Rusia contra los 30 del ?rtico
Un grupo de activistas de Greenpeace llevan ya m¨¢s de un mes entre rejas Intentaron trepar a la plataforma petrolera de Gazprom
Nunca hab¨ªa viajado a un sitio tan lejano como Rusia. Al igual que en otras misiones, Camilla Speziale, activista argentina de 21 a?os, no dio detalles a sus padres. Ellos solo sab¨ªan que se iba a Europa. Se enteraron de todo cuando la detuvieron.
La joven estudiante de fotograf¨ªa ha copado la atenci¨®n de los medios argentinos desde que se supo de la captura de los llamados 30 del ?rtico, 28 activistas de Greenpeace y dos periodistas que permanecen encarcelados en una prisi¨®n de la localidad rusa de M¨²rmansk. La acci¨®n de protesta que protagonizaron el pasado 18 de septiembre en la plataforma petrolera Prirazl¨®mnaya, en el mar de Pechora, entre la costa continental rusa y la isla de N¨®vaya Zemli¨¢, les ha conducido tras las rejas. Les acusan de vandalismo. Les pueden caer hasta siete a?os de c¨¢rcel.
¡°Quiero volver a mi pa¨ªs y seguir trabajando y estudiando¡±. Es lo que dijo Speziale en su declaraci¨®n ante el tribunal ruso, en las vistas preliminares.
Esta joven vecina de Caballito, t¨ªpico barrio de clase media de Buenos Aires, fue elegida para viajar al ?rtico por sus habilidades deportivas, porque habla ingl¨¦s, por su experiencia en otras protestas y por ¡°su temple y buena disposici¨®n¡±, seg¨²n explicaron en Greenpeace Argentina. Aficionada a la escalada, ya hab¨ªa usado sus dotes para trepar a edificios en actos contra la miner¨ªa a cielo abierto en Chile o en la provincia argentina de San Juan, al oeste del pa¨ªs. Militaba desde los 17 a?os en la organizaci¨®n ecologista ¡°por la misma sensibilidad de cualquier muchacho de esa edad, la misma causa noble y pura que los puede movilizar¡±, cont¨® su padre, N¨¦stor.
Todo activista de Greenpeace sabe a lo que se expone cuando emprende una acci¨®n de desobediencia civil. Puede haber detenciones, momentos dif¨ªciles, juicios, alguna multa. Pero el laberinto jur¨ªdico-carcelario de los 30 del ?rtico no entraba en las previsiones. Durante m¨¢s de un mes, han convivido con la amenaza de dar con sus huesos en una c¨¢rcel rusa por espacio de 15 a?os, acusados de pirater¨ªa. Una acusaci¨®n de la que se desmarc¨® el propio presidente ruso Vladimir Putin. El mi¨¦rcoles pasado, los cargos eran recalificados: pasaban a ser incriminados por vandalismo, lo que supone que pueden ser condenados a pagar una multa de 12.000 euros, a trabajos forzosos durante cinco a?os o a siete a?os de c¨¢rcel.
El equipo jur¨ªdico de Greenpeace dice estar m¨¢s preocupado ahora que antes, si cabe. Los cargos de pirater¨ªa eran muy dif¨ªciles de sostener, explican. Pero los de vandalismo podr¨ªan salir adelante.
Camilla Speziale, argentina de 21 a?os, no dio detalles a sus padres, que se enteraron de todo cuando la detuvieron
¡°Lo peor de todo es la incertidumbre¡±. El que habla es Juan L¨®pez de Uralde, exdirector de Greenpeace Espa?a que pas¨® 21 d¨ªas detenido en una c¨¢rcel danesa por mostrar una pancarta en la cumbre de Copenhague, en diciembre de 2009. ¡°En un momento como ese, lo malo es no saber qu¨¦ va a ser de ti¡±, cuenta el actual l¨ªder de la plataforma pol¨ªtica Equo. ¡°De pronto ves c¨®mo tu vida ha dejado de estar en tus manos: no sabes si aquello va a durar dos semanas o si marcar¨¢ para siempre tu futuro¡±.
La misi¨®n que ha llevado a los 30 del ?rtico tras los barrotes arranca el 24 de julio pasado, d¨ªa en que el rompehielos Arctic Sunrise, buque de la organizaci¨®n ecologista con bandera holandesa, abandona ?msterdam rumbo al ?rtico. La acci¨®n de asalto sucede el 18 de septiembre, cuando la finlandesa Sini Saarela y el suizo Marco Weber, ayud¨¢ndose con cuerdas de alpinista, comienzan a trepar por la plataforma petrolera Prirazl¨®mnaya.
El objetivo de los activistas era instalarse sobre la gran mole roja, que pertenece a una filial de Gazprom, y desplegar en ella una pancarta advirtiendo de los peligros de la extracci¨®n de crudo en el ?rtico. A Saarela y Weber les ayudan otros compa?eros de Greenpeace, que hab¨ªan abandonado el Arctic Sunrise a bordo de tres botes neum¨¢ticos. Entre ellos, la argentina Camilla Speziale.
La acci¨®n de asalto sucede con las primeras luces del d¨ªa. Cuando los activistas de Greenpeace intentan encaramarse a la plataforma, los vigilantes cortan las cuerdas y disparan en se?al de advertencia. Los activistas caen al agua, de donde los recoge una lancha del servicio de guardas fronterizos ruso. El resto de la tripulaci¨®n del Arctic Sunrise, incluidos un fot¨®grafo y un periodista, son detenidos al d¨ªa siguiente, cuando guardias de fronteras enmascarados protagonizan una aparatosa operaci¨®n de abordaje con ayuda de un helic¨®ptero.
Desde entonces, est¨¢n encarcelados en M¨²rmansk a la espera de juicio. Sus peticiones de libertad provisional han sido sistem¨¢ticamente rechazadas por un juez local.
World Wild Fund (WWF) y Greenpeace llevaban ya varios a?os denunciando que la plataforma abordada carece de medidas adecuadas para el caso de un vertido. Prirasl¨®mnaya, la primera instalaci¨®n rusa en su g¨¦nero, fue construida en la f¨¢brica de barcos de guerra y submarinos Sevmash e instalada en agosto de 2011 en el yacimiento del mismo nombre en la plataforma continental del ?rtico. El artefacto, un cuadrado de 126 metros de ancho, pesa 117.000 toneladas y tiene capacidad para albergar a 200 personas.

En 2012 activistas de la organizaci¨®n ecologista, entre ellos la finlandesa Sini Saarela, ya se subieron a la plataforma. Ese a?o las dos organizaciones elaboraron un informe en el que denunciaban que el monopolista de la exportaci¨®n del gas ruso se hab¨ªa limitado a hacer una lista de instrumentos rudimentarios como ¡°cubos y palas¡± para el caso de un vertido.
Una segunda lista de equipo mejor¨® algo las previsiones, pero Gazprom sigui¨® neg¨¢ndose a dialogar con los ecologistas, seg¨²n Alexandr Shestakov, director del programa del ?rtico global del World Wildlife Fund (WWF) de Canad¨¢. Un informe elaborado por la empresa Riska, por encargo de las dos organizaciones ecologistas, se?alaba que en caso de accidente la contaminaci¨®n pod¨ªa extenderse por mar abierto en un ¨¢rea equivalente a la superficie de Irlanda.
En su web, Gazprom Neft Shelf insiste en que Prirazl¨®mnaya ha pasado todo tipo de pruebas de seguridad y que la empresa est¨¢ dispuesta a dialogar con los ecologistas.
La experiencia carcelaria est¨¢ resultando dura para los activistas. La holandesa Faiza Oulahsen escribi¨® desde prisi¨®n. Sus cartas han causado impacto. En ellas dice que se siente sola, que la celda donde la tienen internada es heladora: ¡°La inseguridad me agobia¡±, escribe. A sus 26 a?os, es una de las activistas m¨¢s j¨®venes de la historia de Greenpeace.
Nacida en Mijdrecht, una ciudad de 16.000 habitantes situada entre Utrecht y ?msterdam, estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas especializ¨¢ndose en Relaciones Internacionales. Aunque la organizaci¨®n ecologista, donde trabaja desde 2011, es su primer empleo fijo, colabor¨® asimismo con el partido verde (Groen Links) y el sindicato laborista. Experta en cambio clim¨¢tico y en las perforaciones del ?rtico, se lo pens¨® mucho antes de embarcarse en el Arctic Sunrise.
Este era su primer viaje, y sus compa?eros protegen con celo su intimidad. Admiten que, si bien evaluaron las posibles consecuencias de la campa?a, nunca pensaron ¡°que llegar¨ªa a esto¡±. Faiza, que desempe?aba labores de comunicaci¨®n, de enlace con los periodistas, se pregunta en una de sus misivas: ¡°Dos meses de arresto preventivo es una cosa, pero ?qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s?¡±. Sus colegas aseguran que solo se comunica con el exterior a trav¨¦s de su abogado y por medio del c¨®nsul holand¨¦s: ¡°Su situaci¨®n no es buena y tampoco ha cambiado en los ¨²ltimos d¨ªas¡±, dicen.
Particularmente afectada por la situaci¨®n de Faiza est¨¢ Pilar Marcos, responsable de la campa?a Salvar el ?rtico en Greenpeace Espa?a. Ella, que tambi¨¦n hace funciones de comunicaci¨®n en la organizaci¨®n, podr¨ªa haber estado en ese barco. No se enrol¨® por una mera cuesti¨®n de calendario: a ella le toc¨® apoyar una acci¨®n en el Polo Norte con Alejandro Sanz el pasado mes de julio.
La holandesa Faiza Oulahsen escribi¨® desde la c¨¢rcel. Dice que la celda es heladora: ¡°La inseguridad me agobia¡±
Marcos, bi¨®loga marina de 37 a?os, se muestra indignada con la situaci¨®n de sus compa?eros. ¡°El ?rtico se est¨¢ derritiendo¡±, explica en las oficinas de la organizaci¨®n en Madrid, ¡°es la sombrilla del planeta, hay que protegerlo. Al derretirse el hielo, las petrol¨ªferas han visto que ah¨ª est¨¢ el negocio¡±.
La tripulaci¨®n del Arctic Sunrise no pod¨ªa ser m¨¢s internacional. Contaba con personas procedentes de 18 pa¨ªses. Entre ellas Sini Saarela, finlandesa de 31 a?os, protagonista de una de las im¨¢genes que han dado la vuelta al mundo. Ella es una de las escaladoras, la que se revolv¨ªa gritando cuando llegaba la guardia costera rusa, seg¨²n se puede ver en un v¨ªdeo facilitado por la organizaci¨®n ecologista. ¡°Fue una propuesta que no pod¨ªas rechazar, porque iban armados con rifles de asalto¡±, dijo Saarela sobre la detenci¨®n en las vistas preliminares. El a?o pasado ya particip¨® en una acci¨®n de protesta en Prirazl¨®mnaya. Es una mujer concienciada. Sus amigos la describen como una de las personas m¨¢s morales que han conocido.
El barco, ahora amarrado en una bah¨ªa cercana de Severovdinsk, la base de la Flota del Norte, contaba con una figura legendaria al frente: Pete Willcox, norteamericano de 60 a?os, el hombre que capitaneaba el Rainbow Warrior en 1985 cuando fue atacado por los servicios secretos franceses. Nacido en South Norwalk, Connecticut, Willcox creci¨® en el mar y ha dedicado toda su vida a navegar y a la lucha medioambiental. En Greenpeace dicen de ¨¦l que es su Capit¨¢n Fant¨¢stico. ¡°De car¨¢cter, es un hombre de mar, callado, introvertido¡±, describe Juan L¨®pez de Uralde, que le conoce bien, ¡°muy entra?able y cari?oso¡±. Willcox, padre de dos hijas, vivi¨® durante un tiempo en Mallorca. Lleva 30 a?os trabajando para la organizaci¨®n ecologista.
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De los 30 detenidos, 28 son activistas y hay dos periodistas freelance que los acompa?aban para documentar la acci¨®n. Uno de ellos es Kieron Bryan. Videoperiodista de 29 a?os originario de Devon, en el sudoeste de Inglaterra, y residente en el popular barrio de Peckham, en el sudeste de Londres, trabaj¨® durante un a?o en el diario The Mirror y desde hace tres, lo hace por su cuenta. Su familia ha exigido a Rusia su liberaci¨®n con el argumento de que Kieron no es un militante de Greenpeace y que estaba all¨ª como profesional. Cientos de periodistas han firmado una petici¨®n exigiendo su libertad. ¡°Kieron trabaja filmando y haciendo v¨ªdeos para muchas compa?¨ªas. Le ofrecieron un viaje de tres semanas al ?rtico con Greenpeace y le pareci¨® que era una noticia que val¨ªa la pena y que era atractiva para ¨¦l¡±, declar¨® su hermano Russell. En dos breves llamadas a su madre y a su novia, Bryan explic¨® que pasa 23 horas al d¨ªa encerrado y que mata las horas haciendo gimnasia, leyendo a Jane Austen y escribiendo cualquier cosa que le pasa por la cabeza. Optimista y fuerte, el drama que est¨¢ viviendo no le impidi¨® preguntar por los resultados de su equipo de f¨²tbol favorito, el Tottenham Hotspur.
El otro periodista es el ruso Den¨ªs Siniakov, de 36 a?os, considerado como uno de los mejores fot¨®grafos de Rusia. Antes de convertirse en freelance trabaj¨® cinco a?os en la agencia France Presse y seis en Reuters. Casado, con un hijo, amante de la motocicleta y el snowboard, en 2005 document¨® la matanza en la ciudad uzbeka de Andizh¨¢n con riesgo para su propia vida, la experiencia m¨¢s terrible de su carrera. Tambi¨¦n document¨® las acciones de las feministas ucranianas de Femen y de las rusas de Pussy Riot. Siniakov retrataba de forma gratuita las cat¨¢strofes ecol¨®gicas que amenazan al ?rtico para Greenpeace.
Los 30 del ?rtico siguen detenidos. Su futuro es incierto. Est¨¢n acusados de vandalismo, como las chicas del grupo punk Pussy Riot. Ellas fueron condenadas a dos a?os de c¨¢rcel.
Con informaci¨®n de Walter Oppenheimer (Londres), Isabel Ferrer (La Haya) y Alejandro Rebossio (Buenos Aires).
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