Escuelas que no temen el paro
La formaci¨®n profesional dual es una de las claves que explican el m¨ªnimo desempleo entre los j¨®venes alemanes, pero el sistema frena la movilidad social
Los muchachos est¨¢n congregados alrededor de un Volkswagen Golf. Ese es el objeto de la clase de la ma?ana. El profesor explica asuntos relacionados con el sistema el¨¦ctrico del veh¨ªculo. Alexander Schneider escucha atento. Con sus notas ¡ªtiene el nivel A¡ª podr¨ªa haber ido a la universidad. Pero prefiri¨® apuntarse al sistema de formaci¨®n profesional dual, que muchos analistas y pol¨ªticos se?alan como un factor clave en la reducid¨ªsima tasa de paro juvenil en Alemania: un 8%, la m¨¢s baja en Europa.
¡°No descarto proseguir despu¨¦s con los estudios te¨®ricos, pero me parece que tiene mucho sentido empezar aprendiendo algo pr¨¢ctico, un oficio¡±, dice Alex. Sus palabras, y las de otros chicos en su misma situaci¨®n, sugieren que en Alemania la formaci¨®n profesional no es percibida necesariamente como un estigma, tal y como ocurre en los pa¨ªses mediterr¨¢neos.
El sistema ofrece cursos para unos 350 oficios; el aprendizaje suele durar tres a?os o tres a?os y medio; los j¨®venes hacen pr¨¢cticas en las empresas que han aceptado sus candidaturas durante tres o cuatro d¨ªas a la semana. Los d¨ªas restantes estudian en los centros p¨²blicos. Suelen cobrar de las empresas entre 700 y 800 euros al mes.
El centro BBS2 de Wolfsburgo ocupa una c¨¦ntrica manzana, tiene unos 3.800 alumnos y cuenta con talleres para cocina, peluquer¨ªa o estudio de programas inform¨¢ticos. Pero, aqu¨ª, el centro del escenario lo ocupan los talleres t¨¦cnicos, de mec¨¢nica y el¨¦ctrica. En Wolfsburgo tiene su sede Volkswagen, que opera en la ciudad la mayor planta de fabricaci¨®n de coches del mundo. Alrededor de la f¨¢brica gravita una constelaci¨®n de empresas proveedoras. La BBS2 se esfuerza por responder a la demanda del mercado que la rodea actualizando constantemente sus cursos a los nuevos sistemas de producci¨®n. ¡°Estamos en constante di¨¢logo con la industria y nos adaptamos a sus exigencias¡±, explica, sin rodeos, Bernd Sturm, el vicedirector.
¡°Nos adaptamos a las exigencias de la industria¡±, dice el dirigente de un centro
Ralph B?se, un profesor, muestra con orgullo los instrumentos y las m¨¢quinas avanzadas con las que cuenta el centro. ¡°En algunos casos las propias empresas regalan a la escuela maquinaria muy cara para que los alumnos se entrenen con las tecnolog¨ªas m¨¢s modernas y en uso¡±, dice. Efectivamente, incluso un ojo inexperto detecta la actualidad y sofisticaci¨®n de los instrumentos.
Los cursos son tan especializados que, por ejemplo, B?se da clases distintas a alumnos que se preparan en el mismo sector ¡ªmec¨¢nica de veh¨ªculo¡ª seg¨²n si sus pr¨¢cticas son en una empresa grande o peque?a. Este tipo de formaci¨®n sin duda facilita que los empresarios dispongan de una mano de obra muy cualificada y entrenada en los sectores que la requieren.
La tasa de paro juvenil ronda el 8%, la m¨¢s baja de la Uni¨®n Europea
En ciudades como Wolfsburgo ¡ªel distrito de Alemania con el mayor PIB per c¨¢pita (91.000 euros), gracias a Volkswagen¡ª el sistema es un engranaje extraordinariamente eficaz. La tasa local de paro es del 4,3%. Ayer por la ma?ana, sobre las 11.30, en el centro p¨²blico de ayuda para la b¨²squeda de empleo se pod¨ªan contar 14 solicitantes. El edificio cuenta con cuatro plantas, la casi totalidad de ellas dedicadas a oficinas para el empleo pobladas casi solo por los funcionarios.
Pero la formaci¨®n profesional se inscribe en el marco de un sistema educativo que parte de la sociedad alemana considera r¨ªgido e injusto. El asunto toca fibras profundas. Despierta aut¨¦nticas batallas de principios.
Klaus Mohrs, alcalde de Wolfsburgo, del SPD, califica por ejemplo de ¡°cat¨¢strofe¡± el hecho de que el sistema educativo alem¨¢n de facto congele la movilidad social. El sistema orienta de forma muy temprana los alumnos rumbo a la universidad o a la FP. Una vez canalizados, no es muy f¨¢cil salir del carril.
¡°Tenemos un sistema que no logra elevar socialmente a los hijos de las familias en condiciones m¨¢s dif¨ªciles. Adem¨¢s, el sistema tiende a segregar muy temprano a alumnos brillantes, que van por un carril, y los otros, que van por otra v¨ªa¡±, observa Mohrs, que antes de ser alcalde fue trabajador en el sector social.
Su punto de vista resume bien la visi¨®n socialdem¨®crata, seg¨²n la cual el sistema fracasa en ayudar a los ni?os a escalar desde su situaci¨®n de procedencia, y adem¨¢s los juzga y canaliza muy temprano, lo que reduce todav¨ªa m¨¢s las posibilidades de elevarse.
Sobre la base de este y otros argumentos, algunos analistas denuncian la afirmaci¨®n en Alemania del sentimiento de la ¡°resignaci¨®n del estatus¡±. Una sociedad que tiende a aceptar pasivamente la escasa movilidad de clase.
A¨²n as¨ª, por ejemplo, el alcalde de Wolfsburgo s¨ª cree que la formaci¨®n profesional dual, en s¨ª, es un programa eficiente.
Su eficiencia es, por lo general, reconocida. M¨¢s debatida es su cuota de m¨¦rito en la baja tasa de paro juvenil. Algunos cr¨ªticos observan que la formaci¨®n dual tambi¨¦n exist¨ªa cuando a principios de la d¨¦cada pasada Alemania ten¨ªa cinco millones de parados y una situaci¨®n econ¨®mica tan cr¨ªtica que el Gobierno liderado por el socialdem¨®crata Gerhard Schr?der aprob¨® una oleada de reformas muy radicales que le costaron las elecciones siguientes. Seg¨²n ese punto de vista, la reducida tasa de desempleo juvenil se debe m¨¢s bien al empuje de la econom¨ªa y al flexible marco de relaciones laborales plasmado por las reformas de Schr?der.
Los convencidos del sistema, en cambio, destacan que Alemania, Austria y Dinamarca ¡ªtres pa¨ªses que cuentan con modelos parecidos de formaci¨®n profesional¡ª se encuentran entre los cuatro pa¨ªses con mejores niveles de ocupaci¨®n juvenil, a una distancia notable de otras econom¨ªas que tienen un buen desarrollo.
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