuatro?), amenaza con quitarles la que aqu¨ª se llama la ¡°mermelada¡± con la que se han chupado los dedos en los ¨²ltimos Gobiernos.
Anunciaron esta semana una moci¨®n de censura a la canciller, Mar¨ªa Angela Holgu¨ªn, por la demora en asumir una posici¨®n frente a un fallo de La Haya, que le quita a Colombia 75.000 kil¨®metros cuadrados en el mar Caribe y se los da a Nicaragua en un litigio que ahora parece se expande a otras naciones como Costa Rica, Jamaica y Panam¨¢. Moci¨®n que deber¨ªa caerle no solo a ella sino a todos los anteriores cancilleres que llenaron los bolsillos de abogados que solo vieron el peligro despu¨¦s de la derrota.
El expresidente Andr¨¦s Pastrana se dedica por estos d¨ªas a reencaucharse contra otro expresidente, Ernesto Samper, por las declaraciones dadas a la justicia por William Rodr¨ªguez, el heredero del cartel de Cali, que en buena hora le recuerda al pa¨ªs que hubo un tiempo en que quienes colocaron bombas y sumieron en el peor infierno a Colombia, llenaron las arcas de esa campa?a presidencial cuyo jefe ahora se reencaucha a su vez en el santismo.
Mientras tanto, las redes se convierten en veedoras de nosotros los periodistas, en reproductores de los indignados y en castigadores de otra clase, la pol¨ªtica, que anda perdida sin saber c¨®mo enfrentar este giro en un pa¨ªs que caminaba bajo este Gobierno por la senda de la b¨²squeda de la paz, que le implic¨® a Santos su ruptura con su antiguo jefe, ?lvaro Uribe, para quien este traidor merece un castigo.
Pero el castigo de la semana tambi¨¦n fue para Uribe cuando otra Corte, la Suprema, que pareci¨® salir por unos d¨ªas de sus tambi¨¦n mezquinas intimidades que le han impedido en a?o y medio llenar seis vacantes, dict¨® orden de captura contra un l¨ªder de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, el ¨²nico que dec¨ªan pod¨ªa competirle a un primo del presidente, que bajo las toldas del uribismo quiere sucederlo en el poder. Que semana tan buena para la memoria recordar que 60 congresistas han sido condenados por sus v¨ªnculos con los paramilitares.
En cada sector, unos sabios que asesoran siempre para sobar algunos egos y favorecen a sus recientes amigos o fregar a los nuevos enemigos, entretanto, barajan nombres para cambiar un Gabinete que parece agotarse cuando empieza el a?o electoral y hasta los embajadores m¨¢s c¨®modos comienzan a regresar. Ojal¨¢ encuentren los nombres que ayuden a recuperar la ruta que esta semana se vio esquizofr¨¦nica o bipolar: el paro no exist¨ªa a principios de semana, pero oblig¨® la militarizaci¨®n de una ciudad de m¨¢s de 6 millones de habitantes.
Y como la bipolaridad es eso precisamente, otros decidieron vivir esta semana como ciudadanos tomando un buen caf¨¦ colombiano en Juan Valdez y so?ando con probar el nuevo de Starbucks que llega en 2014 a Colombia, inversiones con las que este pa¨ªs muestra un crecimiento econ¨®mico sostenido del 4%.
Esto para decir que la crisis es institucional, y que desde La Habana pero tambi¨¦n desde adentro muchos quieren minar la gobernabilidad. El problema no es de ellos, es del Gobierno si no saca el talante para recuperar la senda.
Diana Calder¨®n es directora de Noticias y Hora 20 en Caracol Radio.
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