Las elecciones de todos
Los grandes de la UE esperan el resultado alem¨¢n para tomar la medida a sus futuras pol¨ªticas
La crisis, el futuro de la econom¨ªa y de las instituciones comunitarias han llevado a los pa¨ªses europeos, y en especial a los meridionales, a seguir con especial atenci¨®n la campa?a electoral alemana, casi como si fuesen unas elecciones propias. ?Qu¨¦ esperamos el resto de europeos de estas elecciones?
ESPA?A
Como pas¨® en Francia con Fran?ois Hollande, el Gobierno conservador espa?ol cruza los dedos en secreto para que los ganadores de las elecciones alemanas del 22 de septiembre sean sus adversarios ideol¨®gicos: los socialdem¨®cratas. Hace tiempo que Mariano Rajoy descubri¨® que su complicidad pol¨ªtica con ?ngela Merkel no le reportaba ni un gramo de indulgencia en el severo tratamiento de austeridad recetado por la nueva dama de hierro. La Moncloa da por hecho que Merkel seguir¨¢ al frente de la Canciller¨ªa, pero apuesta por un cambio de pareja de baile, el relevo de los liberales por los socialdem¨®cratas (SPD), que suavice sus perfiles m¨¢s ¨¢speros.
En el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Exteriores, se hacen incluso quinielas con nombres propios: si hay Gran coalici¨®n, el representante socialdem¨®crata en el Gobierno no ser¨¢ su candidato electoral, Peer Steinbr¨¹ck, sino su portavoz parlamentario, Frank Walter Steinmeier, cuyas posiciones europeas se consideran m¨¢s en sinton¨ªa con las espa?olas. De sus contactos con ¨¦l, Juan Manuel Garc¨ªa-Margallo, ministro de Exteriores espa?ol, deduce que Steinmeier estar¨ªa m¨¢s dispuesto que otros dirigentes de su partido a contemplar la emisi¨®n de eurobonos o, al menos, abrir la mano para que el Banco Central Europeo (BCE) sea m¨¢s proactivo. Pero tampoco en Madrid se hacen demasiadas ilusiones. Si Hollande no fue capaz de torcer el pulso a Merkel, tampoco lo ser¨¢n sus socios minoritarios de Gobierno. A lo sumo, Espa?a espera algo m¨¢s de ox¨ªgeno para las pol¨ªticas de est¨ªmulo, que ya se adivinan tras las promesas electorales de Merkel, o una acentuaci¨®n de sus tard¨ªas preocupaciones por los efectos del desempleo juvenil en el sur de Europa. Pero hay l¨ªneas rojas que ni siquiera los socialdem¨®cratas se atrever¨¢n a traspasar, y no solo porque Merkel lo impida, sino porque su propio electorado no lo tolerar¨ªa: la idea de que el ahorro de los alemanes no debe servir para pagar el despilfarro de los vecinos del sur est¨¢ firmemente arraigada en la sociedad germana y recorre trasversalmente el electorado de todos los partidos, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas. Ello se traduce en que, mientras Alemania abandera el avance hacia el federalismo pol¨ªtico, no deja de poner todo tipo de trabas a la uni¨®n bancaria. Berl¨ªn no quiere que ninguna autoridad de Bruselas meta la nariz en sus poderosas y opacas cajas de ahorros y bancos regionales (Sparkasse y Landesbank) y le diga cu¨¢les debe cerrar. Tampoco le gusta que un fondo ¨²nico europeo financie la liquidaci¨®n de los bancos inviables o garantice los dep¨®sitos inferiores a 100.000 euros. Prefiere limitarse a una coordinaci¨®n de los fondos nacionales a pesar de que, mientras sea as¨ª, "las entidades seguir¨¢n siendo calificadas en funci¨®n de su nacionalidad y no de su solvencia financiera", en palabras de Rajoy. Seguir¨¢ sin resolverse la fragmentaci¨®n del mercado financiero europeo, en el que las empresas espa?olas pagan el cr¨¦dito mucho m¨¢s caro que sus competidoras germanas.
La cuesti¨®n de fondo, seg¨²n fuentes gubernamentales espa?olas, es que Merkel, al contrario que su antecesor Helmut Kohl, nunca ha tenido vocaci¨®n ni proyecto europeo. Act¨²a como una gobernante centrada en su agenda dom¨¦stica que solo a rega?adientes y obligada por su peso econ¨®mico ha tomado el tim¨®n vacante de la construcci¨®n europea. Est¨¢ por ver si en su tercera legislatura empieza a pensar algo m¨¢s en los ciudadanos europeos que dependen de ella y menos en los electores alemanes de los que ella depende.
FRANCIA
Detr¨¢s de una elecci¨®n, a veces, se esconde otra. El Gobierno franc¨¦s, que espera pocos cambios tras los comicios legislativos alemanes del 22 de septiembre, conf¨ªa sobre todo en que su pr¨®ximo interlocutor en Berl¨ªn le permita llevar a buen puerto sus proyectos prioritarios para evitar que las elecciones europeas del 22 y 25 de mayo de 2014 se conviertan en un triunfo de los euroesc¨¦pticos. Con ese fin, Par¨ªs se est¨¢ volcando sobre "temas que son la expresi¨®n y la encarnaci¨®n de Europa", como la puesta en marcha de fondos de ayuda al empleo juvenil y la directiva sobre trabajadores desplazados.
Tanto en estas cuestiones como en otras, el Gobierno de Fran?ois Hollande considera que ha establecido con el de Angela Merkel un modus vivendi lo bastante satisfactorio como para poderse acomodar a un nuevo mandato de la canciller democristiana. "Angela Merkel se ha adaptado a un presidente que no se alinea de manera sistem¨¢tica con las posturas alemanas", asegura Thierry Repentin, ministro franc¨¦s de Asuntos Europeos. "Seguramente hay m¨¢s discusiones que con Nicolas Sarkozy, pero eso permite llegar a acuerdos equilibrados".
Prueba de ello son, seg¨²n Par¨ªs, el pacto de recuperaci¨®n firmado en 2012, las "concesiones" de Berl¨ªn ¡ªentre otras capitales de tendencia conservadora¡ª en el proyecto de presupuesto de la Uni¨®n y la aportaci¨®n francoalemana del 30 de mayo "a la competitividad y el empleo en Europa", que otorga un aut¨¦ntico marco institucional a la eurozona e incluye la "coordinaci¨®n" de las pol¨ªticas econ¨®micas y sociales: mercado de trabajo, inclusi¨®n social, pensiones. "Hace 15 meses, era impensable que Alemania cediera en estos temas", afirma Repentin.
En los meses que se avecinan, Par¨ªs cree que va a poder impulsar con Berl¨ªn los asuntos "contantes y sonantes" que los socialistas franceses quieren poder presentar en la campa?a de las elecciones europeas para convencer a los votantes tentados por el euroescepticismo o la abstenci¨®n de que tienen mucho que ganar con Europa. El mayor ejemplo son los 6.000 millones de euros para promover el empleo juvenil en las zonas m¨¢s deprimidas de la Uni¨®n.
En Par¨ªs se opina adem¨¢s que el hecho de que Angela Merkel se haya apropiado en su campa?a de varias propuestas del Partido Social Dem¨®crata (SPD), como la implantaci¨®n de un salario m¨ªnimo o el techo para las subidas de los alquileres, favorece a¨²n m¨¢s el funcionamiento del t¨¢ndem.
Tanto si Angela Merkel encabeza una gran coalici¨®n como si no despu¨¦s del 22 de septiembre, el Gobierno franc¨¦s est¨¢ convecido de que el resultado ser¨¢ positivo.
REINO UNIDO
Quien quiera que obtenga el poder en Berl¨ªn este mes no va a desvivirse para rescatar a David Cameron y su coalici¨®n azul y naranja con la versi¨®n brit¨¢nica del Partido Democr¨¢tico Liberal alem¨¢n (FDP). Por mucho que los dem¨®cratas liberales brit¨¢nicos est¨¦n dirigidos por Nick Clegg, europe¨ªsta y pol¨ªglota, este parece impotente en las discusiones sobre la pol¨ªtica de la UE, que se han convertido en coto de caza privado que alimentan a la derecha conservadora. Y Cameron sac¨® a su partido del Grupo Popular Europeo de Estrasburgo en 2009, un acto de aislamiento que apart¨® a los tories de una gran red de poder dentro de la Uni¨®n.
Sin embargo, Alemania necesita que Gran Breta?a permanezca en la UE, como contrapeso a Francia y como Estado del norte del Europa, partidario de la austeridad y con una perspectiva comercial global, adem¨¢s de que conserva ciertos restos de influencia militar y diplom¨¢tica. Y los brit¨¢nicos que no sienten la tentaci¨®n de la idea de "abandonar Europa", sean del partido que sean, saben que necesitan a Alemania, el motor econ¨®mico de la UE, su pagador y su ¨¢ncora pol¨ªtica en la crisis econ¨®mica que a¨²n sigue amenazando el endeudado flanco sur de la eurozona. Por supuesto, a Ed Miliband le gustar¨ªa que el 22 de septiembre ganara el rival socialdem¨®crata de Merkel, Peer Steinbr¨¹ck, o que se deshiciera la coalici¨®n de la CDU/CSU con el FDP, un hecho que podr¨ªa dar ¨¢nimos a los que desean separar a los conservadores y los dem¨®cratas liberales. Los laboristas y el SPD son almas gemelas a la hora de hablar de impuestos m¨¢s altos para los ricos, mejores salarios para la mitad inferior de la creciente brecha econ¨®mica alemana y muchas otras cosas. Una coalici¨®n rojiverde de centro-izquierda podr¨ªa preparar el camino para que el Partido Laborista regrese al poder dentro de una coalici¨®n en 2015. Qu¨¦ m¨¢s quisi¨¦ramos, murmuran los laboristas que tienen m¨¢s realismo. Steinbr¨¹ck est¨¢ atrapado en torno al 25% en la mayor¨ªa de las encuestas.
La aritm¨¦tica alemana est¨¢ seguramente muy ajustada, sobre todo si el FDP no logra alcanzar el umbral del 5% para entrar en el Bundestag. Sin embargo, ahora que, por fin, la econom¨ªa de la eurozona empieza a recuperarse, es probable que lo que Merkel tenga que afrontar no sea m¨¢s que, en el peor de los casos, otra gran coalici¨®n cn el SPD como en 2005-2009. A los votantes alemanes les gusta ese acuerdo ¡ª"existen pocas diferencias entre los dos principales partidos", dice un veterano observador alem¨¢n¡ª, pero los brit¨¢nicos lo odiar¨ªan a¨²n m¨¢s de lo que odian la coalici¨®n liberal-conservadora desde 2010.
En agosto, Merkel habl¨® en p¨²blico de la necesidad de devolver ciertos poderes a los Estados miembros ("No tenemos por qu¨¦ hacer todo en Bruselas"). Pero estaba hablando m¨¢s de costes presupuestarios y eficacia econ¨®mica que de reabrir los tratados de "una uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha" o devolver las competencias sobre leyes de empleo.
?Puede beneficiarse el laborismo de la trampa que Cameron se ha tendido a s¨ª mismo? En la situaci¨®n actual, lo m¨¢s seguro es que no. Miliband, que al principio se opon¨ªa a un refer¨¦ndum sobre Europa, se est¨¢ viendo obligado a pens¨¢rselo, so pena de salir electoralmente perjudicado entre unos votantes perezosos y desosos de culpar a "Bruselas" de todos los males que sufre Gran Breta?a.
El t¨ªmido consenso existente es que tratar de defender la necesidad de Europa al estilo discreto y razonable de los pol¨ªticos alemanes da pocos votos.
ITALIA
Uno de los beneficios que la mayor¨ªa de Gobierno italiana espera obtener de las elecciones alemanas lo ha dilapidado ya, con toda imprudencia. El impuesto sobre bienes inmuebles, IMU, se ha anulado en 2013 sin tener una verdadera cobertura econ¨®mica, con la esperanza de que antes de fin de a?o se manifiesten factores positivos imprevistos.
Entre los pol¨ªticos italianos circula la idea de que a partir del 22 de septiembre ser¨¢ posible una nueva relajaci¨®n de las normas europeas de equilibrio presupuestario. Seg¨²n ellos, Angela Merkel se ha mostrado dura hasta ahora para no perder votos entre los electores m¨¢s hostiles a los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles de la Eurozona, pero dar¨¢ muestras de realismo una vez reelegida.
La verdad es que las normas del Pacto Fiscal ya se han relajado de forma significativa, incluso para Italia. Despu¨¦s de los diversos resultados electorales en Alemania, lo ¨²nico que podr¨ªa abrir cierto margen ser¨ªa que se produjeran a la vez una derrota del partido AfD, opuesto al euro, y una gran coalici¨®n CDU-SPD.
M¨¢s en serio, lo que beneficia a los intereses colectivos europeos es el objetivo declarado que se han fijado Enrico Letta y Fabrizio Saccomanni para el semestre de presidencia italiana de la UE (de enero a junio de 2014). Se trata de dar los pasos decisivos hacia una aut¨¦ntica uni¨®n bancaria, una cuesti¨®n poco comprendida por la opini¨®n p¨²blica, pero de una importancia crucial.
Dejando aparte el caso de Grecia, la inestabilidad de la eurozona la han provocado m¨¢s los flujos de capitales privados que los endeudamientos excesivos de los Estados. Antes de la crisis, el dinero circulaba en abundancia en los pa¨ªses de mayores rendimientos, mientras que ahora se concentra demasiado en los pa¨ªses considerados m¨¢s estables. Solo cuando, por ejemplo, los bancos espa?oles parezcan tan seguros como los austriacos desaparecer¨¢n las distorsiones que inhiben la iniciativa econ¨®mica en los pa¨ªses d¨¦biles y bajan en exceso los tipos de inter¨¦s en los pa¨ªses considerados seguros.
En este aspecto, la pregunta a los electores alemanes es distinta. Los sondeos no revelan que haya entre los votantes ninguna hostilidad hacia la uni¨®n bancaria (83% de opiniones favorables). El alem¨¢n corriente opina que las instituciones de cr¨¦dito de los pa¨ªses d¨¦biles ser¨¢n m¨¢s seguras si est¨¢n vigiladas por un organismo federal europeo.
Son los dirigentes alemanes los que se resisten a la uni¨®n bancaria. Existen demasiados v¨ªnculos entre un sistema bancario fragmentado y los poderes pol¨ªticos locales. No es agradable sentirse observado por ojos extra?os. Ante los electores, el rechazo se justifica por el peligro de que un sistema com¨²n cargue sobre el contribuyente alem¨¢n las fechor¨ªas de los banqueros de otros pa¨ªses.
En realidad, si los alemanes han soportado unos grandes costes, ha sido para sostener los bancos nacionales: casi 600 euros per c¨¢pita (apenas 80 euros en Italia). Por el contrario, la ayuda a los pa¨ªses d¨¦biles, hasta ahora, ha supuesto unos costes irrelevantes a la Rep¨²blica Federal, aunque es cierto que implica riesgos en caso de que se rompa el euro. En el ¨¦xito de su industria Alemania tiene muchas cosas que ense?ar, pero en el sector bancario, quiz¨¢, tiene mucho que aprender. La esperanza italiana es que est¨¦ dispuesta.
POLONIA
Hasta el invierno de 2007, cualquier acuerdo entre Berl¨ªn y Varsovia era solo una fantas¨ªa. Todo eso cambi¨® tras la visita del primer ministro Donald Tusk a Berl¨ªn, que empez¨® a descongelar la relaci¨®n entre los dos pa¨ªses. las ¨¦lites alemanas trataban a Tusk como a un hombre providencial que iba a desviar a Polonia del camino equivocado. Ambas partes se mostraban comprensivas la una con la otra. Tusk dej¨® caer en el olvido el hecho de que el a?o anterior, en Berl¨ªn, los colaboradores de Angela Merkel le trataran de forma bastante brusca porque, al fin y al cabo, tanto ¨¦l como su partido perdieron las elecciones. Por otro lado, los alemanes olvidaron las duras cr¨ªticas con respecto al gasoducto ruso-alem¨¢n denominado Corriente Norte, en construcci¨®n en el B¨¢ltico, cuya inversi¨®n compar¨® con el pacto Ribbentrop-Molotov. En diciembre de 2007, esta clase de tono era cosa del pasado. Seis a?os m¨¢s tarde, las relaciones entre Berl¨ªn y Varsovia son m¨¢s buenas que nunca en la historia, los dos pa¨ªses trabajan en estrecha colaboraci¨®n y reina la normalidad.
Varias circunstancias han propiciado el incremento de la confianza entre polacos y alemanes. Europa no tiene que preocuparse por el estado de la econom¨ªa polaca ya que, de momento, Varsovia se enfrenta a la crisis con ¨¦xito. Hasta ahora, del otro lado del Oder se refer¨ªan a una polnische Wirtschaft (econom¨ªa polaca) como sin¨®nimo de desastre. Eso ha cambiado.
A la hora de buscar a un socio en Europa, Merkel no tiene mucha elecci¨®n. Los pa¨ªses que hasta ahora decid¨ªan conjuntamente la forma que deb¨ªa adoptar Europa est¨¢n sumidos en la crisis, o centrados en sus disputas pol¨ªticas internas, o bien, como Gran Breta?a, barajando la opci¨®n de abandonar la UE. Polonia es el pilar del euroentusiasmo. Si hubiera adoptado el euro hace a?os, ahora tendr¨ªa m¨¢s que decir en la UE.
Tambi¨¦n es importante el hecho de que Merkel y Tusk se lleven bien y exista "qu¨ªmica" entre ellos. Me pregunto si la debilidad que siente Merkel por Polonia se debe a su fascinaci¨®n con el pa¨ªs, que empez¨® con sus viajes a Polonia en la d¨¦cada de 1980. O puede que el responsable sea su abuelo polaco. De todos modos, a la canciller y al primer ministro los une tanto el pasado (se criaron en una sociedad socialista) como la manera de hacer pol¨ªtica. Los dos son pragm¨¢ticos hasta m¨¢s no poder y despiadados con sus rivales.
Miguel Gonz¨¢lez (EL PA?S), C¨¦cile Chambraud (Le Monde), Michael White (The Guardian), Stefano Lepri (La Stampa) y Bartosz T. Wielinski (Gazeta Wyborcza)
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