¡°?Que no nos olviden!¡±
A casi 30 d¨ªas del alud que cubri¨® un poblado de 800 personas en la sierra de Guerrero provocado por el hurac¨¢n Manuel, 250 familias de una comunidad cercana contin¨²an incomunicadas.
Tras las pruebas m¨¦dicas, los doctores confirmaron que lo que Guadalupe cre¨ªa una gastritis era en realidad fiebre tifoidea. "Me enferm¨¦ por el agua y los alimentos, llevamos mucho tiempo en muy malas condiciones". La decisi¨®n de acudir a consulta fue un acto heroico: esta madre de tres hijos tuvo que caminar d¨¦bil y mareada sobre el campo de muertos en que se ha convertido La Pintada, el pueblo sepultado por un alud de tierra tras el paso de la tormenta tropical Manuel. Su casa est¨¢ todav¨ªa m¨¢s lejos, ocho kil¨®metros arriba del lugar donde la monta?a se trag¨® a unas 80 personas hace casi un mes.
"Me enferm¨¦ por el agua y los alimentos, llevamos mucho tiempo en muy malas condiciones", dice Guadalupe, vecina del Ed¨¦n.
Hoy las m¨¢quinas ya han conseguido abrir camino hasta aqu¨ª y contin¨²an realizando las labores de desescombro, removiendo la tierra para rescatar cad¨¢veres, aunque en realidad, nadie sabe con seguridad qu¨¦ se va a hacer con el lugar una vez termine esta fase. La tragedia, de enorme magnitud, puso en el mapa a esta peque?a comunidad de 800 habitantes de la sierra de Guerrero, al sur de M¨¦xico, y dej¨® en el olvido a otras aleda?as, que sin v¨ªctimas mortales, han sufrido da?os tambi¨¦n muy graves.
Es el caso del Ed¨¦n, donde alrededor de 250 familias, como la de Guadalupe, tratan de salir adelante. Podr¨ªa decirse que este poblado ha sido doblemente enterrado: por los aludes, que destrozaron parte de la infraestructura del lugar, y por La Pintada, donde se qued¨® toda la ayuda.
Desde el pasado 17 de septiembre, la vida es mucho m¨¢s dif¨ªcil. A su paso, el hurac¨¢n provoc¨® aquel martes varios deslaves. Uno de ellos sepult¨® la escuela (sin alumnos) y varias casas. Numerosas viviendas quedaron deshechas y unas 26 familias tuvieron que trasladarse a un campamento improvisado en lo alto de la colina. Unas mil personas aguardan ahora una orden para ser realojadas, pues el peligro de derrumbamiento persiste. A las puertas del fin de semana -cuando esperan que por fin los tractores consigan despejar la carretera-, los vecinos se concentran en la plaza central del pueblo, haciendo cola bajo sombrillas para apuntarse en el censo que el Gobierno del Estado est¨¢ elaborando con el fin de trasladar la comunidad a un emplazamiento m¨¢s seguro.
Cuentan nuestros abuelos que hace 47 a?os hubo una desgracia muy parecida y las autoridades tambi¨¦n hablaron de reubicarnos, pero al final no se hizo", dice el comisario del Ed¨¦n.
"Esperemos que esta vez s¨ª salga adelante. Cuentan nuestros abuelos que hace 47 a?os hubo una desgracia muy parecida y las autoridades tambi¨¦n hablaron de reubicarnos, pero al final no se hizo", relata Luis Alberto Adame Hern¨¢ndez, el comisario suplente del Ed¨¦n. "Que no nos olviden", pide al gobierno Federal despu¨¦s de relatar que llevan unos doce d¨ªas sin recibir despensas. "Solo nos han llegado 42 y somos alrededor de mil personas. El Eden, como el resto de comunidades vecinas, est¨¢ rodeada de monta?as. Dos r¨ªos, todav¨ªa llenos de piedras y madera de los aludes, confluyen a los pies del poblado. Los habitantes lavan la ropa en el agua y algunos se ba?an en ella sin problema. Otros, como Guadalupe, ya han ca¨ªdo enfermos. Despu¨¦s de varios d¨ªas ha vuelto la luz y desde hace una semana, dos antenas donadas por una empresa privada permiten tener conexi¨®n a Internet, un milagro en un lugar que si no es el fin del mundo, est¨¢ muy cerca.
Aqu¨ª Slim todav¨ªa no ha llegado y la comunicaci¨®n se realiza por radio. As¨ª se avisan entre ellos del arribo de camiones con ayuda de la Cruz Roja, para que los hombres m¨¢s fuertes del pueblo acudan a cargar las cajas desde donde las deja el cami¨®n, al borde de un tramo de la v¨ªa desprendido y que ahora se cruza a pie sobre un tronco de unos 15 metros de longitud. El puente improvisado no est¨¢ a la altura del camino y para atravesarlo hay que bajar y escalar luego por la tierra, algo peligroso e imposible para una persona de edad avanzada. Un todoterreno es capaz de completar hasta aqu¨ª el camino desde la Pintada, pero no sin dificultades. El tramo restante se hace a pie, una hora m¨¢s o menos de recorrido cuesta arriba. Cuando llueve -todas las tardes despu¨¦s de las tres-, no es recomendable porque puede haber nuevos desprendimientos.
En esta comunidad, los 180 ni?os escolarizados llevan un mes sin clase: los profesores se desplazaban desde Atoyac o de Acapulco pero lo dejaron de hacer despu¨¦s de las lluvias del 15. El comisario Adame solicita que regresen en cuanto sea posible. "Ya hemos hablado con el director y vamos a instalar unas lonas en la cancha de baloncesto para que puedan tomar clase sin mojarse". Las aulas, por ahora, permanecen semienterradas y anegadas de agua. Dice "vamos" porque son los propios vecinos los que trabajan para reconstruir el pueblo. Nadie m¨¢s ha llegado, a excepci¨®n de un grupo de militares que vigila que no haya pillajes.
Si bien todav¨ªa es imposible la comunicaci¨®n con el Ed¨¦n, en un mes, las autoridades han logrado abrir la mayor parte de la carretera desde Acapulco. Se trata de una soluci¨®n provisional, pues en muchos puntos s¨®lo hay una peque?a senda en medio del lodo que permite el paso de los colectivos . El camino, adem¨¢s, est¨¢ roto, como si la naturaleza le hubiera dado un gran mordisco al asfalto. "Seguimos teniendo miedo", cuenta la due?a de una tienda de abarrotes apostada bajo uno de los cerros del Para¨ªso, la otra comunidad, anterior a la Pintada, que espera ser reubicada. "Mi hijo vino a por nosotros y estuvimos varios d¨ªas durmiendo en su casa. Ya nos han visitado las autoridades para decirnos que tenemos que irnos, pero el se?or no quiere", mira a su esposo, "y cuentan que en los albergues dan mal de comer". Sabe, sin embargo, que marcharse es cuesti¨®n de d¨ªas.
El paisaje de La Pintada apenas ha variado en estos ¨²ltimos d¨ªas. Hoy, entre el lodo que a¨²n cubre decenas de cad¨¢veres, ya hay abierto un camino para tractores y camiones del Ej¨¦rcito. Los particulares solo pueden pasar si son de la zona. Un soldado apunta el n¨²mero de personas que ingresa en el ¨¢rea y pide "precauci¨®n": el terreno todav¨ªa es peligroso. La imagen contin¨²a siendo desoladora, la de un pueblo fantasma con animales abandonados, cada vez m¨¢s flacos o muertos de hambre, persiguiendo al visitante en busca de comida.
A medida que uno baja de la sierra camino de Acapulco, el centro tur¨ªstico por excelencia del sur de M¨¦xico y donde 40.000 personas quedaron varadas en la tormenta de septiembre, la situaci¨®n mejora. En poco m¨¢s de quince d¨ªas el pueblo de Coyuca, cuyo puente se parti¨® de forma espectacular por varios puntos, ya cuenta con uno gemelo. A pocos kil¨®metros, donde la lluvia destruy¨® un motel y se form¨® un lago artificial, se ha talado el bosque para echar cemento y construir un camino que rodea el gran charco.
Poco a poco, la vida vuelve a la normalidad en estos municipios donde durante semanas falt¨® luz, agua, alimentos y medicinas. La apertura del aeropuerto y la autopista del Sol, que comunica el Estado con la Ciudad de M¨¦xico, supuso un punto de inflexi¨®n en la crisis, si bien por ahora, las soluciones son solo para salir del paso. A un kil¨®metro del Para¨ªso, por ejemplo, el camino provisional cruza un r¨ªo, algo imposible para los veh¨ªculos m¨¢s peque?os.
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