M¨ªster Am¨¦rica se aparta de la foto
Con 83 a?os y cuatro d¨¦cadas entre la ¨¦lite latinoamericana, Enrique Iglesias es el alma de las Cumbres Iberoamericanas y deja el cargo, dice, lleno de proyectos
Hay un tipo de poder informal, cercano, que se muestra poco a poco en la conversaci¨®n, y que solo se hace evidente cuando uno se fija en decenas de fotos enmarcadas en este despacho de Madrid, en las que el visitante reconoce de reojo rostros hist¨®ricos saludando con franca familiaridad a la persona que habla tras la mesa, enterrada en papeles. ¡°Tengo 83 a?os y llevo 43 en la vida internacional¡±, es la carta de presentaci¨®n de Enrique V. Iglesias, titular de la Secretar¨ªa General Iberoamericana (Segib), un cargo que por s¨ª mismo no dice mucho al gran p¨²blico. No suena. Es el interlocutor permanente de 22 pa¨ªses, los de Latinoam¨¦rica m¨¢s Espa?a y Portugal, que se re¨²nen cada a?o en la Cumbre Iberoamericana desde 1991. Est¨¢ a cargo de la Secretar¨ªa General (Segib) desde 2005, para servir de punto de apoyo de las cumbres. B¨¢sicamente, antes y despu¨¦s de las fotos, ¨¦l personifica la cumbre. Este fin de semana, en la de Panam¨¢, lo ha hecho por ¨²ltima vez.
Al preguntarle, a finales de junio, por su retirada, exig¨ªa tacto con las palabras. ¡°No me jubilo. No me estoy jubilando. Estoy pasando a otras cosas que ya tengo en proyecto¡±, dice. ¡°No me voy para ir a tirar ma¨ªz a las palomas a la plaza de Oriente¡±. Y a continuaci¨®n promet¨ªa seguir trabajando ¡°mientras lo pueda hacer con lucidez y teniendo m¨¢s proyectos que recuerdos¡±. No revela cu¨¢les son esos proyectos, pero dice tener una deuda con su pa¨ªs, Uruguay.
La relaci¨®n iberoamericana ¡°es una realidad, es un capital, y si Espa?a no valora eso est¨¢ cometiendo un error hist¨®rico¡±
Desde la Segib ha practicado durante ocho a?os esa diplomacia de manteles y complicidad personal. Y lo predica. Iglesias ide¨® que las cumbres incluyeran lo que llam¨® ¡°el retiro¡±, una sobremesa sin c¨¢maras ni micr¨®fonos. Los l¨ªderes solos, en un sal¨®n. Es lo que llama ¡°diplomacia directa¡± o ¡°diplomacia informal¡±, sin la presi¨®n de la prensa ni papeles. Lo ha convertido en la marca de la cumbre, y a¨²n hoy no se da ese di¨¢logo discreto entre tantos l¨ªderes juntos en ning¨²n otro foro.
No es f¨¢cil que un ecuatoriano y un argentino se sientan parte de la misma comunidad latinoamericana, parte de un acervo com¨²n. M¨¢s dif¨ªcil a¨²n es conseguir que se sientan iberoamericanos, convencerles de que comparten algo con Espa?a. Y lo m¨¢s dif¨ªcil de esa ecuaci¨®n es que lo entiendan los espa?oles. Pero Iglesias lleva a?os creyendo en esto y haciendo creer a muchos: ¡°Hay un n¨²cleo duro en la relaci¨®n de Espa?a y Am¨¦rica Latina que va m¨¢s all¨¢ de las cumbres, que se basa en idioma, costumbres. No hay ninguna otra relaci¨®n postcolonial que haya dejado eso. Ninguna. ?Usted cree que las excolonias francesas se sienten integradas con Francia?¡±. Su trabajo durante ocho a?os ha sido engrasar y alimentar este v¨ªnculo. ¡°Es una relaci¨®n que tiene cientos de instituciones que se llaman iberoamericanas, cientos. Eso es una realidad, es un capital, y si Espa?a no valora eso est¨¢ cometiendo un error hist¨®rico¡±. ?l es, ha sido, el embajador de esa relaci¨®n. No embajador de un pa¨ªs concreto o de un grupo de pa¨ªses, sino del v¨ªnculo entre ellos. Ya apunta el siguiente paso: ¡°Llegar a las comunidades hispanas de EE UU¡±.
Cuando Iglesias habla de la crisis econ¨®mica lo hace desde una autoridad muy particular. Desde todas, en realidad. Habla como banquero (¡°la banca latinoamericana se port¨® bien, fue una banca tradicional. La europea y norteamericana no se port¨® bien¡±); como pol¨ªtico que ha visto desmoronarse pa¨ªses (¡°hemos aprendido a golpes a ajustar las econom¨ªas mezclando recortes con expansi¨®n¡±); y tambi¨¦n como emigrante. Iglesias naci¨® en Arancedo, Asturias, en 1930. Su familia emigr¨® a Uruguay cuando ¨¦l ten¨ªa tres a?os, en medio de una crisis pavorosa (¡°mis cinco t¨ªos decidieron que aquello no daba para m¨¢s, uno se decidi¨® y se llev¨® a mi padre¡±). Una historia inquietantemente actual.
En Uruguay estudi¨® econom¨ªa, se hizo banquero. Luego entr¨® en pol¨ªtica, fue ministro de Exteriores. Despu¨¦s, 13 a?os de secretario ejecutivo de la CEPAL (¨®rgano de estudios econ¨®micos de Latinoam¨¦rica), y luego 17 a?os al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la instituci¨®n financiera m¨¢s importante de Am¨¦rica Latina, con sede en Washington. Resumiendo mucho el curr¨ªculum, tiene el premio Pr¨ªncipe de Asturias, la Legi¨®n de Honor francesa y es doctor honoris causa por 11 universidades. En palabras del diplom¨¢tico Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado para Latinoam¨¦rica cuando se le nombr¨®: ¡°Est¨¢ en la lista de personajes con los que todo el mundo quiere tener una charla para disfrutar de su experiencia y su an¨¢lisis¡±. Una visi¨®n permanentemente actualizada, en revisi¨®n gracias a un hambre intelectual que a su alrededor se califica de insaciable. ?l mismo habla casi con pudor de su forma de devorar prensa. ¡°Paso horas viendo art¨ªculos, de madrugada¡ ?un d¨ªa voy a romper la pantalla esta!¡±.
Pero sobre todo, su mirada sobre lo que est¨¢ pasando es latinoamericana. Se incomoda cuando se comenta que la desigualdad sigue lastrando Am¨¦rica Latina por mucho crecimiento que tenga. ¡°El crecimiento y la desigualdad van juntos. Como si fuera una maldici¨®n gitana, toda la desigualdad se concentraba en los pa¨ªses en desarrollo. ?No! Ahora el gran tema en EE UU es la desigualdad, en los m¨¢rgenes norteamericanos. Y algo parecido est¨¢ pasando en Europa. Ya no es un privilegio de los pa¨ªses en desarrollo¡±. Y advierte: ¡°Lo van a sentir [los europeos] sobre todo en el desempleo estructural imposible de asimilar, ese va a ser el sector donde se va a ver c¨®mo la desigualdad opera en estos pa¨ªses¡±.
¡°En buena medida, Latinoam¨¦rica quiere vivir como Europa,
no como EE UU¡±, opina
¡°Recuerdo una cena con ¨¦l en 2008¡±, cuenta Miguel ?ngel Moratinos, entonces ministro de Exteriores. ¡°Acababa de pasar lo de Lehman Brothers y nos dijo: ¡®Esta crisis es enormemente grave, durar¨¢ diez a?os, por lo menos cinco no nos los quita nadie¡¯. Yo le dije que no exagerara. En aquel entonces, cre¨ªamos que ser¨ªa menos. Pero ¨¦l ya vio entonces la profundidad de la crisis y las consecuencias que tendr¨ªa¡±.
Si del l¨ªder conservador espa?ol Manuel Fraga disfrut¨® del aforismo de que le cab¨ªa el Estado en la cabeza, es pertinente otorgar a Iglesias que le cabe Latinoam¨¦rica en la suya. En realidad, le caben varias. La m¨¢s interesante es la del futuro, la de las aspiraciones. ¡°En buena medida, Latinoam¨¦rica quiere vivir como Europa, no como EE UU¡±, opina. ¡°Le gusta el Estado del bienestar, la protecci¨®n social. Admira a EE UU en su capacidad de creaci¨®n y tecnol¨®gica. Pero en cuanto al estilo de vida, Am¨¦rica Latina es mucho m¨¢s europea que norteamericana¡±.
Para que Iglesias ocupara este despacho en Madrid que ahora abandona, hubo que convencer a M¨¦xico y luego a Brasil, pa¨ªses que no renuncian nunca a una buena pelea por poner a uno de los suyos al frente de cualquier cargo que suene bien. Pero con el nombre sobre la mesa, hubo unanimidad. Tanta, que no ha habido forma de sustituirlo y todav¨ªa no est¨¢ claro que sea f¨¢cil hacerlo en los pr¨®ximos meses. En palabras de Trinidad Jim¨¦nez, exministra de Exteriores: ¡°No hay otra persona en Am¨¦rica Latina que suscite tanto consenso a su alrededor¡±.
Asegura que est¨¢ bien ¡°de chapa y pintura¡± y que apenas ha ¡°pasado por el taller¡±, dice con el mismo lenguaje que su amigo el rey Juan Carlos, ocho a?os menor. Se lleva una agenda monumental. Nada de ¡°ma¨ªz a las palomas¡±. Despu¨¦s de la Segib, pondr¨¢ cuatro d¨¦cadas de experiencia internacional al servicio de, atenci¨®n, ¡°m¨¢s proyectos que recuerdos¡±.
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