Obama logra el apoyo de la mitad del G20 para una respuesta ¡°contundente¡± en Siria
Obama se dirigir¨¢ el martes a la naci¨®n en un intento de vencer la oposici¨®n del Congreso y de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n
Barack Obama se vino de San Petesburgo con una declaraci¨®n de diez pa¨ªses, entre ellos Espa?a, que apoyan una intervenci¨®n militar de Estados Unidos en Siria como castigo por el uso de armas qu¨ªmicas, a¨²n sin la autorizaci¨®n de la ONU. Los firmantes consideran que, una vez agotados los esfuerzos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ¡°el mundo no puede esperar indefinidamente por un proceso fallido que solo puede conducir a aumentar el sufrimiento en Siria y la inestabilidad regional¡±.
El documento conjunto, que fue distribuido por la Casa Blanca, est¨¢ respaldado, adem¨¢s de Espa?a, por Francia, el Reino Unido, Italia, Turqu¨ªa, Jap¨®n, Corea del Sur, Arabia Saud¨ª y Australia. Solo un par de ellos, Francia y Turqu¨ªa, participar¨ªa de forma activa en la campa?a militar. El Gobierno brit¨¢nico, que est¨¢ dispuesto a hacerlo, no obtuvo autorizaci¨®n de su Parlamento. El resto son, en su mayor parte, potencias regionales cuyo principal valor es el respaldo pol¨ªtico que su presencia en esta lista constituye para el presidente norteamericano. Entre los firmantes est¨¢n todos los miembros del G-8, con excepci¨®n de Alemania y, por supuesto, de Rusia, aliado del r¨¦gimen sirio y l¨ªder del frente de rechazo a la guerra.
Ese grupo de pa¨ªses entiende que el uso de armas qu¨ªmicas en Siria constituye un peligro para ¡°la seguridad de la poblaci¨®n de cualquier lugar¡± e incrementa el riesgo de ¡°un uso continuado y la proliferaci¨®n de ese tipo de armamento¡±. Por esa raz¨®n, han decidido ¡°apoyar las medidas tomadas por EE UU y otros pa¨ªses para hacer cumplir la prohibici¨®n del uso de armas qu¨ªmicas¡±.
Este bloque de naciones comparte el criterio de que la soluci¨®n final de la crisis de Siria ha de ser pol¨ªtica, y pide a la ONU que acelere la presentaci¨®n de su informe sobre el uso de armas qu¨ªmicas para que ¡°el Consejo de Seguridad act¨²e acorde¡± con los resultados. Pero entiende que es necesaria ¡°una fuerte respuesta internacional a esta grave violaci¨®n de las normas y la conciencia del mundo, con el fin de enviar un mensaje de que esta clase de atrocidades no se pueden repetir jam¨¢s y de que aquellos que las perpetraron deben de responder por ello¡±.
Con esta declaraci¨®n, la posici¨®n de Obama en el ¨¢mbito internacional ha mejorado ligeramente. Ese conjunto de pa¨ªses no es representaci¨®n de la comunidad internacional ni, por supuesto, tiene autoridad legal para dar v¨ªa libre a una intervenci¨®n militar, pero el paso dado supone un bal¨®n de ox¨ªgeno para el presidente en un momento en que lo necesitaba desesperadamente.
Obama admiti¨® este viernes en una rueda de prensa al t¨¦rmino de la cumbre del G-20, que el fue elegido ¡°para acabar guerras, no para empezarlas¡±, pero insisti¨® en la necesidad de actuar en Siria ante la evidencia, seg¨²n ¨¦l incontestable, de que Bachar el Asad hab¨ªa utilizado armas qu¨ªmicas. ¡°Son 1.400 personas gaseadas en Siria, m¨¢s de 400 de ellos ni?os; eso son hechos, no los hemos inventado nosotros, no son excusas para una guerra¡±, manifest¨® el presidente.
Ni esas palabras ni su relativo ¨¦xito internacional le garantizan el apoyo que m¨¢s precisa ahora: el del Congreso y el pueblo de EE UU. Con ese objetivo, Obama ha anunciado que se dirigir¨¢ a la naci¨®n el pr¨®ximo martes en un discurso televisado. Ser¨¢ su ¨²ltimo esfuerzo para conseguir un mayor consenso nacional antes de dar la orden de ataque.
Aunque se va produciendo una evoluci¨®n favorable para la Casa Blanca, todav¨ªa solo un 42% de los norteamericanos comparte las razones de Obama para atacar Siria, seg¨²n la encuesta de este viernes de la cadena NBC. La mayor¨ªa del pa¨ªs sigue sin encontrar motivos suficientes para volver a involucrarse en una operaci¨®n militar en Oriente Pr¨®ximo, de donde, tras la experiencia de Irak y Afganist¨¢n, confiaban en estar lejos durante mucho tiempo.
Ese estado de opini¨®n es bipartidista, pero se refleja de forma m¨¢s rotunda entre los republicanos en el Congreso. El senador John McCain, uno de los pocos que respalda la intervenci¨®n, aunque la cree muy limitada, fue duramente criticado el jueves en una reuni¨®n por un p¨²blico muy reacio a lo que entiende que es inmiscuirse en un conflicto civil en el que EE UU no se juega nada. El senador Jeff Sessions, que todav¨ªa no ha anunciado su voto, trat¨® de dar explicaciones a miembros del Tea Party que consideran que el ataque del 21 de agosto fue ejecutado por Al Qaeda con pesticidas para provocar la implicaci¨®n de EE UU en la guerra.
Casi un centenar de republicanos miembros de la C¨¢mara de Representantes y 14 senadores de ese partido han anunciado ya su voto en contra de los planes militares de Obama. Tambi¨¦n algunos dem¨®cratas -25 en la C¨¢mara y 5 en el Senado- se oponen. Con ese panorama, es muy dudoso que el Gobierno pudiera obtener hoy la aprobaci¨®n solicitada al Congreso.
Eso dejar¨ªa a Obama ante la terrible disyuntiva de elegir entre atacar en contra de la opini¨®n del Congreso o comerse todas las palabras pronunciadas hasta la fecha sobre el peligro que representa el uso de armas qu¨ªmicas. Este no es un sistema parlamentario y, por tanto, el presidente dispone de poderes que le permitir¨ªan ordenar un ataque bajo su responsabilidad, aunque existe un debate constitucional al respecto. Pero eso, indudablemente, ser¨ªa un ¨®rdago de proporciones monumentales. Preguntado en San Petesburgo sobre si lo har¨ªa, Obama evit¨® dar una respuesta clara. Tampoco otros miembros de la Administraci¨®n han sido precisos al respecto, lo que, a su vez, complica la votaci¨®n en el Congreso porque algunos de sus miembros entienden que su opini¨®n no ser¨¢ tenida finalmente en cuenta.
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