Obama y Al Qaeda comparten enemigo
Los grupos yihadistas han ganado peso en la lucha armada contra el r¨¦gimen sirio. Un ataque de EE UU contra Damasco colocar¨ªa en el mismo bando al Pent¨¢gono y a sus enemigos.
Los drones de Estados Unidos embisten por un lado en Pakist¨¢n y en Yemen contra destacados miembros de Al Qaeda; por otro los misiles Tomahawk norteamericanos est¨¢n preparados para golpear en Siria al r¨¦gimen de Bachar el Asad, enemigo tambi¨¦n de esta organizaci¨®n terrorista.
Las autoridades estadounidenses tratan de hacer olvidar estos d¨ªas que su intervenci¨®n en Siria les llevar¨ªa a luchar, al menos durante unos d¨ªas, codo con codo con aquellos que protagonizaron el 11-S en 2001 o que hace tan solo un a?o atacaron su consulado en Bengasi causando la muerte de Christopher Stevens, su embajador en Libia.
La misma contradicci¨®n aparente aqueja a las autoridades de Francia que hace tan solo ocho meses desencadenaban una ofensiva militar en Mal¨ª para desalojar de ese pa¨ªs a la rama magreb¨ª de Al Qaeda que, cuando ten¨ªa otro nombre ¡ªel Grupo Salafista de Predicaci¨®n y Combate¡ª perpetr¨® atentados en Par¨ªs.
La rebeli¨®n contra la dictadura del clan de los El Asad estall¨® hace casi dos a?os y medio. Si el presidente Barack Obama hubiese tomado la decisi¨®n de intervenir poco despu¨¦s de su inicio probablemente habr¨ªa aparentado menos incoherencia. Entonces era el Ej¨¦rcito Sirio Libre (ESL), un conglomerado de exmilitares y opositores de diversas ideolog¨ªas, el principal adversario de las tropas de r¨¦gimen.
El ESL sigue peleando, pero a su lado han surgido otros grupos, vinculados a Al Qaeda, cuya disciplina y determinaci¨®n le han arrebatado el protagonismo en algunos campos de batalla. El Frente Yihadista Al Nusra se ha proclamado vasallo de la organizaci¨®n que capitanea Ayman al Zawahiri y figura en la lista de grupos terroristas elaborada por el Consejo de Seguridad de la ONU. Tambi¨¦n ha irrumpido con fuerza en Siria, el grupo Estado Isl¨¢mico en Irak y en el Levante (EIIL), que es la rama iraqu¨ª de Al Qaeda. Ambas contar¨ªan en sus filas con unos 6.000 milicianos no sirios.
Todos los bandos cometen abusos en Siria, pero los testimonios y v¨ªdeos que circulan sobre las de Al Nusra y el EIIL son de los m¨¢s espeluznantes. Desde mediados de julio los yihadistas han puesto especial empe?o en arremeter contra los kurdos sirios, ac¨¦rrimos enemigos de los El Asad, provocando as¨ª una guerra dentro de la guerra. En mes y medio m¨¢s de mil personas han muerto en esa zona del pa¨ªs.
Tras la matanza del 21 de agosto, en Ghuta, un suburbio de la capital, de entre 281 y 3.000 personas, seg¨²n las estimaciones, a causa de las armas qu¨ªmicas, Abu Mohamed al Jolani, el cabecilla de Al Nusra, advirti¨®: ¡°Los pueblos alau¨ªes pagar¨¢n el precio de cada proyectil qu¨ªmico ca¨ªdo sobre nuestros hermanos en Damasco¡±. Su amenaza da, una vez m¨¢s, un car¨¢cter confesional a la contienda: la mayor¨ªa sun¨ª contra la minor¨ªa alau¨ª de los El Asad, una rama del islam asimilada a los chi¨ªes.
?Por qu¨¦ EE UU, secundado por alguna otra potencia occidental, se va a alinear, aunque sea por unos d¨ªas, con esos terroristas atacando juntos a Bachar el Asad al que la intervenci¨®n estadounidense no acabar¨¢, sin embargo, de derrocar? Es probable que, si en lugar de bombardear desde el mar o desde el aire las posiciones del Ej¨¦rcito sirio, el Pent¨¢gono hubiese enviado soldados sobre el terreno, estos se habr¨ªan acabado enfrentando a los yihadistas.
Una multitud de factores lo explican desde la preservaci¨®n de su liderazgo en Oriente Pr¨®ximo hasta una oportunidad de revalorizar su imagen ante los pa¨ªses musulmanes sun¨ªes pasando por el deseo sincero de administrar un castigo ejemplar al r¨¦gimen que os¨® utilizar esos artefactos tan mort¨ªferos violando la Convenci¨®n Internacional sobre Armas Qu¨ªmicas, que entr¨® en vigor hace 16 a?os y que Damasco no ratific¨®.
Acaso convencida de que no se atrever¨ªan a hacerlo, la Casa Blanca dej¨® claro, en agosto de 2012, que el empleo de armas qu¨ªmicas constitu¨ªa una ¡°l¨ªnea roja¡± que, si los El Asad la franqueaban, acarrear¨ªa sanciones. El 13 de abril pasado hubo ya serios indicios de que hab¨ªan sido utilizadas, pero a peque?a escala. Washington reiter¨® su advertencia, pero no lleg¨® a actuar. Ahora, tras la matanza de Ghuta, Obama se ve obligado a cumplir su palabra aunque de ellos pueda sacar partido el peor de sus enemigos.
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