La prensa ante el ataque populista latinoamericano
Maduro se otorga plenas facultades para "castigar la guerra psic¨®logica que ejerce la prensa escrita, la televisi¨®n y la radio"
Cuando el presidente de Venezuela, Nicol¨¢s Maduro, le ordena en tono militar al Poder Judicial y a la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica (dos instituciones que se suponen no deben estar subordinadas al Poder Ejecutivo) que eval¨²en ¡°medidas especiales¡± que le otorguen al primer mandatario plenas facultades para ¡°castigar la guerra psicol¨®gica que ejerce la prensa escrita, la televisi¨®n y la radio¡± con las informaciones ¡°que difunden sobre el desabastecimiento de alimentos en Venezuela¡± cualquier observador desprevenido puede llegar a creer que se trata de un disparate que alguien de mala fe puso en boca del presidente venezolano.
Lamentablemente lo que usted ley¨® es absolutamente cierto y forma parte de la tragedia que hoy vive Venezuela y en especial sus medios de comunicaci¨®n. Por si quedar¨¢n dudas, Nicol¨¢s Maduro afirm¨® sin que le temblara el pulso que ¡°esta cobertura medi¨¢tica de los medios privados va en contra de la seguridad alimentaria del pueblo y contra la vida econ¨®mica de la naci¨®n¡±. No hay dudas de que el sistema cubano desembarc¨® aqu¨ª y vino para quedarse.
De manera que en este momento cualquier inquieto pensador latinoamericano deber¨ªa estar preocupado sobre la forma en que el crecimiento del neoautoritarismo en esta parte del mundo est¨¢ condicionando, de manera acelerada, el comportamiento no s¨®lo de los grandes medios de comunicaci¨®n social sino tambi¨¦n de las redes sociales. Ya no se trata de los archiconocidos problemas generados por la aparici¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas y el desalojo de nuestras vidas cotidianas de los peri¨®dicos en papel. Es otra enfermedad m¨¢s peligrosa y mortal para la democracia y sus modernizados medios independientes.
Hoy, como lo fue en la agitada Europa de los a?os 30, el peligro que amenaza a los medios de comunicaci¨®n nace del control pol¨ªtico e ideol¨®gico que traen consigo los nuevos modelos de gobierno que, travestidos de democracia, vocean en calles y mitines las bondades de un nuevo populismo que arrasar¨¢ con las deficiencias y maldades de las democracias representativas.
En esta parte del continente americano y en especial en Suram¨¦rica y el Caribe, la prensa siempre desempe?¨® un papel rotundo en la llegada al poder de las democracias y en la difusi¨®n de sus valores fundamentales que ellas conllevan como lo son la libertad de pensamiento y expresi¨®n, la calidad de nuestra vida, la cr¨ªtica y la discusi¨®n abierta, el equilibrio de los poderes, el sometimiento de lo militar a lo civil y el respeto a lo establecido en la Constituci¨®n.
Pero desde hace unos quince a?os gobierna en Venezuela un r¨¦gimen que, si bien naci¨® de los votos, nunca tuvo en su mente un desarrollo m¨¢s vigoroso de la democracia sino m¨¢s bien persigui¨®, desde un primer momento, el control progresivo y absoluto del poder.
Desde luego que esto no es posible llevarlo a cabo sin reducir el papel de los medios de comunicaci¨®n y de limitar d¨ªa tras d¨ªa su ¨¢mbito de acci¨®n. Hoy podemos decir que el neopopulismo que manda en Venezuela ha logrado cercar a la prensa de una forma tan agresiva y eficaz que, sin ser pesimistas a ultranza, ya podemos decir que los peri¨®dicos, las radioemisoras y las plantas de televisi¨®n independientes tienen sus d¨ªas contados, a menos que cambien los vientos de la historia.
Decenas de radioemisoras en el interior del pa¨ªs y en la capital han cesado sus trasmisiones ya sea por el boicot publicitario de parte del gobierno, de la no renovaci¨®n de sus licencias para operar p¨²blicamente y de las amenazas y ataques de bandas armadas que asaltan sus locales y golpean y persiguen a sus periodistas.
No se trata de exageraciones pol¨ªticas o propagand¨ªsticas pues en mi car¨¢cter de miembro de la comisi¨®n de libertad de prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) me ha tocado el doloroso deber de recoger pruebas, indagar estos hechos, redactar informes y acumular expedientes de esta guerra sin cuartel del gobierno venezolano contra la libertad de prensa y de expresi¨®n.
Las televisoras no escapan a este vandalaje y el caso del cierre a la fuerza de uno de los principales canales de televisi¨®n (RCTV) produjo una conmoci¨®n nacional e internacional. Los equipos de transmisi¨®n de RCTV y sus antenas repetidoras fueron objeto de expropiaci¨®n, y se abrieron juicios en los tribunales contra sus directivos.
Igual ha sucedido aunque en menor medida contra el canal de noticias Globovisi¨®n, cuyos due?os sufrieron ataques y amenazas diarias hasta que finalmente vendieron sus acciones. No contentos con ello, los nuevos due?os han sido objeto de medidas restrictivas sobre su programaci¨®n y luego fueron multados por haber trasmitido im¨¢genes que pon¨ªan en evidencia el grado de escasez de alimentos que se sufre en Caracas y el resto del pa¨ªs. Tambi¨¦n las televisoras del interior de Venezuela en su gran mayor¨ªa han dejado de operar o han pasado a manos de amigos del r¨¦gimen, cuid¨¢ndose muy bien de ejercer el derecho a la cr¨ªtica.
En el caso de la prensa escrita la situaci¨®n no es mucho mejor. Los principales insumos (papel, tinta, repuestos, etc¨¦tera) deben comprarse mediante un cupo en d¨®lares que concede a su real gana y bondad, Cadivi, un organismo oficial encargado de aprobar las solicitudes de divisas para importar papel de Estados Unidos y Canad¨¢. No es necesario advertir que si bien este mecanismo oficial no ha dejado de funcionar s¨ª resulta complicado y es en extremo burocr¨¢tico e intimidante. Basta pensar en los efectos devastadores que tiene sobre la importaci¨®n de papel las sucesivas devaluaciones de la moneda que pr¨¢cticamente llevan a la quiebra a las peque?as y medianas empresas period¨ªsticas.
En el caso de nuestro peri¨®dico, El Nacional, hemos sobrevivido a un largo boicot publicitario de parte del r¨¦gimen, que ha dado ¨®rdenes precisas para que ning¨²n aviso del gobierno, o de la petrolera PDVSA, sea publicado en nuestras p¨¢ginas. Incluso, el Consejo Nacional Electoral, un organismo que se supone independiente del poder central, se niega a colocar los avisos con informaci¨®n vital para el ciudadano como los lugares de votaci¨®n, la forma de votar, los llamados a acudir a las urnas y los resultados oficiales.
Tambi¨¦n hemos sido blancos de ataques de militantes enardecidos (al estilo de los a?os previos al nazismo en Alemania) que han puesto en peligro la integridad f¨ªsica de los periodistas y la seguridad de nuestras instalaciones. Contra los directivos de El Nacional se han introducido decenas de querellas ante los tribunales por causas nimias o carentes de fundamentos. Cualquier recurso ante los tribunales de alzada o de las Salas del Tribunal Supremo es un esfuerzo in¨²til porque siempre termina siendo rechazado sin estudiar los argumentos de fondo.
Finalmente nos encontramos ante una situaci¨®n de fragilidad y desprotecci¨®n total de parte del Estado y s¨®lo contamos con el apoyo de la opini¨®n p¨²blica, los grupos organizados de la sociedad como gremios y sindicatos no oficialistas, las universidades y sectores mayoritarios de la Iglesia Cat¨®lica, a pesar de que somos un medio laico, abierto a todas las religiones y tendencias democr¨¢ticas.
Ha sido para nosotros un apoyo vital el que organismos como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el Grupo de Diarios de Am¨¦rica (GDA), la Corte Internacional de Derechos Humanos y la Relator¨ªa Especial para la Libertad de Expresi¨®n de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las organizaciones como Reporteros sin Fronteras, se hayan hecho eco de nuestra situaci¨®n d¨¢ndonos apoyo y aliento para seguir adelante.
Sin embargo tambi¨¦n hemos sentido el silencio de los gobiernos y los partidos democr¨¢ticos de Europa que, sin m¨¢s, han aceptado las acusaciones sin fundamento que el r¨¦gimen nos lanza por doquier, etiquet¨¢ndonos de golpistas y de ultraderecha. Somos estrictamente, en verdad, un medio independiente y democr¨¢tico que lucha contra un r¨¦gimen populista y antidemocr¨¢tico.
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