La polic¨ªa portuguesa carga contra los recortes
Los agentes protestan contra la precariedad laboral teatralizando un asalto al palacio del Parlamento
Los inspectores de la polic¨ªa judicial portuguesa, los sherlock holmes lusos encargados de rastrear asesinatos, asaltos a mano armada y secuestros, entre otros delitos, se encuentran en huelga desde hace un mes. Desde entonces, s¨®lo hacen su servicio laboral estricto, sin horas extras, sin aportar un minuto m¨¢s al horario establecido, trabajando al medido ritmo de un oficinista escrupuloso, de nueve a seis de la tarde. Las consecuencias son evidentes y desastrosas: el homicidio de una jubilada ha sido investigado por novatos polic¨ªas becarios, seg¨²n denunciaba este mi¨¦rcoles el Di¨¢rio de Not¨ªcias, hay sospechosos que se han volatilizado porque su b¨²squeda se produjo a primera hora de la ma?ana en vez de la noche precedente y hay robos cuyas pruebas se han estudiado con muchas horas de retraso por falta de personal. Puede que de aqu¨ª salga el arranque de un buen argumento para una novela negra, pero por ahora no pasa de ser el triste y pen¨²ltimo episodio de la oleada de recortes y empobrecimiento de los servicios p¨²blicos que ahoga Portugal y que abarca todos los sectores, desde la educaci¨®n a la seguridad. El jueves, para certificarlo, se manifestaron masivamente, en Lisboa, polic¨ªas de todos los tipos (desde la municipal a la aduanera) y procedentes de todas las esquinas del pa¨ªs, en una marcha sin precedentes, con miles de agentes de paisano protestando en la calle, ante la mirada atenta y solidaria de los agentes uniformados que los vigilaban. Los manifestantes llegaron, incluso, a subir por las escaleras de acceso al Parlamento, algo que raramente ocurre.
Se quejaban de su sueldo menguante, de las cada vez m¨¢s escasas inversiones en material, de que escasean las pr¨¢cticas y la gasolina para los coches. Y se indignaron ante los futuros cortes que prev¨¦ el pr¨®ximo presupuesto, que se aprobar¨¢ la pr¨®xima semana y que afectar¨¢ a todos los funcionarios que ganen m¨¢s de 600 euros al mes. El salario medio de un inspector, que ronda los 2.000 euros mensuales, se ha visto reducido en los ¨²ltimos a?os cerca de 300 o 400 euros, seg¨²n los sindicatos.
A esta manifestaci¨®n de polic¨ªas asisti¨® el inspector de la Polic¨ªa Judicial Carlos Garc¨ªa, de origen espa?ol y presidente del sindicato Asfic. Cuenta con resignaci¨®n y rabia las consecuencias de la huelga de celo de los sabuesos policiales: ¡°Una noche hubo tres asaltos a tres cajeros autom¨¢ticos. Pero como no hab¨ªa agentes suficientes de guardia porque el resto estaba de huelga, pues las pruebas se recogieron al d¨ªa siguiente, si es que quedaba alguna¡±. El paro afecta a la brigada de estupefacientes. Por lo general, esta brigada deja que un sospechoso procedente de Brasil o Colombia con destino Holanda o Francia y que debe de cambiar de avi¨®n en Lisboa, salga de Portugal bajo vigilancia. El objetivo es apresar a toda la banda en el pa¨ªs de destino. Ahora bien: como estos sospechosos llegan en vuelos que aterrizan en Lisboa antes de las nueve de la ma?ana, pues la polic¨ªa de aduanas los detiene, sin m¨¢s, dado que no hay inspectores que se coordinen con sus colegas de los otros pa¨ªses.
Los polic¨ªas no son los ¨²nicos profesionales armados que protestan estos d¨ªas en Portugal. La semana pasada, en un solitario parque del centro de Lisboa, a un paso del Parlamento luso, al caer la tarde, se concentraron cerca de 200 sargentos y militares. Ya era casi de noche y hac¨ªa fr¨ªo. No era, por tanto, la mejor hora para una manifestaci¨®n de queja, todo contribu¨ªa para ahuyentar al p¨²blico y a los periodistas. ¡°Pero es que nosotros no podemos salir de los cuarteles antes de de las cinco y media¡±, explicaba uno de estos militares. Los sargentos se quejaban de lo que se quejan todos: de los recortes en sus sueldos y de las subidas brutales de impuestos, del empobrecimiento paulatino, creciente e imparable de sus vidas y las de sus familias.
Un sargento miraba al suelo para explicar qu¨¦ ¨¢nimo flota ahora en los cuarteles portugueses: ¡°La moral est¨¢ baja. Muy baja. ?C¨®mo quieres que est¨¦ si ya no tenemos para dar una vida digna a nuestros hijos? Adem¨¢s, no hay dinero para entrenamientos, ni para nada, en realidad¡±. Este sargento, que cobra 1.200 euros al mes, calculaba que su salario ha decrecido desde 2011 un 25%.
A la manifestaci¨®n acudi¨® Carlos Rui Reis, presidente de otra asociaci¨®n de militares profesionales y describi¨® su sombr¨ªa situaci¨®n as¨ª: ¡°Ten¨ªamos esperanzas, pero ya no las tenemos. Ya no tenemos m¨¦todos para mejorar, para ascender, para hacerlo mejor. Ten¨ªamos promesas, pero ahora s¨®lo tenemos un pu?ado de nada¡±.
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