La UE encara su segunda refundaci¨®n
Bruselas debe digerir el alud de reglas anticrisis y combatir el eurodesencanto Las nuevas normas examinan no solo al sector p¨²blico sino tambi¨¦n al privado
Todo empez¨® como una suerte de conjuro: jam¨¢s una guerra como aquella. Sesenta a?os despu¨¦s, la Uni¨®n Europea inicia su segunda refundaci¨®n con otro ensalmo: nunca m¨¢s otra crisis como esta.
El hurac¨¢n financiero ha dejado huella en el alma europea. Una fea cicatriz recorre el continente de Norte a Sur. Abundan los viejos y nuevos estereotipos: las mentiras griegas, la delirante exuberancia espa?ola, la temeridad irlandesa, el liderazgo ego¨ªsta de Alemania. Frente a ese di¨¢logo de sordos entre acreedores y deudores, el descubrimiento es que todos los pa¨ªses del euro comparten destino; lo que suceda en Chipre se contagiar¨¢ a los dem¨¢s. Por el camino se han esfumado certidumbres y violado tab¨²es, se han cruzado l¨ªneas rojas y reescrito reglas de oro en una serie atropellada de decisiones. Ese aluvi¨®n de medidas, tomadas con la arritmia propia de la desesperaci¨®n, permitieron evitar lo peor, aunque dejan por delante un largo estancamiento de consecuencias imprevisibles. Va un lustro de crisis: con la sospecha de que nunca hubo un plan maestro para combatirla, la pr¨®xima etapa es esa segunda refundaci¨®n (tras el periodo constituyente de los a?os cincuenta y la primera transici¨®n, que arranca con la ca¨ªda del Muro, incluye la creaci¨®n del euro y culmina con la entrada del bloque del Este). Una estaci¨®n que se adivina fundamental para el futuro de un proyecto que a ra¨ªz de las dificultades ve despertar viejos demonios.
¡°Bruselas no puede retrasar m¨¢s el imprescindible impulso pol¨ªtico para digerir el alud de nuevas reglas, que deben incorporarse en lo posible a los tratados. Eso debe traducirse en una gobernanza mejor, porque ah¨ª est¨¢ el fallo: no conseguir una toma de decisiones que combine eficacia y realismo pol¨ªtico¡±, augura una alta fuente comunitaria. El cumbrismo de los ¨²ltimos a?os decret¨® austeridad urbi et orbi: nadie discute esa receta, si bien se admiten errores de diagn¨®stico en algunos pa¨ªses y una sobrerreacci¨®n general, achacable a la gravedad de la crisis de deuda en 2010. Bruselas ha corregido el tiro, pero la cruda realidad es que solo Alemania ha recuperado el nivel de PIB previo a la crisis. Europa, por todo eso, ha ido perdiendo a los europeos: Bruselas est¨¢ en guardia ante el auge del eurodesencanto con las elecciones a seis meses vista. ¡°Necesitamos que vuelva la pol¨ªtica¡±, apunta Mario Monti, exprimer ministro italiano. ¡°Es urgente que el debate p¨²blico en las elecciones, que curiosamente coinciden con el centenario de la I Guerra Mundial ¡ªque traza extra?os paralelos con la situaci¨®n actual: populismos, proteccionismos, nacionalismos, aunque a otros niveles¡ª est¨¦ a la altura del desaf¨ªo¡±, abunda Javier Solana, una de las figuras del europe¨ªsmo. Ante esa cita, el 60% de los europeos desconf¨ªa de la UE, seg¨²n los datos del ¨²ltimo Eurobar¨®metro, frente a un 31% antes de la crisis.
La Uni¨®n era y es una especie de expedici¨®n al horizonte: nunca ha habido mapa para descifrar los laberintos de esa nebulosa llamada Bruselas. Pero la docena larga de fuentes consultadas coinciden en que este es un momento clave; la antesala o la primera etapa de una especie de transici¨®n o refundaci¨®n. En ese forcejeo eterno entre lo posible y lo deseable, la UE necesita encontrar una v¨ªa intermedia entre quienes creen que las turbulencias obligan a dar un salto federal (unos improbables Estados Unidos de Europa) y quienes apuestan por la versi¨®n euro del Apocalypse Now de Coppola con m¨²sica de Wagner.
Europa ha demostrado su tozudez frente a quienes sienten, cada vez con m¨¢s fuerza, la tentaci¨®n de desmontar. ¡°Lo probable es que no haya ni salto federal ni desmembramiento. Y que se active esa segunda transici¨®n, con las inevitables decepciones, como la eterna promesa de ese hipot¨¦tico regreso de la Gran Pol¨ªtica¡±, dice Luuk Van Middelaar, una de las voces m¨¢s interesantes, m¨¢s originales y quiz¨¢ por ello menos conocidas de Bruselas. Van Middelaar ¡ªautor del impagable El paso hacia Europa y de los discursos de Van Rompuy¡ª define la Uni¨®n como ¡°un estado de transici¨®n permanente¡±, y la pol¨ªtica como ¡°la forma en que una sociedad se ocupa de la incertidumbre¡±. Por todo ello, ¡°el proyecto europeo est¨¢ destinado a tener reglas cambiantes, porque no se puede anticipar la creatividad de la historia, ni las mil caras de la crisis¡±. ¡°Lo urgente¡±, dispara, ¡°es volver a ganarse a la gente: eso no puede hacerse sin un plan general y sin liderazgo¡±.
El analista Mois¨¦s Na¨ªm apuntala esa perspectiva. ¡°Ni las instituciones europeas ni los l¨ªderes pol¨ªticos nacionales tienen hoy suficiente poder. Ni siquiera Merkel puede gobernar sin coalici¨®n. De ah¨ª esas decisiones tard¨ªas e ineficaces, de ah¨ª y de la enfermedad de la vetocracia, de la que la UE no acaba de despojarse. Europa ha sido fuerte cuando ha tenido liderazgos fuertes. La n¨®mina actual en Bruselas ¡ªlos Barroso, Ashton, Van Rompuy¡ª no da m¨¢s¡±. ¡°Sin l¨ªderes es imposible acometer el mayor reto que la Uni¨®n tiene por delante: reconquistar a los europeos¡±, a?ade Eneko Land¨¢buru, exalto cargo de la Comisi¨®n.
Ese es, a grandes rasgos, el desaf¨ªo. ¡°Toda esa nueva jerga, ese conjunto de acr¨®nimos que nadie es capaz de explicar, es en realidad alta pol¨ªtica disfrazada de tecnicismos. Los mecanismos de rescate (EFSF y MEDE), el semestre europeo, el six pack, el two pack, el fiscal compact, los rescates y la troika, el OMT que permite al banco central comprar bonos: nadie puede contar una historia con ese galimat¨ªas; aun as¨ª, sin embargo, ese potingue de siglas puede funcionar. ?D¨®nde est¨¢n los l¨ªderes capaces de armar con eso un discurso que encandile a los europeos?¡±, se pregunta Joachim Bitterlich, ex asesor de uno de los grandes: Helmut Kohl.
El mundo no est¨¢ en crisis, pero Europa s¨ª lo est¨¢. No es econ¨®mica, o no es solo econ¨®mica: es una crisis pol¨ªtica, institucional y sobre todo de gobernanza. Y de paso es una especie de venganza de la historia, de la demograf¨ªa y de la geograf¨ªa: se inscribe dentro de un movimiento tel¨²rico que est¨¢ llevando el centro del mundo hacia el Pac¨ªfico. ¡°La aceleraci¨®n de los cambios en el mundo coge a Europa con el pie cambiado, con un l¨ªder ¡ªAlemania¡ª que solo est¨¢ en el corto plazo: en su corto plazo. Y en medio de la destrucci¨®n de ese precario equilibrio europeo que siempre hab¨ªa existido entre responsabilidad y solidaridad. Hoy nadie se f¨ªa de nadie: as¨ª no puede haber solidaridad ni responsabilidad¡±, sostiene el soci¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall.
M¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica, o precisamente porque brilla por su ausencia, el futuro es difuso. Andr¨¦ Sapir, de Bruegel, apunta que el escenario central para la eurozona va a seguir consistiendo en salir del paso durante un lustro: ¡°Lo preocupante es que sigue sin haber consenso sobre la naturaleza y las causas de la crisis: eso explica por qu¨¦ solo podemos aspirar a salir del paso¡±. Es cierto que la UE ha apuntalado el edificio, pero sigue habiendo defectos de estructura y existe el riesgo de que las mejoras ¡°descarrilen por accidentes econ¨®micos o pol¨ªticos¡±, avisa.
Daren Acemoglu, autor de uno de los libros fundamentales de los ¨²ltimos tiempos ¡ªPor qu¨¦ fracasan los pa¨ªses¡ª, es de los que afirma que la segunda refundaci¨®n de la Uni¨®n ¡°est¨¢ ah¨ª¡±. En una charla con este diario, Acemoglu ve¨ªa dos revoluciones entre las ¨²ltimas novedades europeas: la uni¨®n bancaria y los ex¨¢menes previos a los presupuestos nacionales. La uni¨®n bancaria, en especial, puede ser una muda de piel, un cambio en la naturaleza de Europa. El club del euro siempre estuvo obsesionado con los vicios p¨²blicos y la inflaci¨®n, una suerte de herencia de la historia alemana. El euro se ha dotado de mecanismos de control del sector p¨²blico (de dudosa credibilidad, como ya se vio en Maastricht); se supon¨ªa que los mercados se autorregulaban y que los vicios privados se correg¨ªan solos: no hac¨ªa falta prestar atenci¨®n a eso. Pero la crisis est¨¢ cambiando esa aproximaci¨®n: ¡°Si al final la uni¨®n bancaria no rebaja su ambici¨®n, Europa experimentar¨¢ un cambio sustancial que puede ayudarle a corregir sus desequilibrios¡±, vaticina Acemoglu. ¡°Una cierta cantidad de transferencias es inevitable, pero creo que eso se puede mantener a un nivel tolerable para los acreedores a condici¨®n de que se hagan los cambios institucionales adecuados ¡ªen especial, la uni¨®n bancaria, y de que las pol¨ªticas de los pa¨ªses perif¨¦ricos vuelvan a estar bajo control¡±, a?ade. ¡°No creo en el colapso del euro; sin embargo, hay que reducir la fuente inagotable de inestabilidad que es el proyecto europeo actual, y para eso la clave es la uni¨®n bancaria¡±.
Europa, en fin, va camino de despertar si nada se tuerce. Para ello, el papel del BCE es esencial como supervisor bancario. ¡°Hay que seguir enderezando las finanzas p¨²blicas y hacer reformas, pero con la uni¨®n bancaria Europa pone tambi¨¦n un ojo en otras fuentes de vulnerabilidad. Para el BCE eso va a ser una inmersi¨®n en la realidad, una ca¨ªda del Olimpo. De c¨®mo gestione Draghi eso en oto?o depende el futuro¡±, cierra una fuente comunitaria.
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