La imbatible calma de Merkel
La canciller llega al final de la campa?a con ventaja pero sin una coalici¨®n clara A 48 horas de la votaci¨®n halla tiempo para hacer la compra como una ciudadana m¨¢s
La mujer razonable y poco dada a aventuras. La mutti (mam¨¢) conservadora que se preocupa por el bienestar ¡ªy la cartera¡ª de sus conciudadanos. La doctora en F¨ªsica y pol¨ªtica de indudable ¨¦xito que, pese a todo, sigue comport¨¢ndose como har¨ªa cualquier hausfrau (ama de casa) alemana, que busca un momento libre en su jornada laboral para hacer un recado. Los democristianos alemanes han basado toda su campa?a en la popularidad de su m¨¢xima l¨ªder y canciller. No es la ideolog¨ªa lo que har¨¢ ganar el pr¨®ximo domingo a su CDU, sino la percepci¨®n de que en tiempos convulsos conviene dejar la nave en manos de alguien como Angela Merkel. Una persona que a dos d¨ªas de unas elecciones que d¨ªa a d¨ªa parecen m¨¢s igualadas entre el centroizquierda y el centro derecha encuentra tiempo para salir a hacer la compra a un supermercado del centro de Berl¨ªn, como pudo comprobar este viernes EL PA?S.
No es la primera vez que se ve a la mujer m¨¢s poderosa de Europa eligiendo tomates, verduras o vino. Los medios alemanes ya han publicado alguna foto de Merkel saliendo del s¨²per. Y los clientes que esta ma?ana estaban en Ullrich, un establecimiento de gama media al lado de la estaci¨®n de metro de M?hrenstrasse, unos dos kil¨®metros de la canciller¨ªa, no parec¨ªan muy extra?ados ante una imagen que ser¨ªa totalmente inusual en Espa?a, Italia o Francia. Nadie se dirig¨ªa a ella para felicitarla por ponerse dura con el sur de Europa o para recriminarle que la factura de la luz sea cada vez m¨¢s alta. Cada uno iba a lo suyo como si Merkel fuera una cliente m¨¢s. Solo se ve¨ªa alguna cara sorprendida al reconocerla. ¡°S¨ª, es ella¡±, le susurraba a su hija una mujer.
Empujando su carrito con gesto serio, la jefa de Gobierno y del partido democristiano hac¨ªa sus compras sin dar la impresi¨®n de tener mucha prisa. Aunque ayer estaba en un establecimiento frecuentado por la clase media, en otras ocasiones se le ha visto en la secci¨®n de quesos de las lujosas Galer¨ªas Lafayette. Tras pasar por la caja y cargar los alimentos en una bolsa que ya llevaba, la canciller sali¨® del establecimiento pasadas las once de la ma?ana y se meti¨® en el coche oficial. Un mitin en Hannover le esperaba.
Pese a que se trataba de una escena totalmente espont¨¢nea ¡ªeste enviado especial se encontr¨® la escena por casualidad, no hab¨ªa ni fot¨®grafos ni periodistas alemanes¡ª la imagen que transmite Merkel en el supermercado dos d¨ªas antes de las elecciones coincide a la perfecci¨®n con la que su campa?a quiere dar. Mientras sus rivales se desga?itan convocando una acci¨®n de 72 horas para ara?ar los ¨²ltimos votos disponibles, ella sigue impert¨¦rrita, convencida de que pase lo que pase el pr¨®ximo domingo, su partido seguir¨¢ siendo el m¨¢s votado. Los electores podr¨¢n forzarle a pactar con los liberales, con los socialdem¨®cratas o incluso con los verdes, pero salvo cat¨¢strofe imprevisible ella seguir¨¢ al mando. El candidato socialdem¨®crata, Peer Steinbr¨¹ck, ha animado la campa?a con titulares y gestos que se recordar¨¢n. Ella, no. Sabe que tiene las de ganar y no quiere arriesgar.
Las fotograf¨ªas tomadas por este peri¨®dico refuerzan su imagen de l¨ªder conectada a la realidad del ciudadano de a pie y que sabe cu¨¢nto cuesta un kilo de arroz. Mientras Steinbr¨¹ck se vanaglori¨® de solo consumir vino que cueste m¨¢s de cinco euros, Merkel va por la ma?ana a la compra en Berl¨ªn y por la tarde a Hannover con la misma chaqueta.
Los ciudadanos aprecian esta llaneza y cercan¨ªa de Merkel. Cuando se va de compras y pasea su aspecto de persona sin pretensiones, la mujer m¨¢s poderosa del mundo se parece mucho a c¨®mo los alemanes prefieren verse a s¨ª mismos: un pa¨ªs fuerte, s¨ª; pero austero y sustentado en la racionalidad mercantil de sus empresas, el trabajo duro y en las sencillas ecuaciones econ¨®micas del que va al s¨²per. Es la filosof¨ªa de la famosa hausfrau suaba ¡ªpese a que su perfil vital tiene poco de ama de casa¡ª que la canciller suele mencionar como el modelo para una pol¨ªtica financiera prudente: algo tan simple como no gastar m¨¢s de lo que entra casa.
Cuando Merkel impone sus pol¨ªticas de austeridad en Europa, gran parte de los alemanes creen, con ella, que no hay alternativa. Cuando Merkel se niega a acompa?ar a sus aliados en las campa?as de Libia o en una hipot¨¦tica intervenci¨®n militar en Siria, la aplastante mayor¨ªa de los ciudadanos de la tercera potencia exportadora de armas del mundo respiran aliviados desde el franco pacifismo.
En tiempos de crisis, Merkel capitaliza las simpat¨ªas de unos votantes que en periodos m¨¢s tranquilos prefer¨ªan perfiles m¨¢s propensos al espect¨¢culo. Al principio de la legislatura que ahora termina, el ministro m¨¢s popular de su Ejecutivo era Karl-Theodor zu Guttenberg, un arist¨®crata multimillonario y apuesto, nacido en un palacio. El anterior canciller, el socialdem¨®crata Gerhard Schr?der, se distingu¨ªa por su arrojo pol¨ªtico ante decisiones impopulares. A Merkel no le gustan las aventuras por lo que conllevan de incertidumbre. El pron¨®stico para las elecciones parece ahora m¨¢s abierto que hace unas semanas. Pero ella se neg¨® ayer a romper su rutina de ir de compras los viernes. La rutina es lo contrario de la aventura.
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