Los municipios portugueses, en las trincheras de la crisis
Los municipios pal¨ªan sin apenas recursos el creciente empobrecimiento de la poblaci¨®n
A un centenar de kil¨®metros al sur de Lisboa, extendido sobre la ribera del Sado, se levanta Alc¨¢cer do Sal, una poblaci¨®n de 7.000 habitantes, ni pobre ni rica, ni grande ni peque?a. Pero, como en todo Portugal, la crisis que ahoga la vida del pa¨ªs se abati¨® sobre este municipio con la rapidez y la fuerza de un terremoto. Y el alcalde, el arquitecto Pedro Manuel Igrejas, y los concejales, del Partido Socialista, tuvieron que cambiar apresuradamente el gui¨®n previsto y aprender a improvisar para paliar los efectos de un vendaval que amenazaba con llevarse todo por delante.
Los ayuntamientos se han convertido en la primera trinchera p¨²blica contra la progresiva y creciente necesidad de unos ciudadanos empobrecidos y, muchas veces, noqueados por el miedo y la desgracia. ¡°Aqu¨ª, hace cuatro a?os, hab¨ªa un presupuesto para, entre otras cosas, ampliar el cementerio, pero hubo que olvidarse de eso porque hab¨ªa cosas m¨¢s urgentes que atender. Los muertos dejaron paso a los vivos¡±, explica Isabel Vicente, de 35 a?os, concejal de ?rea Social, Educaci¨®n y Urbanismo.
Algunas de esas cosas m¨¢s urgentes: los profesores de varias escuelas se dieron cuenta de que hab¨ªa ni?os que, literalmente, pasaban hambre. As¨ª, desde hace ya m¨¢s de un a?o, se han reforzado los comedores escolares para acoger m¨¢s desayunos, para dar meriendas y para que abran en vacaciones a fin de que los ni?os puedan ir a comer y merendar. El Ayuntamiento tambi¨¦n se encarga de adelantar las cuotas de las hipotecas de algunas familias mordidas por el paro que se han visto en poco tiempo desbordadas por la situaci¨®n. ¡°Hace cuatro a?os, yo era el concejal rico¡±, explica el edil de Obras, Helder Serafin. ¡°Ahora me he convertido en el pariente pobre, el que no tiene presupuesto¡±, a?ade, resignado y convencido.
Hay que destinar m¨¢s dinero a libros de texto, a plazas de asilos, a transporte escolar, a medicamentos¡ Todo esto, adem¨¢s, con menos recursos y menos personal. Los municipios portugueses han perdido, como media, un 14,5% de transferencias del Estado al a?o a causa de los recortes impuestos por la troika.
Alc¨¢cer do Sal pierde cada a?o un mill¨®n de euros de transferencias del Estado. Tambi¨¦n ve c¨®mo se le escapa su poblaci¨®n. Muchos operarios de la construcci¨®n huyen a Angola. Los licenciados prefieren emigrar a Reino Unido o Brasil. Nadie sabe si volver¨¢n. La poblaci¨®n envejece y el futuro se aleja. La clase media se hunde. ¡°Los pobres, acostumbrados a sobrevivir, lo siguen haciendo incluso en tiempos m¨¢s duros. Tienen huertas, saben pescar¡ El problema son esas familias con varios coches y trabajos que de pronto se han visto en el paro, que no saben c¨®mo salir adelante. Esos son a los que tenemos que prestarles para la hipoteca¡±, dice el alcalde.
Hay una calle comercial c¨¦ntrica llena de locales cerrados, casi todos en el ¨²ltimo a?o. Cerca, Manuel Jo?o Canh?o, de 74 a?os, vendedor de bombonas de gas, ense?a una hoja llena de c¨¢lculos hechos a bol¨ªgrafo en la que muestra una ca¨ªda en picado que parece apuntar a la nada: ¡°En 2010 vend¨ª 24.000 kilos. Este a?o llevo 10.000. Ya nadie guarda una bombona de repuesto¡±.
El alcalde, que no se presenta a las elecciones, asegura que la crisis tambi¨¦n tuvo efectos positivos: ¡°Acabamos con el derroche, con grifos que perd¨ªan agua, con farolas en calles por las que nadie pasaba. Ha sido una legislatura dura. Hemos cambiado cosas. Y hemos evitado otras. Ha sido dif¨ªcil. Y apasionante¡±.
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