Abraham Zapruder, piedra fundacional del periodismo ciudadano
Un fabricante de ropa para mujeres grab¨® por casualidad la secuencia del magnicidio de JFK
Abraham Zapruder no volvi¨® jam¨¢s a mirar a trav¨¦s de la lente de una c¨¢mara despu¨¦s del 22 de noviembre de 1963. ¡°Me despertaba y reviv¨ªa el momento una y otra vez. Ten¨ªa pesadillas¡±, declar¨® Zapruder tras admitir llorando que hab¨ªa visto su propia pel¨ªcula demasiadas veces. En al menos dos ocasiones, durante su testimonio ante la Comisi¨®n Warren y a?os despu¨¦s durante el juicio en Nueva Orleans a la ¨²nica persona que jam¨¢s ha sido encausada por el asesinato del presidente John F. Kennedy (Clay Shaw), Zapruder fue obligado por ley a testificar sobre la pel¨ªcula que le cambiar¨ªa la vida.
La existencia de este hombre de 58 a?os volvi¨® a la normalidad tras el magnicidio, pero ¡°nunca pudo escapar a las consecuencias de haber estado tras la c¨¢mara aquel d¨ªa¡±, explica a los medios estos d¨ªas su nieta, Alexandra Zapruder.
JFK sigue muriendo una y otra vez en la pel¨ªcula de Zapruder, un emigrante jud¨ªo que a los 15 a?os dej¨® Rusia en busca del sue?o americano que le lleg¨® de la mano de la tragedia. El d¨ªa que muri¨® Kennedy, el cofundador de una f¨¢brica de ropa para mujeres hab¨ªa olvidado su Bell & Howell 414 de 8 mil¨ªmetros en casa. Un compa?ero le inst¨® a que fuera a buscarla. Ambos aprovecharon la hora del almuerzo para asistir al paso de la comitiva presidencial que recorrer¨ªa las calles del centro de Dallas.
Subido en una plataforma de cemento de poco m¨¢s de un metro, Zapruder estaba en un lugar privilegiado para capturar lo que sucedi¨® aquel d¨ªa de hace medio siglo. Con pulso firme, seg¨²n se acercaba la caravana que transportaba a Kennedy, su esposa Jackie, el Gobernador de Texas, John Connally, y su esposa Nellie, Zapruder comenz¨® a filmar con pel¨ªcula de color Kodachrome II. Grab¨® durante siete segundos y par¨® porque dej¨® de ver el coche en el que viajaba Kennedy.
Enseguida volvi¨® a ver el flamante Lincoln Continental tocado por banderines estadounidenses. Zapruder volvi¨® a filmar, de izquierda a derecha, a medida que la limusina se adentraba en Elm Street, sin imaginar que estaba a punto de grabar una aut¨¦ntica ¡®snuff movie¡¯. Entonces fue cuando oy¨® un sonido similar a un petardo, y eso fue lo que pens¨® que era, un cohete de celebraci¨®n. Y sigui¨® filmando. Pero entonces la tragedia ya se hab¨ªa desencadenado y el coche hu¨ªa veloz por la carretera camino al hospital, con el presidente herido de muerte.
Abraham Zapruder estaba en un lugar privilegiado para capturar lo que pas¨®
En una entrevista en 1966, Zapruder explic¨® c¨®mo estaba grabando, c¨®mo ve¨ªa a Jacqueline y al presidente saludar a la gente, cuando de repente observ¨® que Kennedy se desplomaba sobre su mujer, sin entender qu¨¦ estaba pasando. Fue entonces cuando oy¨® una segunda detonaci¨®n. ¡°Vi c¨®mo se le abr¨ªa la cabeza y empec¨¦ a chillar: ?Le han matado, le han matado!, y segu¨ª filmando hasta que el coche desapareci¨® bajo el puente¡±.
Aturdido, Zapruder no se movi¨® de su sitio. Harry McCormick, a sueldo del diario The Dallas Morning News, se dio cuenta de que ten¨ªa una c¨¢mara en la mano y se acerc¨® a ¨¦l para hacerle unas preguntas. Zapruder le dijo que no iba a hablar con nadie que no fuera una autoridad federal. McCormick le prometi¨® que buscar¨ªa al jefe del Servicio Secreto en Dallas y le llevar¨ªa a su lugar de trabajo, la compa?¨ªa de confecci¨®n de ropa de mujer Jennifer Juniors, muy cerca del Dep¨®sito de Libros desde donde Lee Harvey Oswald acab¨® con la vida del presidente 35 de la naci¨®n.
En las horas que siguieron al magnicidio, Zapruder revel¨® la pel¨ªcula y mand¨® hacer tres copias. Dos fueron entregadas una al Servicio Secreto y la otra al FBI. Por la tercera pelearon, chequera en mano, varios medios de comunicaci¨®n y finalmente fue Richard Stolley, director de la revista Life en la costa oeste, qui¨¦n logr¨® el hist¨®rico documento. En una entrevista reciente, Stolley -85 a?os- aseguraba que ver la pel¨ªcula y el tristemente c¨¦lebre fotograma 313 ¨Cen el que se recoge el estallido del craneo del presidente fruto de la tercera bala- fue ¡°el momento m¨¢s dram¨¢tico¡± de su carrera. Time pag¨® un total de 150.000 d¨®lares a Zapruder y le prometi¨® no publicar nunca el fotograma 313, el disparo fatal ¨Cel primero impact¨® en la carretera; el segundo en la garganta del mandatario-. En 1999, el Gobierno de EEUU acord¨® comprar la pel¨ªcula a la familia del emigrante ruso por m¨¢s de 16 millones, pel¨ªcula que hoy se guarda en una secci¨®n de los Archivos Nacionales radicada en College Park, Maryland, a las afueras de Washington.
La noche de aquel fat¨ªdico viernes 22 de noviembre, en uno de los d¨ªas m¨¢s sombr¨ªos de la historia de EEUU, Zapruder regres¨® a su casa, prepar¨® su proyector y mostr¨® la cinta original a su mujer y su yerno. Su hija, Myrna, se neg¨® a verla.
Para estar considerada la piedra fundacional del periodismo ciudadano, la cinta Zapruder, en s¨ª, no es gran cosa: Metro ochenta de estrecho celuloide que contiene menos de 500 im¨¢genes mudas de grano gordo y que tiene una duraci¨®n de 26 segundos. Y sin embargo, es la prueba m¨¢s importante en el que es, quiz¨¢, el crimen m¨¢s discutido en la historia de la naci¨®n.
Excepto por unas cuantas im¨¢genes fijas que public¨® Life, pasaron a?os hasta que el p¨²blico pudo ver lo que hab¨ªa filmado Zapruder. En 1969, cuando faltaba un a?o para la muerte por c¨¢ncer del hombre que emigr¨® desde una ciudad de Ucrania ¨Centonces perteneciente al imperio ruso- a Brooklyn, el filme se pas¨® hasta 10 veces ante el jurado en el proceso contra Clay Shaw en Luisiana. Oliver Stone la utiliz¨® de tal manera en su memorable JFK que no dej¨® otra opci¨®n que la de creer que la muerte de Kennedy fue fruto de una inmensa conspiraci¨®n que englobaba desde Lyndon B. Johnson; hasta la CIA; la Mafia; la industria armament¨ªstica e incluso la comunidad gay (Clay Shaw era un acaudalado hombre de negocios de Nueva Orleans que escond¨ªa su homosexualidad).
Pero no fue hasta marzo de 1975 cuando los norteamericanos pudieron ver en movimiento el horror contenido en la pel¨ªcula Zapruder. Su exhibici¨®n provoc¨® que se formara en la C¨¢mara de Representantes un Comit¨¦ especial para investigar la muerte de JFK ¨Ctambi¨¦n indag¨® en la de Martin Luther King-. Al contrario que la Comisi¨®n Warren, el Comit¨¦ sobre Asesinatos concluy¨® que la muerte de Kennedy fue el resultado de una conspiraci¨®n que involucr¨® a m¨²tiples pistoleros.
¡°La pel¨ªcula Zapruder no les aportar¨¢ paz¡±, advierte Life Magazine en una obra especial que conmemora el 50 aniversario de la muerte del presidente m¨¢s famoso de la historia de EE UU. ¡°No es que sea ambigua, porque no lo es, s¨®lo que la gente la ver¨¢ y cada cual sacar¨¢ una conclusi¨®n distinta¡±, asegura la revista. Cierto. Basta con ¡®googlear¡¯ el t¨¦rmino Zapruder para que salten a la pantalla todo tipo de teor¨ªas de la conspiraci¨®n y juegos de poder.
En los a?os sesenta, de las m¨¢s de 200.000 personas que asistieron a ver el paso de la comitiva presidencial (un tercio de la entonces poblaci¨®n de Dallas), solo un pu?ado grab¨® el acontecimiento. De esos, solo Zapruder capt¨® el asesinato. En la era de los tel¨¦fonos inteligentes, en la ¨¦poca en la que la intimidad practicamente ha desaparecido de la vida, el mundo estar¨ªa ante miles y miles de potenciales Zapruders.
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