La estrategia envenenada de Berlusconi
El pol¨ªtico y magnate amenaza con hacer caer el Gobierno para librarse de la expulsi¨®n del Senado y del arresto domiciliario

Italia, por obra y gracia de Silvio Berlusconi, sigue convertida en el hotel de los l¨ªos. El pol¨ªtico y magnate trata de evitar la expulsi¨®n del Senado y el arresto domiciliario poniendo en jaque al Gobierno de Enrico Letta. Tras su condena por fraude fiscal, su carta m¨¢s poderosa, tal vez ya la ¨²nica, es su poder de destrucci¨®n. Berlusconi amenaza con retirar a sus ministros y arrastrar de nuevo al pa¨ªs?¡ªya lo hizo con Mario Monti¡ª al caos de la ingobernabilidad y de las elecciones anticipadas. Jugador de ventaja, ha logrado trasladar su problema pol¨ªtico y judicial al centroizquierda, que tendr¨¢ que decidir en el Senado si hacer caso a la ley y deshacerse de Berlusconi o plegarse a su chantaje.
El desencuentro entre el centroderecha y el centroizquierda --enemigos irreconciliables y socios de Gobierno-- es absoluto. A grandes rasgos, el Pueblo de la Libertad (PDL) quiere aplazar todo, cuanto m¨¢s tiempo mejor, para que le d¨¦ tiempo al jefe Berlusconi de inventarse un subterfugio y salir del apuro (estamos ante un gran experto). Por su parte, el centroizquierda del Partido Democr¨¢tico (PD) tiene, como siempre, el coraz¨®n partido. Si obrara en coherencia, tendr¨ªa que aprovechar la gran oportunidad de deshacerse de Berlusconi definitivamente. Ya que no consigui¨® jam¨¢s ganarle en las urnas como Dios manda ni aplicarle el conflicto de intereses --un l¨ªder pol¨ªtico que tambi¨¦n es magnate de los medios de comunicaci¨®n-- ni tampoco pactar un programa de gobierno con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo, al menos podr¨ªa ahora aprovechar la ley contra la corrupci¨®n aprobada el pasado a?o --con los votos de PD y PDL-- y expulsar a Berlusconi del Senado, por cuanto desde hace un mes est¨¢ condenado en firme a una pena superior a dos a?os.
Un sector del PD apuesta, en efecto, por deshacerse de una vez del viejo cantante de cruceros y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria. Pero otra parte del partido sabe que, si hace eso, no habr¨¢ ni una cosa ni la otra. El d¨ªa que Enrico Letta --a propuesta del presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano-- acept¨® pactar con Berlusconi un gobierno de coalici¨®n a cambio de presidir el consejo de ministros sab¨ªa que le estaba entregando el alma al diablo. El alma, y las llaves del calabozo. Si, como ya parec¨ªa entonces muy probable, Berlusconi resultaba condenado en firme por alguno de los procesos pendientes, utilizar¨ªa su apoyo al Gobierno para cambiarlo por su libertad. Y as¨ª, literalmente, lo est¨¢ haciendo. Como si fuera un ventr¨ªlocuo, Berlusconi lleva semanas hablando por boca de sus fieles y el mensaje siempre el mismo: "Si caigo, caer¨¢ el Gobierno conmigo".
Y as¨ª llevamos un mes y pico. Como un suicida sin convicci¨®n, Berlusconi sigue amenazando con tirarse pero cada vez m¨¢s agarrado a la barandilla. A su favor juega que el proceso de su expulsi¨®n es lento y farragoso, a imagen y semejanza de la burocracia italiana. Una comisi¨®n del Senado --llamada Junta para las Elecciones y la Inmunidad-- tiene que estudiar el expediente de expulsi¨®n, cuya primera formalidad es escuchar la defensa de Berlusconi, y establecer una fecha para votar. En ello llevamos una semana. A ratos, la prensa italiana anuncia el desenlace dram¨¢tico inminente, y el resto del mundo se lo cree. Sobre el papel, el PDL ha basado la defensa en dos cuestiones. Por una parte, alega que la Ley Severino no puede serle aplicada porque es posterior a la comisi¨®n de fraude fiscal. Y, por otra, pide que el Senado italiano no se pronuncie sobre la expulsi¨®n hasta que haya un dictamen del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, ante el que el exjefe del Gobierno ha denunciado a su pa¨ªs. As¨ª se lee en el recurso enviado por Il Cavaliere desde su mansi¨®n de Arcore: "Silvio Berlusconi contra Italia". ?No es bonito? El caso es que, entre unas cosas y otras, la pomposamente llamada Junta para las Elecciones y la Inmunidad a¨²n no ha decidido ni cu¨¢ndo tiene que votar. Pero, atenci¨®n, no se votar¨¢ --en contra de lo que algunos creen en virtud del fragor de las declaraciones-- la expulsi¨®n de Berlusconi, sino el informe en contra de uno de sus parlamentarios. La votaci¨®n real por el pleno del Senado no ser¨¢ hasta dentro, como m¨ªnimo, de tres semanas...
Mientras, ?qu¨¦ puede hacer Berlusconi? Sobre esto, como no pod¨ªa ser menos, tambi¨¦n hay multitud de teor¨ªas que, como los mandamientos, se cierran en dos. La primera posibilidad ser¨ªa la de no aceptar la expulsi¨®n enfrent¨¢ndose frontalmente al PD, provocando una crisis de Gobierno para intentar forjar una nueva convocatoria de elecciones para final de noviembre. La segunda opci¨®n ser¨ªa la de dimitir de su esca?o de senador para evitar el deshonor de una expulsi¨®n y despu¨¦s pedir al presidente de la Rep¨²blica el indulto o una conmutaci¨®n de la pena. Hay que tener cuenta que, de los cuatro a?os de prisi¨®n a los que fue condenado por el caso Mediaset, solo tendr¨¢ que cumplir uno y que adem¨¢s no tendr¨¢ que pisar la c¨¢rcel por ser mayor de 75 a?os. El a?o de prisi¨®n, eso s¨ª, lo tendr¨ªa --aqu¨ª el condicional es m¨¢s exacto que un futuro poco probable-- que descontar en arresto domiciliario o en servicios sociales. Si es poco previsible que Berlusconi pase un a?o en su casa, sin poder recibir m¨¢s visitas o llamadas telef¨®nicas que las de abogados y familia, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa es imagin¨¢rselo repartiendo el pur¨¦ en una residencia de ancianos en las afueras de Mil¨¢n. Nadie duda de que alguna soluci¨®n encontrar¨¢, aunque su delf¨ªn y vicepresidente del Gobierno, Angelino Alfano, sostiene que el jefe mantendr¨¢ la cabeza alta y no dimitir¨¢. Por otra parte, para obtener la gracia del presidente Napolitano primero tendr¨ªa que pedirla --¨¦l o su familia--. Por el momento Berlusconi se resiste, pero algunos medios dan por seguro que sus cuatro hijos ya la tienen redactada y firmada. "Mi padre no es un delincuente", se quej¨® ayer su hija Barbara. El problema es que, t¨¦cnicamente, s¨ª.
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