Los j¨®venes hu¨¦rfanos de la izquierda brasile?a
Los pol¨ªticos y los medios de Brasil empiezan a estar preocupados con el aumento de la violencia callejera que se repite en cada manifestaci¨®n
Brasil empieza a estar preocupado con el aumento de la violencia callejera que se repite y aumenta en cada manifestaci¨®n popular de protesta.?Los grupos de violentos?normalmente est¨¢n representados por los Black blocs, que suelen actuar con la cara cubierta. En un primer momento se trataba de una peque?a banda de no m¨¢s de 30 j¨®venes pero han acabado siendo los protagonistas de cada manifestaci¨®n pac¨ªfica con sus actos de ¡°vandalismo¡±.
Cogidas por sorpresa, las fuerzas del orden tardaron en reaccionar y se quedaron con los brazos cruzados observando como esos j¨®venes violentos destru¨ªan en pocos minutos agencias bancarias, tiendas de coches de lujo y sedes de instituciones pol¨ªticas?que, seg¨²n ellos, son ¡°s¨ªmbolos del capitalismo salvaje¡±.
Aquel pu?ado de j¨®venes ha ido creciendo en cada manifestaci¨®n?y han sido, seg¨²n los analistas pol¨ªticos, la mejor forma de vaciar las calles de la gente com¨²n que sal¨ªa a protestar pac¨ªficamente. La opini¨®n p¨²blica se pronunci¨® contra los actos de violencia que amedrentaron a la gente com¨²n, que dej¨® de salir a la calle como en junio pasado.?La oposici¨®n empez¨® a sospechar que los grupos violentos le hac¨ªan el juego al Gobierno al alejar a la gente pac¨ªfica de la calle.
Las presiones de la sociedad, sin embargo, han ido en aumento y ahora la polic¨ªa ha empezado a detener a estos grupos de j¨®venes durante las manifestaciones de R¨ªo y Sao Paulo. Adem¨¢s, se les quiere aplicar una ley sever¨ªsima de tiempos de la dictadura que podr¨ªa dejarles hasta ocho a?os en la c¨¢rcel.
Nadie cree, sin embargo, que eso se pueda llevar a cabo. Los sindicatos de maestros, por ejemplo, aplaudieron la labor de los Black Blocs durante las manifestaciones en defensa de la huelga. Hay soci¨®logos y analistas de comunicaci¨®n que llegaron a defender que sin dichas acciones de violencia simb¨®lica y real, las manifestaciones masivas y pac¨ªficas de junio pasado no habr¨ªan tenido ni la quinta parte del impacto informativo, adem¨¢s de que ni el Gobierno ni el Congreso se habr¨ªan manifestado como lo hicieron.
La pregunta es hasta cu¨¢ndo eso puede continuar y qu¨¦ hacer con esos j¨®venes hu¨¦rfanos de la pol¨ªtica de izquierdas que un d¨ªa tuvo espacio para exhibir su indignaci¨®n dentro de los grandes partidos de la izquierda radical, como el Partido de los Trabajadores (PT) o del Partido Comunista.
Hoy aquellos partidos se han pulverizado naciendo de ellos peque?os partidos con sue?os a¨²n marxistas y hasta trotskistas, mientras observan que sus ¡°padres¡± de entonces se han convertido en partidos del sistema democr¨¢tico y liberal tradicionales que gobiernan juntos el pa¨ªs. Y juntos participan de la fiesta de la corrupci¨®n pol¨ªtica.
Hoy solo quedan peque?os partidos de izquierda radical como el PSOL (Partido del Socialismo y de la Libertad), nacido tras la expulsi¨®n del Partido de los Trabajadores de un peque?o grupo de senadores y diputados durante el primer gobierno del expresidente Lula da Silva, o el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificados), un partido marxista revolucionario tambi¨¦n nacido tras una expulsi¨®n del Partido de los Trabajadores en 1992. Son sus banderas minoritarias pero agresivas pol¨ªticamente, las que sostienen a los Black blocs y sus acciones de violencia simb¨®lica.
Son j¨®venes que como ha dicho una militante de la banda: "Estamos luchando por algo que a¨²n no sabemos lo que es¡±, aunque da a entender que buscan una especie de revoluci¨®n frente a un sistema que no aceptan. ¡°No dir¨ªa que la revoluci¨®n es una realidad ahora. Algunas revoluciones del pensamiento llevaron hasta dos siglos para realizarse, pero puede ser que nuestra acci¨®n (violenta) pueda ser el inicio de algo grande e importante¡± dijo una joven a la agencia BBC Brasil bajo anonimato.
Siempre se ha dicho que los j¨®venes a los 20 a?os tienen y deben tener vocaci¨®n de revolucionarios, ya que a los 40 acaban siendo bomberos. El problema es que el ansia de cambiar las cosas, incluso con violencia, ya no est¨¢ canalizada por los partidos de izquierda de la oposici¨®n que les daban espacio para las protestas callejeras y hasta para una cierta militancia pol¨ªtica. Hoy esos j¨®venes con vocaci¨®n pol¨ªtica extremista no encuentran ya espacio en los partidos de izquierdas de anta?o.
Lula ha dicho, semanas atr¨¢s, que su partido, el PT, naci¨® en la calle y debe volver a la calle. Lo que ocurre es que los j¨®venes, incluso del PT, dif¨ªcilmente saldr¨¢n a la calle ahora para ¡°defender al gobierno¡±.
Esther Solano, profesora de Relaciones Internacionales, y Rafael Alcadipani, investigador de la Fundaci¨®n Getulio Vargas (FGV), afirman en un an¨¢lisis publicado en el diario Folha?sobre el fen¨®meno de los Blacks blocs: ¡°La pregunta esencial que cabe, como sociedad, es por qu¨¦ estos j¨®venes que desprecian la rigidez jer¨¢rquica partidaria, que no se sienten representados por el actual modelo pol¨ªtico y econ¨®mico, ven la violencia como ¨²nica posibilidad de expresi¨®n¡±.
Seg¨²n dichos expertos, estos j¨®venes, autores de las acciones violentas durante las manifestaciones, est¨¢n entre los 17 y 25 a?os, son de clase media baja, la mayor¨ªa trabaja y algunos han estudiado o estudian en la Universidad.
La pregunta que podr¨ªa formularse es: ?C¨®mo la clase pol¨ªtica actual ser¨¢ capaz de ofrecer canales de expresi¨®n a esos j¨®venes que hoy se sienten hu¨¦rfanos pol¨ªticos, dejados a su suerte y que se consideran v¨ªctimas de la violencia policial y de lo que llaman la ¡°violencia del Estado¡±?
Ellos argumentan que mucho m¨¢s violento que quebrar unos cajeros de unos bancos que ganan millones es la violencia del que tiene que esperar horas en la fila de un hospital para ser mal atendido o los meses de espera para poder empezar a hacer un tratamiento de quimioterapia mientras los pol¨ªticos se curan en los mejores hospitales privados del pa¨ªs.
Encarcelarles, tratar de relegarles en prisiones hacinadas de j¨®venes, no parece la mejor forma, seg¨²n los analistas pol¨ªticos, de anular su presencia violenta en las calles y plazas. Ellos necesitan espacios pol¨ªticos. Quiz¨¢s en la nueva situaci¨®n que empieza a despuntar de la voluntad de querer hacer pol¨ªtica de ¡°un modo diferente y nuevo¡±, sepultando la llamada ¡°Vieja Rep¨²blica¡± para dar vida a una ¡°Nueva Rep¨²blica¡±, tengan cabida los j¨®venes m¨¢s inconformistas con el sistema. Los pol¨ªticos y el sistema democr¨¢tico deber¨ªan ser capaces de encontrar espacios de dialogo y de acci¨®n pol¨ªtica para todos, incluso para los m¨¢s cr¨ªticos e inquietos.
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